dilluns, 17 de desembre del 2007

Sieg Heil

Uno de los fenómenos políticos más llamativos en Europa es el auge de la extrema derecha. En países de larga tradición democrática, tolerante y plural, como Suiza o Dinamarca, las organizaciones de esta orientación política obtienen apreciables resultados electorales y lo mismo pasa en Italia, Austria o Francia. El auge de la extrema derecha, el auge del populismo (que a veces se confunden), se supone, es algo con lo que hay que contar en Europa, a medida que avance este imparable proceso de mestizaje cultural que está dándose con la inmigración. Conviene, pues, saber cómo razona.

Por eso es muy útil el libro que acaba de publicar Miguel Ángel Simón (La extrema derecha en Europa desde 1945 a nuestros días, Madrid, Tecnos, 2007) en el que recopila una serie de trabajos de diversos especialistas nacionales y extranjeros sobre la extrema derecha, tanto desde una perspectiva genérica europea como país por país.

Roger Eatwell, en un estudio sobre el "nuevo modelo de liderazgo carismático de derecha" afirma que el aumento de este nuevo liderazgo se debe a la demanda por cuestiones de inmigración y hostilidad hacia los partidos tradicionales. Dos elementos que aparecen recurrentemente en el discurso de extrema derecha en todo el continente: los inmigrantes ponen en peligro nuestro modo de vida y hasta nuestra identidad y los partidos tradicionales del sistema están paralizados y corruptos. Es el momento en que han de aparecer los líderes carismáticos, capaces de salvar a la Nación en peligro.

Hay un interesante capítulo teórico de Pierre André Taguieff con una clasificación de los populismos (en políticos, agrarios y culturales) y una advertencia acerca de cómo los populismos, en cuanto llamamientos al pueblo, son compatibles con todas las ideologías, de derecha o de izquierda. Los nuevos populismos y la nueva extrema derecha ya no son racistas, sino identitarios-culturalistas, lo que viene a ser lo mismo.

Muy buen estudio de Roger Griffin sobre la Nueva Derecha francesa y su gran pope, Alain de Benoist. Igualmente otro de George Betz sobre algunas características de la extrema derecha europea, como el recurso al nativismo, nombre para la propuesta bien elemental de natives first, que es lo que el Front National del señor Le Pen en Francia postula hoy como "la préférence nationale". El nativismo nació en los EEUU el siglo XIX frente a la inmigración masiva. Hasta hubo quien dijo que aquella avalancha de inmigrantes se debía a un plan diabólico del Papa para mezclar a los anglosajones con las otras razas europeas e incluso con los judíos. Al viejo y probado antijudaísmo de toda la vida, esta nueva derecha extrema añade un antiislamismo radical por considerar el islamismo como intrínsecamente totalitario o, como dice el novelista Michel Houellebeck, La religion la plus con (p. 125).

Convincente capítulo que el propio compilador dedica a los conceptos de decadentismo y palingenesia en el ideario de la extrema derecha. Está muy bien que arranque del Kulturpessimismus y dé luego un repaso a los autores de la extrema derecha, decadentistas o, simplemente, pesimistas, Jünger, Spengler, Celine, Drieu, von Salomon, De Jouvenel, de alguno de los cuales son muy aficionado. Desde esa perspectiva considera luego el decadentismo moderno en la obra de Julius Evola y Alain de Benoist. Al siempre interesante Evola, filósofo, esotérico, pintor dadaísta, fascista y suicida frustrado dedica Joan Antón un trabajo en el que, entre otras cosas, comenta la idea de las castas y de las "jerarquías naturales" del prolífico autor italiano.

El capítulo de Jean-Yves Camus sobre los disidentes de extrema derecha dentro de la Iglesia católica, el "integrismo católico", mete miedo. Sobre todo organizaciones de extrema derecha como Contrarreforma Católica (CRC) (directamente fascista, atisemita, racista) o la asociación Tradición, Familia, Propiedad (TFP), no menos reaccionaria, pero que se mantiene dentro de la obediencia romana. La preocupación aumenta con el movimiento de los sedevacantistas para los cuales, ya se sabe, el Papado está corrompido desde hace años, debe, pues considerarse situación de sede vacante, Juan XXIII y Pablo VI eran masones. Hay que canonizar a José Antonio Primo de Rivera, Franco Bahamonde y Carrero Blanco. Menos mal que estos son los del Palmar de Troya.

El mismo Jean-Yves Camus aborda el negacionismo en Europa, en América del Norte y América del Sur; el negacionismo que, según dice el autor, se ha expandido desde la extrema derecha a la extrema izquierda y, sobre todo, a los musulmanes (pág. 224) El negacionismo arranca de los inenarrables Protocolos de los sabios de Sión. Y no hace falta ir tan lejos: ayer mismo, el negacionista británico David Irving, que ya ha cumplido su condena anterior, daba una conferencia en Barcelona, en la que, al parecer, explicó que Adolf Hitler no sabía nada de los campos de exterminio. No comprendo por qué algunos apañadores de supercherías más baratas que la serpiente del lago Ness se empeñan en que se los considere "historiadores" .

De los estudios de caso que se incluyen en el libro, Francia, Austria, Italia, Alemania, Bélgica, en Escandnavia y en Suiza, me interesó especialmente el dedicado a España por razones obvias. Del que Xavier Casals Meseguer dedica al fracaso de la extrema derecha en la España posterior a la transición tomo nota del comentario de Franco a Antonio Garrigues Díaz-Cañabate: "Pues verá Vd. Para mí el Movimiento es como la claque. ¿Usted no ha observado que cuando hay un grupo grande de gente hace falta que unos pocos rompan a aplaudir para que los demás se unan a ellos y los sigan? Pues más o menos es así como yo entiendo la finalidad del Movimiento".

No hay duda de que el libro es útil y de que siempre lo es también estudiar de cerca el huevo de la serpiente.

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