dimecres, 25 de febrer del 2009

Cuestión de (in)dignidad.

Ahora que el señor Fernández Bermejo ha hecho lo que la elegancia, el decoro, la ética y el espíritu de izquierda ordenan, esto es, dimitir, ha dejado de ser un lastre, una hipoteca moral para su Gobierno y su partido. Ambos deben recuperar la iniciativa y responder a los ataques continuos de sus adversarios en su propio terreno. No se trata solamente de volver a plantear los casos de presunta corrupción y supuestos espionajes del PP, que éste pretende silenciar a toda costa y deben seguir su curso procesal. Se trata de que los dos, Gobierno y partido, respondan en la misma onda en que se les está atacando.

Para ello lo primero será plantear cómo sea posible que la ofensiva ética y jurídica contra el PSOE y su Gobierno la lleve un personaje como Federico Trillo, pues esa es cuestión previa a toda otra acción.

Este Trillo es aquel que, siendo presidente del Congreso mandó un coche oficial a recoger en secreto las vacunas contra la meningitis para sus hijos cuando éstas no estaban disponibles para e conjunto de la población dada su escasez y las autoridades sanitarias insistían en que no se vacunase a los niños.

El mismo señor Trillo bajo cuyo mandato como ministro de Defensa se contrató en condiciones rayanas en la infamia un vuelo de un Yakovlev 42 para trasladar fuerzas armadas españolas. En ese vuelo se produjo un accidente en el que murieron los sesenta y tres militares del pasaje. El mismo bajo cuyo mandato se procedió a una identificación apresurada y errónea de los cadáveres originando posteriormente un sinfín de problemas, conflictos, procedimientos judiciales y un calvario para las familias. El mismo que, preguntado acerca de esta cuestión por una periodista, tuvo la desfachatez y la falta de hombría de bien de arrojarle una moneda de un euro.

Ese mismo señor Trillo no dimitió jamás por estos vergonzosos hechos, demostrando con ello ser una persona sin pundonor democrático. Ese mismo señor Trillo, además de no dimitir como ministro tampoco abandonó su puesto de diputado por lo cual numerosos familiares de los militares muertos en el accidente del Yakovlev 42, empezando por el entonces presidente de su asociación, señor Carlos Ripollés, consideraron que es una persona indigna para la política.

Ese mismo señor Trillo, a día de hoy, esgrime dos líneas de defensa cuando le afean los comportamientos descritos, a cual más indigna si cabe. Según la primera ningún juez ha encontrado responsabilidad penal suya en el innoble asunto del Yak 42. Se confunde aquí (probablemente de forma deliberada) responsabilidad penal y responsabilidad política y se toma al auditorio por una manga de imbéciles pues, si algún juez hubiera hallado tal responsabilidad, la cuestión de dimitir o no dimitir no estaría abierta. Ningún juez ha encontrado responsabilidad penal en el señor Fernández Bermejo quien, no obstante, en un gesto tan honroso para él como deshonroso es el suyo para el señor Trillo, ha presentado su dimisión. Porque lo que está en juego aquí no es la responsabilidad penal (objetiva y forzosa), sino la política (subjetiva y voluntaria), si bien solamente cuando se tienen principios.

Por la segunda línea argumental su responsabilidad política se resolvió cuando su partido perdió las elecciones en 2004 y se ha solventado definitivamente cuando, sin embargo, él obtuvo su escaño de diputado por Alicante. Sofisma que avergonzaría a cualquiera excepto al señor Trillo ya que su responsabilidad política era individual, no se sumía en la colectiva del partido en 2004 y debió substanciarse ipso facto del accidente con su dimisión en 2003. Y los escaños, en nuestro sistema electoral, no los consiguen los individuos sino las listas de partidos. Sería muy de ver cuántos votos hubiera obtenido el señor Trillo de presentarse sólo, no en las listas de un partido. Por estos motivos, lógicamente, la asociación de familiares del Yak 42 ve “insultante” que Federico Trillo exija explicaciones a Bermejo por su dimisión. Así lo reitera el actual presidente de la Asociación de familiares del Yak 42 en carta de hoy en El País titulada ¿Y Trillo habla de dimisiones? Es que en verdad es demasiado.

Por otro lado ninguno de estos juicios denigratorios formulados por las víctimas y las gentes de bien harán mella en el ánimo del señor Trillo. Éste es muy consciente de lo indigno de su proceder pues su comportamiento es una mera estrategia procesal: no dimite para no dejar de estar aforado y no tener que dar cuenta de sus actos ante su juez natural. Una actitud cuca y astuta, de escurrir el bulto, de sustraerse a la acción de la justicia, poco más o menos como en su día lo hizo el señor Ruiz Mateos, postulándose como eurodiputado con el mismo objetivo de no dar cuenta de sus actos. Y en esta actitud indigna lo apoya firmemente su partido.

En consecuencia, una vez dimisionario el señor Fernández Bermejo, el Gobierno y el PSOE no pueden admitir que, a continuación, el problema sea el señor Garzón; no pueden admitir que haya siquiera un "caso Garzón". Es obvio y clamoroso que lo que hay es un "caso Trillo" y de eso debe hablarse. Dicho en román paladino: este individuo es indigno (como dicen los familiares de las víctimas del Yak 42) de estar en política, de presidir comisión alguna y mucho más de exigir responsabilidades a nadie.

Y como el único lenguaje que este tipo de personas entiende es el suyo, el Gobierno y el PSOE deben romper toda interlocución con el PP en materia de justicia en tanto quien esté al frente de la otra parte sea un individuo como el señor Trillo y en tanto éste no dimita de todos sus cargos, empezando por el de diputado. Que ya está bien.

(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).