dissabte, 18 de juliol del 2009

Tierra amada de todo español.

Por primera vez en la historia un gobernante español, el ministro de Asuntos Exteriores (AAEE), señor Moratinos, se dispone a visitar Gibraltar, con gran disgusto de los sectores más reciamente hispanos y derechistas, que no quieren que se produzca ese hecho por considerar que debilita la posición de España en el contencioso con Gran Bretaña sobre la soberanía del peñón.

Pero ¿qué se va a esperar de los rompeespañas, de los enemigos de la Patria sino el intento de asesinarla de consuno con la pérfida Albión?

Y la verdad es que algo de cierto hay en eso de la "pérfida Albión", sin que esta observación presuponga que uno condona el nacionalismo español más carpetovetónico. Veamos: igual que el Gobierno español (éste y todos antes que él) pide siempre la soberanía sobre el Peñón, lo mismo hizo en su día el Gobierno chino respecto a Hong Kong, exigiendo una retrocesión a su soberanía de la próspera colonia inglesa.

En el caso de Gibraltar, el Reino Unido afirmaba no estar en contra de la descolonización del Peñón, pero exigía que se consultara previamente a la población en un ejercicio del derecho de autodeterminación, procedimiento generoso, izquierdista, demócrata, a quien nadie podía obstaculizar por su carácter progresista. El gobierno español, sin embargo, ganado de mano por la diplomacia inglesa no puede hacer gran cosa porque la población gibraltareña, los llanitos, prefiere seguir siendo inglesa antes que española .

En el caso de Hong Kong, a la inversa, el Reino Unido no hizo nada parecido por más que era evidente que los cuatro millones de hongkoneses deberían decir algo, tampoco querían someterse a la jurisdicción china y preferían seguir siendo ingleses, aunque fuera de segunda, antes que chinos. Sin embargo, Gran Bretaña no aplicó derecho alguno de autodeterminación sino que, llegado el momento, se limitó a devolver Hong Kong a la China sin más explicaciones que alguna lágrima derramada cuando en 1997 se arrió la Union Jack en una escena romántica de fin de glorias imperiales. Obviamente la diferencia entre Gibraltar y Hong Kong no está en las naturalezas de sus respectivas poblaciones sino en las relaciones de fuerza entre China y el Reino Unido por un lado y el Reino Unido y España por otro. Y no hace falta seguir.

Moraleja: el derecho de autodeterminación se aplica cuando y si conviene a la parte más fuerte de todo conflicto.