dissabte, 1 d’agost del 2009

Censura del siglo XXI.

Ardo en deseos de leer cómo justificará la izquierda bolivariana y la no bolivariana el último ataque de Chávez a la libertad de expresión con el proyecto de ley especial de delitos mediáticos. ¡Delitos mediáticos! La cultura francesa bautizó el nuevo territorio como médiatique, mediático; la hispánica le cuelga el sustantivo delitos. Desde luego, no paro quieto de deseos de conocer con qué argumentos defiende la izquierda una norma arbitraria que impone penas de cárcel por "delitos" de opinión, esto es, que prohíbe arbitrariamente la libertad de expresión. Los bienes que habitualmente se invocan para justificar las restricciones a esta libertad son altisonantes: la Patria, la Seguridad Nacional, el régimen democrático, la salvación de la República, la Divinidad, etc. Pero en la izquierda siempre hemos sabido que esas son excusas y que coartar la libertad de expresión es cosa de derecha mientras que ampliarla lo es de izquierda. Cierto que el señor Chávez no se queda atrás en altisonancia: se va a suprimir la libertad de expresión en Venezuela para garantizar la seguridad del Estado y, desde luego, los logros de la Revolución bolivariana que, como todas estas revoluciones pendientes de caudillos, se adapta con facilidad a lo que el mando ordene en cada momento y significa lo que el mando quiere que signifique. ¿Es cierto que Según el borrador de la ley, una persona que divulgue una información considerada "falsa", "manipulada" o "tergiversada", que cause "perjuicio a los intereses del Estado" o atente contra la "moral pública" o la "salud mental", habrá incurrido en un "delito mediático" y podrá ser castigada hasta con cuatro años de cárcel? Si eso es cierto, eso es una barbaridad. En la izquierda hemos pensado siempre que la mejor ley de prensa es la que no existe. No hay delito de opinión pero siempre acaba apareciendo alguien que consigue restringir la opinión sobre algo por altos intereses de Estado o la Moral, por supuesto. Por ejemplo, hoy, los que penan el negacionismo de los campos de exterminio.

Una ley mordaza, si la promulga lo que pasa por ser la izquierda, ¿es menos ley mordaza? Por cierto, a la hora de limitar la libertad de expresión de los audiovisuales la idea de que en el espacio radioeléctrico hay "latifundios" es genial. Así, lógicamente, se limitan las emisoras invocando la muy izquierdista libertad de la propia expresión de cada cual. Eso se llama la "democratización del espacio radioeléctrico".

Lo repito: estoy impaciente esperando a leer cómo se justifica la abolición de la libertad de expresión en aras de los intereses de la Revolución bolivariana. No hay miedo: parece difícil pero, en realidad, es muy fácil pues consiste en jugar con la multivocidad de las palabras. Doy además, un ejemplo inmarcesible acerca de cómo se hacen estas cosas. Franco no suprimió la libertad de expresión sino el libertinaje de expresión. ¿Se capta el matiz?

En el caso de la izquierda contemporánea su libertinaje de expresión fue la idea que comparten todos los medios de comunicación de la extrema izquierda de que el mundo está entontecido por unos medios de comunicación comerciales de masas que, en realidad, son medios de manipulación de masas, frente al baluarte de los alternativos que se juzga más verídico y objetivo cuando a mi entender supera en mendacidad a la prensa comercial más lamentable.

En fin, a ver quién se lleva la palma en justificar esta barbaridad en nombre de la Revolución.

(La imagen es una foto de ¡Qué comunismo!, bajo licencia de Creative Commons).

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