dimarts, 22 de setembre del 2009

Nicoleón Sarkozy.

Cuéntase que un joven diputado inglés alma de cántaro a quien Churchill estaba mostrando la Cámara de los Comunes, al ver la bancada laborista, exclamó con pasión: "¡Ahí se sienta el enemigo!" A lo que el viejo zorro respondió con flema: "Se equivoca, joven, ahí se sienta la oposición" y añadió señalando la bancada conservadora: "El enemigo se sienta ahí".

¡Cómo se odian los señores Sarkozy y De Villepin! Casi parecen hermanos y lo suyo lo que se llama un odio cainita. En realidad, políticamente son hermanos. Pertenecen al mismo partido (y convierten con ello a Churchill en profeta) y han formado parte del mismo gobierno bajo Jacques Chirac, del que también se dice que está pringado en el alucinante caso que enfrenta a los otros dos, el caso Clearstream con De Villepin como acusado y Sarkozy como acusación particular. La cuestión en concreto: si, siendo primer ministro, De Villepin medió para que llegara a la policía, sabiendo él que era falsa, una lista de nombres de personas sospechosas de blanqueo de capitales en la que se encontraba el de Sarkozy. La idea parecería ser difamarlo y destruir sus esperanzas de presentarse candidato a la Presidencia de la República, cargo que codiciaba De Villepin. El proceso va a sacar a la luz del día parte de las mayestáticas entretelas del Estado francés, sus servicios secretos, algunos de los banqueros, aristócratas, mafias, políticos de todos los colores, eclesiásticos... La feria de las vanidades entre Matignon y el Elíseo. Preguntado Sarkozy porqué rompe la tradición de que los presidentes de la República no pleitean mientras están en el cargo ya que gozan de inmunidad, contesta que si es cierto que el Presidente de la República no está por encima de la ley, también lo es que no está por debajo. Y ha añadido en imagen inquietante: que "hará colgar del gancho del carnicero a quienes hayan hecho esto".

Es el último acto, por ahora, de una larga historia de enfrentamientos entre los dos políticos, ambos aspirantes a la presidencia de la República, lo cual recuerda aquella anécdota que se cuenta del Emperador Carlos V en relación con Francisco I de Francia: "Mi primo y yo estamos de acuerdo: los dos queremos Milán". Igual que los dos gaullistas de segunda generación quieren la presidencia de la Vª República, aun con el mandato capado de siete a cinco años, porque sigue siendo la obra de De Gaulle, la penúltima encarnación de Napoleón en Francia. Digo penúltima porque para mí que la última es la de M. Sarkozy ya que el asunto De Villepin trae a la memoria la muerte del duque d'Enghien, a quien Napoleon hizo fusilar sabiendo que era inocente y los cargos, inventados. Y el ejemplo vale para las dos partes.

(La imagen es una foto de azrainman, bajo licencia de Creative Commons) y es una ingeniosa adaptación de Photoshop del célebre cuadro de David titulado Napoleón cruzando los Alpes.