dimecres, 11 de gener del 2012

Carta de Palinuro a Rodríguez Zapatero

Querido presidente: me gustó mucho y me emocionó el escrito de autocrítica que me hiciste llegar con permiso para difundirlo en mi blog (Autocrítica de Rodríguez Zapatero). Es un texto ecuánime, objetivo, sin autocomplacencias ni jeremiadas, rebosante de respeto hacia tu auditorio y por ende de respeto hacia ti mismo pues nadie que no se respete personalmente puede respetar a los demás. Sales de la tarea que desempeñaste con dedicacion y entereza como entraste en ella, mirándonos a todos de frente, con la vista bien alta, honrado y apreciado hasta por tus adversarios, que ya es decir. No dejas detrás nada de lo que debas avergonzarte o arrepentirte y has hecho una aportación a la dignidad de la izquierda en momentos de extraordinaria dificultad que pocos pueden igualar y nadie, en mi opinión, superar. Tu autoridad moral como demócrata al servicio de tu país es enorme.

Permíteme que, en respuesta, te dirija esta carta en nombre propio y de cuant@s quieran adherirse a ella. Mi intención no es reiterar o repetir los aciertos y los fallos de tu gestión pues ya lo haces tú de modo certero, sabedor de que tu obra, como toda humana, no podía ser perfecta. Antes bien, pretendo considerar las circunstancias en que desarrollaste tu labor sólo porque veas que, aunque a veces hayas podido intuir decepción y hostilidad en tu entorno, las gentes que la hemos seguido como ciudadan@s, sabemos compaginar el espíritu crítico con el sentido de la justicia que obliga a todos, no lo ignoras, a dar a cada cual lo que le corresponde.

Pero antes de empezar quisiera romper el protocolo habitual trayendo a primer plano lo que siempre se deja para el último, esto es, la felicitación a tu esposa, Sonsoles Espinosa, mujer de gran valía personal que ha sabido estar estos casi ocho años en una posición de independencia e implicación en el compromiso común también sin parangón en la historia reciente. No es cierto que detrás de todo gran hombre haya siempre una gran mujer porque, a veces, ésta no está detrás sino al lado, hombro con hombro. Las felicitaciones a ti son felicitaciones a ella por igual y todo lo que aquí se diga, se dirá de los dos. Formais una gran pareja.

Tus aciertos y tus errores son ya historia y de ellos se ha hablado abundantemente. No tanto sin embargo de las circunstancias en las que se produjeron y que también serán historia. Esas circunstancias en tu primera y segunda legislatura se resumen en un solo dato. Tuviste enfrente formidables adversarios, verdaderos enemigos que trataron de aniquilarte desde el principio para evitar que llevaras adelante tu proyecto de ampliación de derechos y libertades de l@s ciudadan@s, las mujeres, l@s homosexuales, l@s jóvenes, l@s mayores, l@s pensionistas y l@s dependientes; los sectores más desfavorecidos de la sociedad, que son la mayoría. Querían impedir que mejoraras la vida colectiva. Los banqueros, los grandes capos de la patronal, la iglesia católica, (para la que eras el Anticristo como se leía en las pancartas de algun@s de sus fieles seguidor@s), una oposición ultramontana y agresiva y unos medios sensacionalistas, mendaces, amarillos; todos querían destruir la legitimidad de tu acción. La oposición te trató de modo injurioso y acumuló insultos sobre ti de los que hoy debiera sentirse avergonzada (y no es el caso) sobre todo porque tú jamás le pagaste en la misma moneda y demostraste con ello ser un señor. Entre el señor y el patán media un abismo que ninguna componenda podrá salvar jamás, pues radica en el espíritu. La prensa elevó el maltrato con frecuencia hasta la grosería y el linchamiento y no vale la pena comentar nada sobre ella salvo que no merece tal nombre.

En resumen, tu primera legislatura fue una lucha titánica contra una coalición de reaccionarios, demagogos, matones y machistas. Aquellas injurias a tus ministras producen verdadero bochorno. Tan cerrada fue la acción en tu contra, tan incansable y despiadada, que puede compararse con la que se hizo contra Felipe en su día y, antes, contra Azaña. Enhorabuena. Enhorabuena porque saliste airoso, no nos fallaste y pusiste a España en vanguardia de un proyecto socialdemócrata de reforma social que fue la envidia de toda la izquierda europea.

Luego llegaron los años aciagos, los de una crisis estructural del capitalismo que se ha llevado por delante países enteros y supuso un chantaje sobre España como el país no había vivido jamás. Nadie me quita de la cabeza que, en la dureza, la soberbia, la perentoridad conque los líderes europeos te forzaron a dar un giro de 180º contrario a tus convicciones hay un elemento siniestro, un afán de hacerte pagar por tus éxitos anteriores, de aniquilar tus conquistas sociales, una venganza de clase. Lo que la derecha española no pudo lograr creyó lograrlo la derecha europea: que te desdijeras, que mordieras el polvo, que renunciaras al proyecto socialdemócrata, que reconocieras que la política económica neoliberal no es solamente un parche coyuntural sino una verdad incontrovertible. Y no lo hiciste.

Cuando la tempestad ruge hay dos posibles comportamientos: el poste seco se quiebra pero no se dobla; la caña de bambú se dobla pero no se quiebra. Yo prefiero el bambú porque, pasada la tempestad un poste roto no sirve para nada mientras que el bambú recupera su forma y tú adoptaste las medidas que la prepotencia ajena y la necesidad propia hacían obligatorias, evitaste al país un destino a lo griego pero lo conseguiste salvaguardando en la medida de lo posible los intereses de los más perjudicados. Es decir, te enderezaste.

Como tú mismo dices en tu escrito, tus dos mandatos han sido globalmente positivos. Añado yo, para la causa del socialismo democrático, de la socialdemocracia por la que han votado casi siete millones de personas. Enhorabuena de nuevo, y hasta siempre, presidente.

(La imagen es una foto de Agência Brasil, bajo licencia de Creative Commons).