dilluns, 9 de juliol del 2012

Ciberrevolución

El movimiento del 15-M cuenta ya con una pequeña biblioteca para algo más de un año de abigarrada, profusa y a veces confusa existencia. No está mal. El fuerte impacto que ha obtenido en la opinión pública en España y fuera de España, los problemas que plantea, las cuestiones que suscita, han actuado como un revulsivo de la hasta ahora complaciente conciencia colectiva incluso en sus márgenes más críticos. Y como siempre, son los intelectuales los primeros en sentirse interpelados por el nuevo fenómeno; sobre todo los intelectuales más críticos, los más incómodos, los que no suelen coincidir con ninguna corriente dominante ni pertenecen a circuitos corporativos del tipo que sea. Se acercan estos al 15-M en la esperanza de encontrar en él el reflejo de sus propias inquietudes, sus discrepancias, un espíritu gemelo, en definitiva. Y confraternizan. Luego los intelectuales escriben, pues esa es su función, opinan, interpretan, explican y ahí es donde se animan los debates teóricos, muchas veces muy entretenidos.
Es el caso de Marcos Roitmann en este ensayo (Marcos Roitman Rosenmann (2012) Los indignados. El rescate de la política. Madrid: Akal. 139 pp.) cuyo título trae causa de ese movimiento tan mediático. Son los agnados de Stéphane Hessel. El autor, cuyo pedigrí izquierdista es notorio, parte de una visión sumamente negativa de la última evolución del capitalismo, la generalización de la incertidumbre y el malestar en una situación en la que se da una circunstancia de alta violencia estructural, con una guerra abierta de las clases dominantes contra los movimientos populares como el del 15-M al que criminalizan de modo sistemático. Es la consecuencia de la operación del totalitarismo invertido, de Sheldon Wolin al que Roitman se remite expresamente.
Añadase en el terreno de los hechos desnudos que el fracaso del Estado del bienestar es uno de ellos, sustituido por la hegemonía del neoliberalismo en todos los ámbitos, especialmente el político y económico, amalgamado todo en una especie de melaza bajo control absoluto de los poderes financieros y de los mercados, es decir, en el fondo, en el más absoluto de los descontroles. Es en este contexto en el que se producen las insurgencias ciudadanas que hemos podido ver en los últimos años y que, a juicio de Roitman deben entenderse al modo en que Hegel entendía la astucia de la razón pues gracias a ellas, gracias al 15-M, se produce el rescate de la política. El autor considera emocionado el fenómeno porque le atribuye la realización de sus más preciados ideales: la insurgencia colectiva en ejercicio de la autonomía de la persona en lucha contra las fuerzas del mal, básicamente el capital.
Roitman concluye con dos interesantes reflexiones que dicen tanto sobre el 15-M como sobre su modo de observarlo. De un lado previene contra la tentación de aplicar al 15-M las teorías de la conspiración, propósito encomiable pero poco realista pues el conspirativismo es una constante de la condición humana. De otro, levanta acta de las luchas y polémicas internas del 15-M pero lo considera un arma eficaz en la lucha contra el dominio absoluto de los mercados en la sociedad.
El autor apenas presta atención al aspecto ciberpolítico del 15-M o yo no la he visto. Sin embargo tiene mucha importancia. El 15-M es un movimiento que se da en el ciberespacio y se manifiesta en el espacio material y ese carácter ciberpolítico tiene consecuencias interesantes. A lo mejor asistimos a una revolución en el ciberespacio, a una ciberrevolución, cuyas reglas iremos descubriendo sobre la marcha.
En un orden de cosas más próximo, la mayoría de los estudios sobre el 15-M lo entienden como una manifestación democrática. Pero casi ninguno aborda la espinosa cuestión de cómo hacer compatible el 15-M, de cuyo triunfo muchos nos alegraríamos, con el modus operandi de la democracia, consistente en el respeto absoluto a la regla de la mayoría. Las sociedades no se cambian solo con decisiones en asambleas de barrio o de plaza sino mediante elecciones en las que se manifieste la voluntad de la mayoría. Si algo puede ayudar a resolver este problema es precisamente el hecho de que el movimiento se dé también en el ciberespacio.