divendres, 14 de setembre del 2012

La involución.

Con la declaración de bienes del Congreso puede verse que los miembros del gobierno son gente pudiente, gente rica, alguno millonario y algún otro, multimillonario, como ese Secretario de Estado (una especie de viceministro) que apalea los millones. Un gobierno de ricos nunca podrá ser un gobierno justo, cosa que saben y a la vez predican los cristianos a partir de sus Evangelios. Lo más probable es que un gobierno de ricos gobierne en favor de los ricos, como lo hace este.
De ningún modo, sostiene Rajoy, quien argumenta que el interés general de los españoles es su único criterio a la hora de tomar decisiones. ¿Por qué no? ¿Por qué no admitir que alguna vez diga la verdad? Es posible, solo que esa verdad es enrevesada pues su único criterio es lo que él entiende por "interés general" y que puede coincidir con dicho interés general o no. Desde el punto de vista de los empresarios ellos mismos son el interés general puesto ellos son quienes crean empleo. Y este es el punto de vista de Rajoy. El de los empresarios.
Al mismo tiempo el gobierno se ha planteado una política de involución muy acusada y muy rápida. La velocidad a que se están desmantelando los servicios públicos de educación y sanidad es la que ha traído la reforma de la Ley del aborto para negar que este sea un derecho en ninguna circunstancia.La crisis es el pretexto que se invoca para imponer la ideología del PP que en este terreno es el nacionalcatolicismo.
En función de ese criterio empresarial acerca del interés general de los españoles se ha aprobado una reforma laboral que deja a los trabajadores prácticamente sin derechos, empezando por el fundamental aquí, el de negociación colectiva, el que más molesta a los empresarios. Es posible que la próxima exigencia del interés general al modo de Rajoy sea suprimir el salario mínimo. De acuerdo con el credo neoliberal de las autoridades, no hay que interferir en la libertad de la gente de trabajar por salarios de hambre.
El interés general es compatible  con situaciones netas de privilegio: la iglesia no ha sufrido el más mínimo recorte ni ella ha hecho ademán siquiera de aceptarlo. Las grandes fortunas y las empresas tienen asimismo una trato fiscal tan escandalosamente favorable (en el caso de las SICAV) que da al traste con cualquier ilusión de justicia fiscal. Y, si eres rico, hasta delinquir puedes, porque llega luego Montoro, uno de los complacientes trujimanes del capital y te amnistía el fraude que hayas cometido a cambio de un simbólico óbolo que tampoco es preciso pagar. La prueba es que este genio maquiavélico de las finanzas ha conseguido recaudar el 2% de lo que esperaba con su amnistía. Es decir, puedes delinquir y reírte de las autoridades que, al fin y al cabo, son tus sayones.
La idea de la administración que rige en el gobierno es absolutamente patrimonialista. Este noentiende ser mero administrador de unos recursos, sino que se tiene por propietario de ellos. Así se explica que practique la política del enchufismo y el clientelismo más  exacerbados en materia de nombramientos, desplazando a profesionales no incondicionales y llenando los puestos con fieles seguidores, amigos, deudos y parientes en una política sectaria de reparto de cargos considerados todos prebendas y botín. Gobernar consiste en gestionar nuestros recursos de acuerdo con nuestros intereses, en beneficio de los nuestros y sin necesidad de guardar las apariencias, que para eso se cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento.
La curiosa mezcla de nacionalcatolicismo y ultraliberalismo que constituye el sustrato ideológico y práctico es la nueva forma del fascismo con la que estos neofranquistas aspiran a desmantelar el Estado del bienestar y los adelantos que se había conseguido en materia de igualdad, de derechos, de cohesión social.
Es una agresión al pueblo en toda regla, un gobierno de involución. Y la izquierda no está dándole la respuesta que merece ni por asomos..
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).