divendres, 3 de gener del 2014

El santo grial.

Ayer vi la Avaricia que filmó Erich von Stroheim en 1924. Bueno, una versión archirrequeterresumida de la original. Solo dura 140 minutos. Las versiones autorizadas que andan por ahí y, supongo, podrán bajarse de la red, tienen dos horas y media y cuatro horas respectivamente. Además, dicen las crónicas, aunque parece leyenda, que hubo una versión primera de once horas. Si la hubo, nadie sabe en dónde está; pero corren las más fantásticas habladurías. Por ello esa hipotética versión recibe hoy el muy apropiado nombre de santo grial. Mira por donde, después de tanto discutir, alguien propone una forma concreta para el grial: pilas de rollos de celuloide, marcados, al parecer como McTeague.

McTeague es la novela de Frank Norris sobre la que Von Stroheim escribió un guión del que se dice era tan largo como la obra. La peli, desde luego, muda y todo, con bocadillos narrativos, es apasionante. Norris es una especie de Zola estadounidense y Von Stroheim había trabajado con Griffith. El resultado es este Greed! (de título ciertamente en la escuela de Griffith) que muchos consideran una de las mejores películas del mundo, si no la mejor. Es una historia contada de modo soberbio pero sin las pretensiones de epopeya de Griffíth. De acuerdo con los postulados del naturalismo, McTeague es un relato de los que se llaman sociales, en los márgenes entre lo popular y lo delictivo, una historia de bajos fondos, pasiones, miseria y muerte; nada de grandezas, naciones, razas, momentos de la humanidad. Es más, según leo, Von Stroheim intentó poner sordina al antisemitismo de Norris. Pero no sé si lo consigue. La protagonista, Trina Sieppe, entra en una tienda semita a comprar un filete podrido para la comida de su marido. Su carácter es una especie de quintaesencia de los tópicos antisemitas más obvios, como es la avaricia de la mujer que, en su desvarío, llega a dormir sobre sus dineros.

Por cierto, a la hora de hablar de violencia de género, un repasito a esta historia sería muy instructivo. Se adelanta en veinte años a la famosa bofetada de Glenn Ford a Gilda y lleva la agresión mucho más allá. Viene bien siempre para recordar en dónde estamos.

Las escenas finales en el Valle de la Muerte, que se rodaron in situ y en las condiciones que narran son extraordinarias por las imágenes y por la conclusión de la historia.