dissabte, 21 de març del 2015

Cuando crees que has tocado fondo, hay más debajo.


Fondos, sí. Bajos fondos. Los de los ladrones comprobados y presuntos del PP en la Comunidad valenciana que son una gavilla, una verdadera plaga: Francisco Camps, Carlos Fabra, Lola Johnson, Luis Redondo, Lluís Motes, Nuria Romeral, José López Jaraba, Sonia Castedo, Rafael Blasco, Angélica Such, Milagrosa Martínez... y así hasta 127 personas, concejales, consejeros, alcaldes, dirigentes. Un mar de corrupción y podredumbre. El PP no es un partido político al uso, sino una asociación para delinquir y, en Valencia, una cueva de ladrones desorejados, de sinvergüenzas estafadores. Una colección de granujas que, con la ayuda de los delincuentes de la trama Gürtel o por su propio ingenio, han esquilmado los caudales públicos destinados la asistencia al desarrollo, a las obras públicas, los hospitales, las escuelas, las actividades municipales, las competiciones deportivas, los museos, todo, hasta dejar una de las comunidades más ricas del país en la quiebra. Hasta la visita del Papa en 2006 les sirvió para robar con una mano mientras con la otra se santiguaban.

En Valencia el PP es una industria de chorizos que compite directamente con la que también tiene este partido montada en Madrid, en donde la apropiación indebida y hasta el robo y la cantidad de imputados y procesados es similar a la de los valencianos. Esa caterva de ladrones, encabezada por su presidente, él mismo acusado de haberse llenado los bolsillos con dineros sospechosos mientras imponía sacrificios y necesidades a sus conciudadanos, viene con todo el morro a pedir el voto a los valencianos.

Y habrá quienes les voten. Sin duda, todos los sinvergüenzas que hayan estado aprovechándose de los contratos ilegales, las mordidas, comisiones y trinques. Áñádase la multitud de enchufados que la partida de ladrones ha ido colocando en las administraciones públicas, todos leales votantes del PP, los clientes y lo que esperan que se les resuelva el ¿qué hay de lo mío? así como todos los parásitos que viven de las mamandurrias distribuidas entre clientes, "asesores" y otros siervos de la banda.

Es un voto cautivo con las cadenas de la corrupción, pero lo suficientemente cuantioso para que pueda darse la imagen de más arriba: la plana mayor de la supuesta organización de mangantes, con los presuntos corruptos al frente, Rajoy y Cospedal, pidiendo el voto para los demás pillasobres y corruptos y amenizando la fiesta esa zafia alcaldesa, vestida de capitán América, que sabe que cuanto más verdulera, grosera y ridícula sea, más votos atraerá.

Porque si aquí, un granuja como el Curita, ya descubierto en sus mangues, pudo revalidar una mayoría absoluta, la hazaña estará también al alcance de este espanto de mujer que no solamente cobra uno de los sueldos más elevados del país, sino que tiene enchufada a su familia a costa del contribuyente. Y del votante.
 
De los demás, Palinuro no habla pero, para su coleto, piensa que hace falta ser tonto para votar a quien te roba.