dimarts, 17 de març del 2015

¡Somos españoles!


Con las dos crisis que se ceban con España, la económica y la de vocaciones, muchos empiezan a flaquear y a sentir que esto de ser españoles es una incomodidad cuando no una tortura. Hay que combatir la quinta columna espiritual de la Antiespaña. Somos más españoles que nunca y orgullosos de serlo y de exhibirnos a los maravillados ojos del mundo con la prez y la honra que siempre nos han caracterizado.

Ahí tienen ustedes al ministro del Interior de un Estado no confesional, inaugurando un cuartel de la Guardia Civil en Fitero, en compañía del obispo y un ayudante, quienes han bendecido los locales, hisopo en mano, exorcizando de paso al maligno. Estaba previsto construir un centro sanitario en el lugar pero es obvio que un cuartel es algo más reciamente español. Un cuartel de la Benemérita en una localidad navarra que lleva años clamando por él. A la izquierda, en actitud gallarda, los charolados tricornios. A la derecha, en discreto segundo plano, el ministro del Rey. Trono, altar y orden público. ¿Somos o no somos la España eterna? Si le quitan el color a la imagen, verán que no ha cambiado nada.

Bueno, algo así: estamos en un Estado democrático de derecho en donde ya no se tortura en los cuarteles de la Guardia Civil. En este de Fitero, desde luego, en absoluto, pues así se lo han asegurado al ministro San Raimundo y San Bernardo, que le han inspirado. Es textual; no invento nada. Con tan poderosos santos, es seguro que a la Guardia Civil del cuartel no se le irá la mano con los detenidos. Y si, por desgracia, se le va, mira, ya están bendencidos. Eso que se llevan. Porque, además, a ver, que ya está bien de pacifistas izquierdosos, ¿no apoya el Vaticano una intervención militar de la ONU contra el Estado Islámico? Es lamentable, sí, pero, a veces, Cristo tiene que coger la metralleta. Este Papa medio rojo va aclarándose. Eso es reconocer el glorioso espíritu de las Cruzadas. Y ¿qué va nadie a enseñarnos a nosotros de cruzadas?


Esas vacas saltarinas están locas de contento del trato que la auténtica y verdadera España de siempre da a sus maridos los toros, verdaderos protagonistas de ese arte, ese patrimonio cultural inmaterial, esa sublime fiesta nacional consistente en asesinarlos entre horribles sufrimientos. Ya sé que sueno como una de esas guarras de Femen que en cuanto pueden muestran los pitones y se embadurnan de pintura roja para denigrar nuestra esencia racial. Lo hago a propósito porque se vea cuán difícil es alcanzar la condición de español digno de la Patria. Qué redaños hay que tener y qué agallas, para no responder a la Antiespaña como merece.

Recuperar la dignidad patria, el orgullo de ser español, miembro de una gran nación y ciudadano de un Estado moderno, justo, libre y culto. Y sabemos honrar a nuestros mayores, a nuestro próceres, aquellos que, con su esfuerzo, construyeron la grandeza de la que hoy gozamos. El Ayuntamiento de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) ha decidido homenajear a un anterior alcalde y jefe local del Movimiento Nacional, el falangista ya fallecido, Eugenio Molina Muñoz, alcalde nombrado por Franco entre 1963 y 1979. Van a poner su ilustre nombre, conocido en todo Alcázar y pedanías aledañas a un parque de la ciudad. Se lo quitan a un tal Pablo Picasso, del que casi nadie sabe nada en el lugar y los que saben, se hacen cruces al mencionar a un depravado comunista, afrancesado, mujeriego y pintamonas, desdoro de la verdadera pintura, la de los españoles de temple, como Sáenz de Tejada.

Y si alguna duda tenéis, escuchad al presidente del gobierno, en la mejor tradición espiritual y verbal de un Vázquez de Mella. ¡Con qué claridad afirmaba en la radio que él representa la auténtica lucha contra la corrupción que, por lo demás, es una parte pequeñísima de ese gran país que es España! En realidad, bastaría con que Floriano dedicara dos tardes a la tarea. Pero quiere ser él, quien nunca escurre el bulto, quien dirija el ataque regeneracionista. ¿Los SMSs a un delincuente? Ama comunicarse con su pueblo y envía SMSs continuamente a todo el mundo, los de arriba, los de abajo, las personas libres y los cautivos. Es tradición de caridad nacionalcatólica.

Siendo realistas, quizá el presidente no sea muy buen presidente. ¡Pero es un gran español!