dissabte, 20 de juny del 2015

En Cataluña y por el derecho a decidir de los catalanes.

Hoy, sábado, 20 de junio, Palinuro estará en Cornellá, a las 18:00, en un acto plural en apoyo al derecho a decidir de los catalanes que acabará de ganarle muchas simpatías sin duda entre los nacionalistas españoles en Madrid. Qué se le va a hacer. A lo largo de la vida, los amigos y enemigos que uno trata van cambiando según se articulan las opciones vitales de cada cual. Y no hay más. Si tus convicciones morales y políticas te llevan a adoptar determinada actitud que choca con la dominante y mayoritaria en tu entorno, tienes dos opciones: te las callas y te conviertes en un hipócrita o las expresas y te conviertes en un apestado sometido al ostracismo. Y hay que elegir. Mi apoyo al derecho de autodeterminación de los catalanes me ha hecho muy popular en Cataluña e invisible en Madrid.

He explicado cientos de veces que soy un acendrado nacionalista español que cree que la nación (cualquier nación, la española incluida) solo es merecedora de nuestra lealtad si la pertenencia a ella es voluntaria. No es el caso de una nación que fuerza a otra u otras a formar parte de ella en contra de su voluntad y que, para mayor evidencia y opresión, no solo se niega a permitir que la nación o naciones sometidas puedan separarse si así lo quieren, sino también a admitir una simple consulta popular que permita averiguar cuántos ciudadanos en cada caso serían partidarios de la independencia en unos u otros lugares.

La nación que obliga a otra a ser parte de ella en contra de su voluntad no merece respeto. No es una verdadera nación sino, si acaso, una cárcel de naciones. Es más, como sucede en España, sus partidarios no son verdaderos nacionalistas pues no confían en la fuerza y la legitimidad de su idea para mantener a las naciones voluntariamente en su seno. Al contrario, desconfían, no creen en ella, por mucho que falsarios como Rajoy digan que es una gran nación. No se atreven a ponerla a prueba y recurren a todo tipo de embustes y violencias para impedir que la gente pueda manifestar libremente su voluntad.

Hago mías las palabras de un gran irlandés, diputado de la Cámara de los Comunes británica en tiempos de la independencia de América, Edmund Burke, uno de los padres del conservadurismo contemporáneo, al defender los derechos de las colonias:  "No sé cómo desear éxito a aquellos que, de vencer, nos separarán de la mayor y más noble parte de nuestro Imperio. Pero todavía deseo menos el triunfo de la injusticia, la opresión y el absurdo."

He aclarado mi posición en mi último libro, que encuentra el lector en la columna de la derecha de Palinuro, La desnacionalización de España. De la nación posible al Estado fallido, así como muchas otras consideraciones acerca de la historia del país, la polémica de las dos Españas, el nacionalcatolicismo, los nacionalismos no españoles y sus posibilidades, la función de los intelectuales en los conflictos nacionales que se viven en España desde hace ciento cincuenta años, etc.
 
Por la tarde hablaremos de todo ello.