dimecres, 16 de març del 2016

Esa sensación de ridículo...

Tarde Piache. En un alarde de hidalguía castellana, Sánchez va a Cataluña a amansar a los díscolos catalanes mientras Rivera se ríe de ellos en el Congreso de Madrid para demostrar lo catalán que es. Lejos de Sánchez la estólida soberbia del okupa de La Moncloa que lleva años sin dirigir la palabra a nadie en Cataluña que, en el fondo, es "tierra conquistada", como decía su padrone Fraga. Sánchez no es así. Es de la escuela de Salamanca y cree que los catalanes, como los indios de América, tienen alma. Por eso les lleva unos abalorios en forma de trenes, alguna infraestructura y mucho monólogo que él llama diálogo. Su ignorancia de Cataluña es tan enciclopédica que no se ha enterado de que allí solo se puede ir ya a hablar de igual a igual y no de arriba abajo. Ese es el verdadero diálogo. Aeque principaliter lo llama la Iglesia, vieja zorra llena de astucias. Cataluña tiene una hoja de ruta hacia la independencia y, al cabo de ella veremos quién es más independiente, si Cataluña  o España. Por cierto, será interesante saber si Sánchez informará al presidente de los sobresueldos de sus conversaciones con Puigdemont, como manda la corrección democrática. Mientras lo decide, una unidad de vehículos blindados del ejército español ha entrado en Cataluña, sin duda para contribuir al diálogo sanchesco.

Por la gracia de Dios. El gobierno del okupa se declara en rebeldía frente al Parlamento que lo ha nombrado en su legislatura anterior y el Parlamento corre a chivarse al Tribunal Constitucional cuyo presidente fue nombrado por el gobierno. Todo queda en casa, si es de buena familia.  Patxi López, nuevo en el cargo, no se ha leído los papeles todavía y no ha llegado a la parte en que se regula la moción de censura para que el Parlamento, que es un órgano soberano por encima de todos los demás, mande a escardar cebollinos a ese gobierno de pedantes ergotistas. Hace falta ser fascista para decir que en un régimen parlamentario pueda haber un gobierno no sometido a control del Parlamento. Es verdad que este gobierno no es otra cosa que una presunta banda de ladrones. Pero, caramba, no hacía falta quitarle el "presunta" pensando que estaba diciéndose algo jurídicamente sublime. O quizá no sea ignorancia lo de López sino puro pavor, miedo de que si el Parlamento se atreve a interponer la moción de censura (a lo que está obligado, en realidad), la ratita hacendosa de la vicepresidencia muy enojada, le envíe a un charlista (así se definía a sí mismo el periodista García Sanchiz)  de la llamada "gloriosa" a soltarle sofisma tras sofisma. Que no hay nada más cobarde que los representantes populares de izquierda frente a los de la buena estirpe de la derecha.

El motorista de Podemos. A este Sergio Pascual lo han destituido al modo en que el Caudillo desnombraba a sus ministros. Para que no se sulfure la bancada de auténticos creyentes, diremos que el motorista era como los de Jean Cocteau en Orfeo, aunque no haya mucho parecido entre Pascual y Jean Marais. Con este cese fulminante se quiere dar imagen de unidad, armonía y concordia. Podemos no padece el síndrome de IU, aunque esté lleno de gente de IU. Y no padece crisis, pues eso son infundios de los perversos socialistas. Y si la padece, es de crecimiento. Falta estro entre los fieles. Más que de crecimiento podían hablar de metamorfosis. La crisálida ha dado paso a la imago, típico objeto de culto. El partido funciona como un engranaje perfecto. Y la prueba es que, a dos semanas de la fallida investidura de Sánchez, nadie sabe qué pretende hacer, si volver a negociar con el PSOE, apoyar un gobierno de Sánchez o jugársela a una carta, yendo a nuevas elecciones. Resulta simplemente onírico que fulminar a un dirigente del "núcleo duro" y amenazar con exigir "responsabilidades", como si fuera la purga de Benito, sea acercarnos a la palingenesia prometida. Aquí alguien sigue confundiendo la teoría (o sea, la doctrina) con la práctica (o sea, el oportunismo) y, claro, así de lucidas van las cosas.

Blanco es el color. Doña Rita Barberá, todo un carácter así como de sainete, regidora casi perpetua de Valencia, asegura que jamás vio o supo o intuyó o sospechó o se malició, o se coscó, o percibió, o se percató de que en torno suyo todo el mundo pringaba. Nueve de diez concejales investigados o procesados dan para mucho pringe, tanto que al no pringado, si es un ser humano y no el oso Yogui, habría que canonizarlo. Y si es el oso Yogui, también, pues ya le toca.  Pero ella pasó por allí impoluta, sin alterar ese peinado al estilo de la permanent de Victoria Kent. Y llega a Madrid, al Senado, a su trabajo, en definitiva. Pero, cuando va se acreditan docenas de medios para reportear sobre tan insólito evento. Porque ella es una "profesional", dice, pero no dice de qué. Viene encantada porque Rajoy le ha abierto los brazos y la ha blindado a efectos judiciales, prueba de la gran confianza que tiene en su honradez. Pero alguien en el partido le clava un puñal por la espalda, típica traición aleve, envidia carroñera. Le han abierto un expediente informativo y los expedientes, ya se sabe, los carga el diablo. Es pena que la señora no pueda decir eso de "usted no sabe con quién está hablando" porque lo sabe todo el mundo.