dilluns, 7 de març del 2016

La teoría política de hoy

Gary S. Schaal y Felix Heindereich (2009) Einführung in die Politischen Theorien der Moderne Colonia, Weimar, Viena: Barbara Budrich UTB (323 págs.)
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Es el último libro que he traducido y que estará en la calle dentro de unos meses con el título Introducción a las teorías políticas de la modernidad. Los autores son dos profesores alemanes, uno de ellos, Schaal, profesor en la Universidad Helmut Schmidt, la Universidad del ejército, en Hamburgo, y el otro, Heidenreich, en la universidad de Stuttgart. Es un texto sistemático, ordenado, muy pedagógico y todo lo exhaustivo que se puede ser en este proceloso campo de la teoría y la filosofía políticas. Nos servirá de manual el año que viene en la Universidad.

Los autores sientan el principio de que la modernidad es el origen de la teoría política contemporánea y entienden que esta se caracteriza por unos rasgos decisivos, aunque de distinto alcance: la Reforma, el conflicto entre el poder espiritual y el secular (en contraposición a la idea del Ordo medieval), los descubrimientos geográficos, el poder subversivo de las utopías, las nuevas estructuras económicas y el ascenso de la burguesía, el humanismo, el racionalismo y el escepticismo metodológico. De todo ello surge una teoría política que, a diferencia de la dominante en la Edad Media, se plantea nuevas estrategias de legitimación del poder, una concepción  distinta de este en la dialéctica entre el individuo y la colectividad, el origen de la Ilustración como autoconciencia del ser humano, con un espíritu del tiempo orientado a la emancipación aquí y ahora. No hace falta que señale, pues ya lo he hecho en alguna obra mía anterior, que la circunstancia de que España tomara posición contra la Reforma y fuera la abanderada de la Contrarreforma, selló nuestro destino como país extraño a Europa, al margen de su desarrollo espiritual. Situación que se agravó y se convirtió ya en irremediable cuando también se opuso al siglo de las luces, la Revolución francesa y los derechos humanos, pues siguió siendo adalid del oscurantismo católico hasta el día de hoy. El regreso a Europa que se inició con las generaciones del 98 y del 27 quedó sangrientamente truncado con la guerra civil y la dictadura genocida posterior; el regreso que se reinició mal que bien con la Transición, muy probablemente esté frustrándose otra vez. Es el destino. 

Lo anterior es una digresión que me permito como crítico. El libro no trata de España ni de autores españoles, como casi todos los libros que se publican en Europa y América hace ya unos doscientos años. Nos guste o no, llevamos una temporada fuera del mainstream del pensamiento contemporáneo mundial.

Los autores hacen cuatro grandes grupos de teorías políticas. De dos de ellos afirman que se trata de paradigmas, en concreto el paradigma liberal y el republicano-comunitarista. Añaden otros dos grupos que llegan hasta nuestros días y no se dejan clasificar en los paradigmas: las teorías deliberativas y las postmodernas. Aunque el tratamiento de escuelas y autores es muy minucioso, muy germánicamente minucioso, es siempre muy claro y, lo más importante, vinculan todas las teorías a los contextos histórico-políticos en que se han dado y nos ayudan a entender su eficacia e impacto.

Los dos grupos paradigmáticos se abren con un examen de sus respectivos autores clásicos. Para el liberalismo, Hobbes, Locke y Kant. Para el republicanismo/comunitarismo, Rousseau, Marx y Arendt. El primer trío puede parecer un poco extraño, sobre todo por la presencia de Kant, pero no lo es tanto si se ve que lo que de él se analiza es la crítica de la razón práctica y sus ideas sobre la paz perpetua. Igualmente en el otro trío, el vínculo entre Rousseau y Marx, que no suele subrayarse, tiene aquí oportuna relevancia y la presencia de Arendt, una alemana nacionalizada estadounidense, se explica por su concepción de la vida en la esfera pública como participación, frente a los elementos totalitarios.

El bloque liberal tiene un extraordinario tratamiento de las dos principales obras de John Rawls (Teoría de la justicia y Liberalismo político), que fue el gran centro de referencia mundial de la teoría política en el último tercio del siglo XX y en buena medida sigue siéndolo. Aquel exitazo de vincular el ideario liberal con el programa socialdemócrata que casi parece una síntesis del Zeitgeist finisecular, ha sufrido desde entonces fuertes andanadas desde las baterías neoliberales, pero la nave, aunque muy dañada, sigue navegando, en espera de que alguien restaure los elementos de una justicia distributiva y redistributiva que vuelva a ser hegemónica; en definitiva, de alguien que restablezca el discurso político a partir de una nueva concepción del contrato social en unas condiciones de contexto muy cambiadas.

Los capítulos sobre los libertarianos y los teóricos de la elección racional esclarecen los tiempos que vivimos bastante mejor que los pastiches propagandísticos de los poderosos think tanks en los que medran sus epígonos.

En el territorio republicano/comunitarista es muy de agradecer que los autores no se queden en la consideración de aquellos teóricos que agotan sus energías en una crítica razonable, sí, pero inane, al estilo de Pateman y Bachrach. Su exposición de las aportaciones de Benjamin Barber (un estadounidense poco conocido en Europa) y Michael Walzer, son muy de agradecer. La propuesta de Barber de instaurar una "democracia fuerte" a base de posibilidad de participación y debate universales es de sumo interés, como lo es la de Walzer de configurar una teoría de la justicia vinculada a las peculiaridades culturales de cada civilización. Un territorio sumamente peligroso en el que sin embargo es preciso entrar si queremos que la cosmópolis multicultural en la que estamos embarcados tenga algún sentido.

Los dos grupos últimos de teorías son muy desiguales. El de las teorías deliberativas está casi en su totalidad dedicado a la exposición de la de la acción comunicativa de Habermas. Es lógico: es alemán y es el imperator de la teoría política y social contemporánea. Su importancia como padre de la Patria alemana (unser Kritik) es indudable, pero también lo es su enorme influjo en muy diversos ámbitos académicos en todo el mundo. Se echa en falta, sin embargo, una contrastación de la teoría de la democracia dialógica con su hincapié en la comunicación y el enorme desarrollo que, desde la implantación de internet, está teniendo todo lo relativo a la comunicación humana.

El último grupo, dedicado a las teorías postmodernas es una especie de cajón de sastre en el que, desde luego, por derecho propio, entran todas las formulaciones que se han hecho después de los enunciados iniciáticos del padre de la criatura, Jean-François Lyotard. Encuentro especialmente brillantes  los capítulos dedicados a Foucault y a Luhmann. De Foucault porque profundiza en la vinculación con Nietzsche y reflexiona acertadamente sobre su visión sobre la Ilustración y de Luhmann porque por fin unos autores más inclinados a la vertiente crítica, hacen justicia a un pensador realmente brillante, capaz de rescatar la teoría general de sistemas de las simplezas pragmáticas y darle un contenido explicativo y predictivo en la época de la cibernética avanzada y la inteligencia artificial. 

Traducir la obra ha sido una interesante experiencia. Espero que también lo sea su lectura.

(En el momento de publicarse la obra, en septiembre siguiente, publiqué una segunda crítica que en complementa esta: Teorías y conflictos).