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dilluns, 23 d’abril del 2018

Hoy, Sant Jordi, firmas de Palinuro

Hoy, lunes, 23 de abril, Palinuro firmará ejemplares de España quedó atrás en las paradas que figuran en el cartel. El libro salió el mes pasado, ha estado muy alto en los más vendidos en castellano y mañana los ejemplares a la firma serán de la segunda edición.

Los escritores suelen decir que, cuando firman libros, es cuando conocen a sus lectores y es verdad. Los lectores toman cuerpo de repente, rostro, gestos y muchos, fotos. Es un momento de cordialidad. No conozco de ningún caso en que alguien se haya aproximado a que un autor le firme un libro mientras le dice que lo odia, que escribe como los asnos y que debiera dedicarse a la filatelia. 

Además de las galeras de la firma, Sant Jordi son muchas otras cosas: risas, paseos, flores, libros. 

Que ustedes lo disfruten.

dijous, 13 d’octubre del 2016

El desfile de la discordia

Con motivo del 12 de octubre, día nacional por ley de siete de octubre de 1987, o sea, ayer, las autoridades españolas montaron el habitual espectáculo de nostalgias imperiales y afirmación patriótica. Como siempre que salen los símbolos a relucir, hay bronca de todo tipo. Se hace el 12 de octubre, día del Pilar y "encuentro" de América. Pero de América no se habla porque los ecos de genocidio que llegan del otro lado saben a cicuta. Se habla, sí de la nación española, cuya fiesta tiene 20 años de tradición. Veinte años para una nación que dice originarse hace 2.000 o, por lo bajo, 500 suena raro. 

Parece mentira pero este lío lo había organizado mejor Franco que es de quien, en realidad, se ha heredado esta fórmula sincrética del 12 de actubre nacional. Franco lo había dividido en dos: el día de la Hispanidad, el 12 de octubre y el día de la Victoria, el 18 de julio, que es el equivalente al nacional por entonces porque la Victoria había reconquistado la nación. Y se celebraba con un desfile militar, como correspondía a una dictadura que se había originado en una victoria en la guerra y se mantenía gracias al ejército. A su vez, Franco, había heredado el 12 de octubre como "día de la Raza", cual sigue celebrándose en varios países americanos. Así había rebautizado Alfonso XIII el día de la Hispanidad. Ya se sabe que los términos "raza" e "Hispanidad" han tenido significados distintos. Pero eso es indiferente. Lo curioso es que nunca había habido "día nacional", igual que no hubo hasta muy recientemente, monumento al soldado desconocido y me parece recordar, sin estar seguro, de que la hoy existente se reduce al soldado desconocido de las guerras del África.

La identificación del 12 de octubre con la nación española es bienintencionada. Corresponde al ánimo de aquellos "jóvenes nacionalistas", como llamaba la prensa gringa a los socialistas en los años ochenta. Los mismos que, dando muestras de su progresismo, instituyeron el día del debate parlamentario sobre el estado de la Nación, una mezcla explosiva en estos pagos. La nación es, claro, la española lo cual explica la habitual ausencia de catalanes, vascos y nacionalistas gallegos, que no vienen a bailar al son del pandero hispano. Se consideran naciones a sí mismas. En sus territorios se conoce este debate como debate de política general. Pues la nación española les niega el carácter nacional, ellas se lo niegan a su vez a la española. Y la discordia no solo es inter-naciones sino tambien intra-nación. Pablo Iglesias, el único dirigente que ha tenido el arrojo de no asistir a este coñazo de desfile (apud Rajoy), cuestiona no la nación española sino su forma de entenderla de raíz. 

Como se ve, el asunto es el habitual embrollo de esa cuestión esencial del ser de España, asunto que envenena la vida pública española. Por lo demás, que se celebre con el anacronismo de un desfile militar que ya no se sabe a qué gesta se refiere y que ese espectáculo cueste casi un millón € en un país con un salario mínimo de 655,20 € tiñe todo el asunto con el resplandor de los fuegos fatuos.

divendres, 1 de gener del 2016

Hoy no hay periódicos de papel

El otro día en que no se editan periódicos de papel, de kiosco, es el 25 de diciembre. Antes de internet, que es como decir antes de Cristo o antes incluso, este hecho o, mejor, no hecho, marcaba la jornada: sin periódicos, con todo el mundo durmiendo la moña, incluidos los periodistas, las tiendas cerradas, las panaderías, la barra de pan congelada del día anterior. Pero eso era antes. Ahora no se nota. Los periódicos de papel son testimonio de un atavismo agonizante. Sus tiradas bajan de control en control de audiencia. En realidad, podían quedar reducidas a un solo ejemplar, como el BOE, porque la función es la misma; dar fe de que algo ha sucedido. Mejor dicho, de que se ha publicado. Si ha sucedido o no es otra cosa.

Es decir, no hay periódicos de papel pero hay noticias, hay información. Las redes no paran. No es cierto que sea un día vacío para la comunicación. Esta se multiplica, se viraliza. En un par de ocasiones Whatsapp ha saltado en varios lugares del mundo obviamente por sobrecarga, y twitter se ha llenado de chistes del tipo de "Hoy se ha caído whatsapp y he descubierto que tengo una familia que parece simpática". ¿Y qué se comunica? Pues media docena de fórmulas hechas para dar salida a ese amor infinito y cósmico que nos llena el pecho a la tercera copa de cava y que forma parte de lo que se llama el espíritu navideño (aunque ya aquí en parte algo más golfa) hecho de paz y amor y caridad.

Es posible que las Navidades tengan todas esas virtudes y buenos sentimientos pero son como de guirnaldas, o estrellas de Oriente pinchadas en papel azul. Las fiestas en realidad son jolgorios que van celebrando distintas falsedades y mendacidades tradicionales. Empieza con el sorteo de la lotería, un engaño de cabo a rabo pero un exitazo convertido en costumbre social basada en la fe. Viene luego el discursito del Rey la noche del 24, día sagrado de los cristianos, para celebrar la separación de la Iglesia y el Estado, que tiene tanto que ver con la vida cotidiana de los súbditos como un perro de siete cabezas. Y este año pronunciado y escenificado en el salón del trono del Palacio Real, la casa de todos. Siguen después los dos sagrados banquetes, la cena de Nochebuena y la comida de Navidad, fiestas que celebran la bienaventuranza infinita de la institución familiar ampliada, un ámbito en el que se mezclan el hastío y el odio, animado muchas veces por el ingenio de algún cuñao, figura que ha emergido en los últimos tiempos en las redes, como un característico del teatro. Para colmo la modernidad quiere que en muchos hogares se presente esa noche Santa Claus, primera de las dos patrañas que se coloca a los niños. La segunda es la de los más tradicionales, que mantienen el rollo de los Reyes Magos. Incluso los hay sincréticos que celebran los dos y así los niños tienen paga doble. Como los adultos, cuando no se la quita el gobierno. De la Nochevieja no hace falta hablar porque aún se la oye. Viene luego el segundo embeleco de la lotería del Niño, para estrujar los últimos ahorros de la parroquia. Y termina el paseo por esta escenificación de trolas con los citados magos que este año en Madrid, capital progresista, en aplicación de la conciencia de género ha incluido una Reina Maga. Por supuesto, las fuerzas del orden han protestado de lo lindo por la vía esa de a-dónde-vamos-a-llegar. Pues con un poco de suerte a que el próximo año, haya una mujer, un hombre y un transexual, con lo que estará más equilibrada la composición.

O sea, la celebración es el festival del embeleco y el oropel. Vamos por ella de trola en trola en un ambiente de cursilería que pone carne de gallina y acabamos sucumbiendo, mandando mensajes a familiares y amig@s deseándoles cosas buenas y mostrando que están en nuestro pensamiento. Al final, rezongando, acabamos haciendo lo que se espera de nosotros. Nos gusta porque las mentiras son siempre muy suaves. Y porque, además, de las mentiras salen las verdades. Somos sinceros cuando deseamos a un amigo o pariente lejano todo género de venturas. Trillones de toneladas de venturas cruzan el planeta de arriba abajo a coste cero. Pero nosotros somos sinceros. Lo que convierte el rito en una mentira es la multiplicación. 

En la pendiente final de las fiestas del embeleco, la realidad verdadera, la que no es de oropel ni deja lugar a dudas, se nos presenta en toda su crudeza. Ayer, en Almería, un ciudadano asesinó a su esposa de un certero disparo y luego se suicidó de otro. La verdad, comenzar así el año es muy significativo. El feminicidio es una realidad en España. No se hace a través de matanzas indiscriminadas sino gota a gota, paulatinamente, a los ritmos imprevisibles de los conflictos de pareja que el machismo dominante resuelve con frecuencia por la vía del asesinato. 

La lucha contra la violencia machista no es sencilla ni será breve. Se requieren muchos más recursos y medios materiales y paciencia para un problema que tiene una vertiente en el sistema de enseñanza, cosa que va de generaciones. Tanto más prolongada cuanto que tropieza con multitud de objeciones desde quienes quieren rebajar la intensidad de la lucha a base de decir que la violencia no es machista sino de género y que lo es contra las mujeres como contra los hombres hasta quienes niegan que haya problema alguno porque el lugar de la mujer es en casa y con la pata quebrada, si es necesario en sentido literal. 

FELIZ AÑO A TOD@S L@S LECTOR@S