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dijous, 26 de juliol del 2012

La hora de la revolución.

El capitalismo es un desastre. No solamente no puede evitar las crisis periódicas sino que no sabe cómo salir de ellas. La última crisis va ya por su quinto año sin perspectiva de mejora. Al contrario. Se ha abordado con una panoplia de políticas neoliberales que solo han conseguido empobrecer a la gente y hundir más los países en la crisis, como ya habían advertido muchos críticos. Lo importante era imponer la doctrina.
Resulta así que, después de abundantes políticas de reducción del gasto, austeridad, aumento de la fiscalidad y otras medidas tan duras como ortodoxas, en Francia sigue subiendo el paro, el infiel de Moody's rebaja la calificación de la deuda alemana y la pone en lo que se llama perspectiva negativa, algo de todas formas menos crudo que el solemne batacazo de Inglaterra. Creían los ingleses estar a salvo de la enfermedad continental y se desayunan con la noticia de que están hasta el corvejón en una depresión y que el crecimiento negativo trimestral del PIB ha sido de 0,7%, en lugar del modesto 0,2% que anticipaban los linces de la City. Por supuesto, Grecia, Portugal e Irlanda no levantan cabeza.
Cualquiera diría que las políticas de austeridad neoliberales no funcionan. El problema es que no parece haber otras. La socialdemocracia, desde luego, no aporta ninguna salvo la mayor sensibilidad hacia las cuestiones sociales de las políticas neoliberales compartidas. La izquierda algo más radical sí propone medidas concretas alternativas a las que se están tomando. Son medidas parciales, fragmentarias, ya que no se postula un cambio completo del modo de producción, y que afectan sobre todo a cuestiones fiscales, los impuestos a las altas rentas, las empresas, el impuesto de sucesiones, el impuesto sobre el patrimonio, el combate al fraude fiscal, el afloramiento de la economía sumergida, etc.
Con todo, la dificultad de esta visión de reformismo radical es su viabilidad. Su aplicación consecuente sin duda provocará una huida general de capitales de España. La teoría presupone un concepto de soberanía anterior al Tratado de Maastricht de donde salió la moneda común. Hoy, con esa moneda única, la soberanía está muy mermada. Al Estado le molesta y debilita mucho la libertad de circulación de capitales, pero no le queda otro remedio que aceptarla porque forma parte indisociable de la idea del mercado único. Y, mientras esto sea así el capital tiene un arma poderosísima frente al estado: la amenaza de expatriación. No, no hay doctrinas alternativas completas apuestas al neoliberalismo sino reformas del capitalismo más o menos radicales.
Y, sin embargo, rara vez ha estado tan claro en la historia el surgimiento de una conciencia revolucionaria, de un deseo muy extendido de reiniciar el sistema, como reza el lema del 15-M o en las distintas propuestas de abrir un proceso constituyente a través de las asambleas. Pero la huida de capitales de España pone sordina a las alegrías de los eventos mencionados para ir a fundirse con esos 17 billones de euros en paraísos fiscales que son la cifra del escándalo, el baremo de la injusticia, que es consustancial al sistema.
La Unión Europea ha estado muda en todo el proceso. Pareciera haber quedado reducida al Banco Central Europeo y a las agencias financieras que el Consejo dice que va a crear para complicar aun más la situación. Quizá sea llegada la hora en que el Parlamento Europeo convoque una suerte de Estados Generales de Europa para tratar de hacer realidad esa unión política que reclaman los alemanes. A lo mejor así puede dar comienzo una revolución europea..

dijous, 19 de juliol del 2012

Movilización social permanente.

El día de hoy es decisivo. Todos los partidos, los sindicatos, asociaciones de lo más diverso, el 15-M, DRY, etc, han convocado a la ciudadanía a manifestarse en toda España por la tarde. Solo se han excluido, según mis noticias, el PP y UPyD. En el caso del PP es comprensible, ya que la megamanifa es contra el gobierno; en el de UPyD no lo es tanto. Pero es seguro que sus razones tendrán para mantenerse al margen de un movimiento que da la impresión de estar muy extendido.  Como vienen las cosas y la generalizada indignación es de esperar que el país entero se eche a la calle porque quien más quien menos está furioso con una situación en la que
  • va para cinco años de padecer una crisis terrible que nadie previó y nadie entiende pues, si se entendiera, ya se habría resuelto. Lo cual no obsta para que proliferen las más diversas teorías, muchas veces contradictorias e inútiles.
  • los políticos adoptan decisiones cada vez más gravosas para la ciudadanía, recortes, mermas, restricciones de todo tipo que agobian a la gente en función de una crisis que nadie entiende. Y todo ello, además, para rescatar bancos.
  • precisamente los bancos son los máximos responsables de la crisis a causa de sus malas prácticas, muchas de ellas, como se ve, delictivas.
  • las malas prácticas de la banca han sido, al parecer, generalizadas, como se prueba por el asunto del Libor y el Barclays inglés y la posible implicación del Bank of America.
  • a pesar de todo es obligado rescatar los bancos (los mismos que ejecutan las hipotecas sobre sus rescatadores) a fin de que, según quiere acrisolada doctrina, fluya de nuevo el crédito nutricio que ponga en pie la economía real. Quién vaya a tomar esos créditos y producir en la economía real si nadie tiene dinero porque el Estado se lo ha quedado todo, es un misterio del pensamiento neoliberal.
  • para el enésimo rescate, nueva vuelta de tuerca a las argollas que estrangulan a los más débiles, los parados, los funcionarios, los dependientes, los jubilados, los jóvenes.
  • estos han de contemplar además cómo se los ataca en sus posibilidades, su modo de vida, sus intereses no solamente con medidas de carácter económico sino también puramente ideológico. No solo ven que se les restringen sus posibilidades de acceso a servicios sociales sino también de ejercicio de derechos de minorías, como el aborto o los matrimonios homosexuales.
  • al mismo tiempo, la población objeto de medidas de ajuste debe compaginar su amarga experiencia con la contemplación de un baile de desmesuradas retribuciones a altos cargos de los bancos y cajas a los que han llevado a la quiebra y que ahora precisan rescate con cargo a los dineros públicos.
  • los "ajustados" viven igualmente el día a día de una clase política con un nivel de privilegios que produce irritación. Que los alcaldes hayan estado fijando libremente sus retribuciones ha llevado al absurdo de que algunas varas municipales ganen más que el presidente del gobierno. Y no son estos los únicos privilegios de la clase política.
  • No obstante la convivencia más enojosa es la de los sacrificios con la corrupción. Es muy difícil admitir que los colegios deban reducir las horas de calefacción en invierno o incluso suprimirla en lugares en donde la autoridad ha dilapidado cientos de millones en algún proyecto megalómano que luego no sirve para nada. Y mucho más saber que parte de esos cientos de millones han desaparecido en una jungla de corrupción en la que habitan políticos y empresarios dedicados al expolio del erario público.
Así, el "¡Que se jodan!" final ha sido como la chispa que ha encendido la pradera.
Estos de Mongolia vienen fuerte. La portada para el día de hoy es sensacional porque unifica el llamamiento a la acción general con la referencia a la última provocación de la derecha, el exabrupto de la diputada Andrea Fabra y el recuerdo del Madrid de 1936. Todo en uno. Se me ocurre que la portada tiene dos lecturas antagónicas: 1ª) "¡No nos joderán!"; 2ª) "¡No! Nos joderán". Pero he pensado que no está el día para bromas.

dimecres, 18 de juliol del 2012

Estado de movilización social permanente.

Me gusta mucho la expresión movilización social permanente que se debe a Attac; suena bien, tiene un significado dinámico y un punto de romanticismo revolucionario en ese "permanente" que recuerda la revolución permanente de Trotsky.
De movilización social permanente (msp) se puede hablar solo con leer el titular de Público. Mineros, policías, funcionarios y parados volvían ayer a las calles de Madrid a protestar por los recortes del gobierno. Son manifestaciones espontáneas, pacíficas, muy en el estilo de las del 15-M pero tienen pinta de acabar imposibilitando el normal desarrollo de la vida urbana, sobre todo si, además saltan a otras ciudades.
Por ideología y modo de ser los conservadores tienden a ver estas cuestiones como problemas de orden público, aunque no son solamente problemas de orden público sino que tienen un trasfondo político que no se puede ignorar. Pero se ignora. El orden constitucional está claro: gobierna la mayoría y, si es absoluta, lo hace absolutamente, sin considerar en nada la oposición parlamentaria y mucho menos la extraparlamentaria, los perroflautas, vamos, el Lumpen moderno o postmoderno.
La tendencia autoritaria de la derecha se manifiesta a las claras en la perentoriedad, la contundencia de sus medidas, casi de corte cuartelario, justificadas por una improrrogable necesidad de cuya naturaleza no se dan jamás explicaciones claras. Ni falta que hace tratándose de la clase de tropa. Esta actitud ya suscita cierta animadversión pero si se añade algún factor concomitante como el providencial "¡que se jodan!", de Andrea Fabra, la animadversión puede trocarse en ira o furia y producir insubordinaciones, desobediencias, resistencias, en definitiva.
Y ya tenemos una población indignada a lo ancho y largo del país porque, después de cinco años de crisis, estamos peor que al comienzo, cuando decían ver brotes verdes, y sin perspectiva de mejora; lo cual ha de apuntarse en el haber de nuestros políticos cuya inutilidad para resolver los problemas colectivos es antológica. Nada nuevo tampoco en un país que debe de tener el record europeo de gobernantes ineptos. En el siglo XIX los hay a puñados y en el XX a la inepcia alguno añadió varias décadas de crueldad y maldad.
La indignación general tomará las calles mañana en toda España, cuyos habitantes están llamados a manifestarse en contra de la política económica del gobierno, en contra del rescate. Si, como es de suponer, mañana una marea humana lo inunda todo, el gobierno tendrá que pensarse qué hace. Tratar de problema de orden público una cuestión que incumbe a cientos de miles de ciudadanos no es viable.
En su desprecio por el Estado y la función pública en general los neoliberales olvidan que, para llevar a cabo sus políticas, necesitan funcionarios y si los antagonizan a todos, corren el peligro de que les paralicen el Estado. La última agresión a los servidores públicos ha puesto a estos en pie de guerra y el gobierno no ha calibrado que quienes han de combatir esa guerra en su nombre también son funcionarios y que, por lo tanto, su lealtad será problemática.
Si al final el Estado no consigue movilizar sus aparatos represivos que pueden hacer causa común con los rebeldes ni los ideológicos le sirven ya para nada quizá no pueda parar una iniciativa como la que se propone desde los aledaños de DRY o el 15-M, que nunca ando cierto, de ir a unas elecciones anticipadas. Si estas han de ser a Cortes costituyentes, como quieren los del 15-M o a cortes ordinarias como querrán los partidos dinásticos será cosa que, al final, podrán decidir los electores quienes podrán elegir entre continuidad con los conservadores, continuidad con los socialistas o renovación total con el 15-M, en el entendimiento de que esa renovación tendrá unos costes que se presumen superiores a los de la continuidad.
Ahí será en donde se decida nuestro futuro. Si podemos llegar hasta ahí.

dimarts, 17 de juliol del 2012

Derecho de resistencia contra la tiranía.

Parece que la idea de Palinuro de ejercer el derecho de resistencia a la tiranía va siendo recogida por otras gentes. Por ello es bueno traer aquí la entrada del pasado día 15 de julio en la que se demostraba que el gobierno de Rajoy es un tiranía, titulada La radical ilegitimidad del gobierno de Rajoy, en la que se demostraba que el gobierno actual del PP constituye una tiranía de origen y de ejercicio al mismo tiempo, como requiere la doctrina clásica del derecho de resistencia y, por tanto, nos asiste a los ciudadanos ese derecho, ya que no tenemos otra vía de defendernos de los ataques ilegales e inconstitucionales del poder político.
Entre sus muchos defectos, la Constitución española de 1978 tiene el de no recoger expresamente el derecho de resistencia. No importa mucho porque, siendo este un derecho fundamental, inseparable de la idea liberal del gobierno por consentimiento, base del orden constitucional, asiste al pueblo español, diga la Constitución lo que diga, y le asistiría incluso aunque la Constitución dijera lo contrario.
No obstante, como siempre hay almas cándidas que quieren ver algún ejemplo tangible de lo que se mueve en el terreno de las ideas, traemos a colación la vigente Constitución alemana de 1949, a la que la española de 1978 quizo imitar sin conseguirlo ni por el forro, cuyo artículo 20,4 dice: "Contra quien pretenda subvertir dicho orden (el constitucional) asiste a todos los alemanes el derecho a la resistencia cuando no exista otra vía". Es obvio que el legislador alemán considera que entre los "quienes" que puedan destruir el orden constitucional cabe contar el gobierno federal; es más, esa fue precisamente su experiencia con el nazismo: el régimen hitleriano destruyó las Constitución de Weimar desde dentro. Igual que pretende hacer el gobierno de Rajoy con la española.
El legislador alemán exige además dos requisitos expresos para el ejercicio del derecho de resistencia: a) que alguien trate de destruir el orden constitucional; b) que no haya ninguna otra posibilidad de impedirlo. Corresponde ahora ver si estos requisitos se cumplen en el caso español.
Y se cumplen. El primero: casi todas las medidas adoptadas por el gobierno del PP son más o menos claramente contrarias a numerosos preceptos constitucionales que fundamentan el Estado de del bienestar, desde los derechos sociales y económicos hasta la progresividad de la tributación, la prohibición de la arbitrariedad, el carácter público de la sanidad y la educación, pasando por el principio mismo de igualdad ante la ley, como se ve de la última rectificación, apresuradamente anunciada por los gobernantes, asustados ante el empuje de la movilización social permanente de que los sueldos más bajos de la función pública sí tengan paga de Navidad, flagrante ruptura de dicho principio, aparentemente fundamentada en un falso principio de progresividad que el gobierno niega en donde debiera imponerlo e impone en donde pudiera ignorarlo.
El segundo: el gobierno, apoyado en una amplia mayoría absoluta en el Parlamento, no permite oposición parlamentaria alguna. Controla además ilegalmente los medios públicos de comunicación, para que no puedan manifestarse opiniones discrepantes y cuenta con casi todos los medios privados. Criminaliza y persigue también ilegalmente toda crítica y oposición extraparlamentaria en la calle mediante la represión policial y la imposición de arbitrarias sanciones gubernativas y administrativas que tratan de meter el miedo en el cuerpo a la ciudadanía. Es decir, esta no tiene otra vía que el derecho a la resistencia.
Tal derecho está ejerciéndose ya en forma de lo que Palinuro llamó en otra entrada anterior La revolución pacífica, pero que los de Attac han bautizado con mucho mayor tino como movilización social permanente, razón por la cual adoptamos también esta designación que, además recuerda la idea trotskista de la revolución permanente. Lo que hay que hacer es que siga, que se amplie, que se extienda, que acabe poniendo al gobierno tiránico contra las cuerdas y lo obligue a dimitir.
Y así está sucediendo. En el día de hoy continúan las manifestaciones de diversos colectivos en distintos puntos de España. Destaca una de policías nacionales sumados a la protesta y, por supuesto, el hecho de que los militares, tras el comunicado de hace dos días y su buena recepción, anuncien acciones concretas de protesta. Es vital para el triunfo de la resistencia que la tiranía no pueda contar con sus aparatos represivos. Con los ideológicos (esto es, la legión de periodistas y comunicadores a sueldo) seguirá contando mientras pueda seguir repartiendo suculentas prebendas que previamente ha robado del erario público. Pero ya nadie se impresiona con los rebuznos de estos. Desde que existe internet y el recurso a la información libre y en abierto, nadie escucha a los esbirros de Villa, turiferario de Cospedal en la TV de Castilla La Mancha, una ruina de audiencia. Por no hablar de la cuadra de Telemadrid o del triste destino de RTVE.
En los próximos días hay un calendario de actividades en las que coincidiremos todos los agraviados por la actitud chulesca, prepotente, radicalmente injusta e ilegítima del gobierno y ahí es donde se verá que somos el 99% y que lo tenemos ganado. Si queremos, el gobierno cae. Y la rapiña de la Unión Europea tendrá que avenirse a las condiciones que se renegocien porque será eso o... nada.
En el ínterin a los tiranos no les llega la camisa al cuerpo. Empiezan a comprender que se han pasado varios pueblos no solo en la injusticia de los ajustes, sino en la prepotencia con que se han inferido y en la burla que han pretendido hacer ante las protestas. A trancas y a barrancas tratan de enmendar sus desaguisados: los Borbones se bajan el sueldo un 7% ahora, cuando ya no pueden hacer otra cosa, pero eso no tiene ya impacto, anulado como está por la mofa de que Telefónica vaya a contratar por 1,4 millones de euros al amigo Urdangarin, nadie sabe por qué capacidades profesionales y técnicas que hasta ahora no ha demostrado. La presidencia del Congreso fuerza a la bocazas de la diputada Fabra a disculparse por carta, cosa que esta hace de modo rastrero, como es ella en el fondo, pero sin dejar de mentir, al asegurar en su misiva que insultaba a los sociatas y no a los parados. Y no, es falso: insultaba a los parados.
En las próximas 48 horas veremos más concesiones y Rajoy nos obsequiará con alguno de sus ininteligibles balbuceos; pero todo eso es producto del miedo. Tienen la conciencia sucia, saben que han abusado, que han intentado coronar la obra de expolio y saqueo del país a la que llevan entregados más de diez años y tratan de hacerlo olvidar. Por eso no debemos cejar ni un minuto y hay que conseguir que los actos del próximo 19 sea la manifestación mayor y más combativa de rechazo a las triquiñuelas y los desmanes de un gobierno tiránico ilegítimo de origen y de ejercicio.
(La imagen es una foto de Partido Popular de Melilla, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 16 de juliol del 2012

Madrid resiste.

Es posible que haya sido el "¡Que se jodan!" de la imbécil de Fabra o la noticia de que Telefónica renueva contrato con el presunto Urdangarin por 1,5 millones de euros o la de que los Aznar acaban de enchufar a su enémiso pariente en una de esas empresas públicas que parasitan y de las que hablan tan mal. Cualquiera de estas noticias o cualquier otra de este jaez puede haber sido la gota que haya colmado el vaso de la paciencia popular.
Hace ya mucho tiempo que, confiados en la hegemonía ideológica de la derecha, los privilegiados, los caciques, los enchufados, los mercenarios, los especuladores, los intermediarios, los banqueros ladrones y demás gentuza, han perdido el decoro elemental y pasean sus lujos, fastos, privilegios desmesurados a la vista del todo el mundo, mientras el conjunto de la sociedad pasa estrecheces y miseria. Y nada hay más lacerante que el sentimiento de estar siendo víctima de una injusticia y, encima, con recochineo.
O puede que el detonante haya sido el brutal ataque perpetrado el pasado viernes al Estado del bienestar por un gobierno carente de toda legitimidad y encabezado por un embustero compulsivo, un cobarde y, en espera que se aclare lo de sus ingresos en el registro de la propiedad de Santa Pola, quizá un corrupto. En todo caso, parece que la gente se ha plantado y la protesta se está generalizando en Madrid y en todo el país. En Madrid discurren varias manifestaciones que interrumpen de nuevo la circulación en varios puntos, pero las protestas se dan también en otros lugares, en Asturias, en Valencia, en Barcelona.
El gobierno no ha dicho nada aún, salvo una vergonzosa rueda de prensa de Cospedal en la que esta ha pedido el apoyo de todos para que España no sea intervenida y, como es una mujer tan mala y tan venenosa, ha añadido que algún partido (el PSOE, claro) quiere que haya intervención de España, siendo así que el único que quiso e hizo todo lo posible porque esa intervención se produjera en tiempos del PSOE fue el PP quien, por boca del hoy ministro Montoro, soltó la canallada de "que se hunda España, que ya la levantará el PP." Este canalla es hoy ministro de Hacienda.
En cuanto a la izquierda y los sindicatos, el asunto pinta muy raro. Los sindicatos no se dan por enterados de que tienen un revuelta, quizá una revolución, ante sus narices y siguen haciendo planes para septiembre. El PSOE todavía no ha reaccionado y, por lo que parece, no lo hará, confiado en que el movimiento se apague y muera por sí solo. Un grave error que le costará muy caro. Todavía está a tiempo de romper esa imagen tan dañina e injusta del PPPSOE o las dos patas del régimen bipartidista de la transición, de desligarse del atropello neoliberal y retornar a su posición socialdemócrata de izquierda, hoy más necesaria que nunca. Pero la actual dirección no se hace cargo de la gravedad del momento, encerrada como está en la política de exclusivo horizonte parlamentario.
La otra izquierda, IU y otros grupos sí están con el movimiento, identificados con él y apoyándolo. Si, como es de desear, el movimiento se consolida y triunfa, si consigue la convocatoria de un referéndum sobre los recortes o la caída del gobierno de Rajoy, esta izquierda sabrá sacar partido de su actitud con toda lógica y motivo.

La insurrección cobra cuerpo.

Siempre se ha dicho despectivamente que Madrid es una ciudad de funcionarios. Pues los funcionarios tomaron ayer y toman hoy las calles de modo permanente y pacífico y la habitualmente caótica circulación madrileña está convirtiéndose en un infierno. Por cierto, cada vez se les suman más personas y la protesta, que carece de organización, de jefatura, de respaldo y de objetivos reconocidos, no ceja. Ya dijimos ayer que los funcionarios pueden ser la manifestación más clara de las llamadas multitudes inteligentes y que, además, comiencen a servir de guía para otras protestas. Por cierto he aqui el manifiesto de la policia municipal de Madrid sumándose a las movilizaciones. 
Es claro que estamos viviendo los prolegómenos de un movimiento en línea con las manifas organizadas en el ciberespacio y no sabemos cómo va a desarrollarse. Los mineros encendieron la chispa que hoy arde en las calles madrileñas. Los funcionarios aplican el saber acumulado en las experiencias del 15-M, DRY y diversas acampadas. Muchos de los manifestantes de ayer y hoy son veteranos de estas luchas
¿Y la izquierda? Al PSOE lo ha pillado con el paso totalmente cambiado. Ni una declaración, ni un gesto, ni un símbolo. No se da por enterado. Como están haciendo los medios. Como hacen las televisiones. No tenían prevista la movilización de los funcionarios (que también tiene desconcertada a la autoridad), por lo tanto, la movilización de funcionarios no existe. La ignoran y la ocultan. Que lo hagan lo medios (excepto maspublico.com que ha estado informando cumplidamente) tiene un pasar por su tendencia a la manipulación. Que lo haga el PSOE es más difícil de entender.
Pero sí existe, está en las calles de Madrid, igual que la de los mineros se ha recrudecido en Gijón. Y esta tarde se extenderá a otras ciudades. Porque existe en la red, que es en donde se coordina. Los medios comerciales, igual que el PSOE, están en la inopia. Y el movimiento, en el que se han visto banderas rojigualdas, puede tener una deriva populista, al estilo argentino del "¡Que se vayan tod@s!" que aquí podía formularse como un "¡Que se jodan tod@s!", según notable inspiración de la musa fabril, hija de ese Fabra, ciudadano ejemplar del PP y presunto chorizo de las cuentas públicas. La imagen habitual. Pero en ese "¡que se jodan todos!" el PSOE puede verse barrido si sigue mostrando la misma falta se sensibilidad, de flexibilidad y de audacia que hasta ahora.
¿Y el resto de la izquierda? IU y más allá en las zonas del anticapitalismo, la actitud es una mezcla de apoyo y recelo. La izquierda desconfía de los funcionarios, de su corporativismo y les reprocha su anterior falta de solidaridad con otras movilizaciones. No es el momento de ajustar cuentas. Es el de sumarse a los funcionarios, fusionarlos con el movimiento más amplio de forma que este adquiera esa masa crítica, esa presencia ciudadana, ese volumen social que, como hemos visto en los países árabes, sea capaz de dar la vuelta a la situación.
Para eso es imprescindible que el poder pierda la lealtad de su aparato represivo. La del ejército, muy probablemente, ya no la tiene. Y eso es decisivo. Queda por ver si se rompe la sumisión de los antidisturbios a este gobierno neofranquista. Será difícil, pero también será el punto decisivo. Ayer circularon rumores en la red de que se respetaba la paga de Navidad de los antidisturbios. Si esto fuera cierto (y es fuerza investigarlo), el gobierno debería caer ipso facto.
(La imagen es una foto de maspublico.com, bajo licencia Creative Commons).

La respuesta está en marcha.

El día de ayer fue extraordinario. Palinuro colgó una entrada titulada Estado de insurrección latente en la que se daba cuenta del ánimo que prevalecía en las redes, de indignación, compartida por mucha gente. Los funcionarios, el sector más castigado no ya por la crisis sino por las medidas de los sucesivos gobiernos para luchar contra ella, se estaban movilizando de modo espontáneo, horizontal, viral, al estilo de las redes. Si hay un grupo que encaje en la definición de la multitud inteligente, es el de los funcionarios. Un porcentaje muy elevado de ellos está en las redes, comparten información con otros colectivos y pueden organizarse reticularmente. A ellos se fueron uniendo de un modo u otro a lo largo del día los bomberos y algunos policías y la cosa se puso muy prometedora cuando se difundió un comunicado de una Asociación de militares solidarizándose con las protestas contra la agresión del gobierno.
La acción de protesta, no organizada por nadie, sin permiso de la Delegación del Gobierno, se mantuvo todo el día en diferentes puntos y aguantó hasta bien entrada la noche en la plaza de Neptuno pues la policía había cortado el paso al Congreso a la entrada de la Carrera de San Jerónimo. La imagen era simbólica: el Congreso de representantes de un país en un bunker, protegido por la policía contra sus representados. Algo está cambiando en España a toda velocidad, desde el anuncio del paquete de medidas del gobierno, todas ellas de sacrificio a las clases medias y bajas y ninguna para las clases altas o el clero. Actualización del antiguo régimen: gobierno de la aristocracia y el clero contra el estado llano o del 1% contra el 99%.
Ayudó mucho a encender la mecha de la indignación popular el "¡Que se jodan!" de la diputada Andrea Fabra. Esta majadera, hija, nieta y biznieta de caciques casi le monta una revolución al gobierno. Y más con sus "explicaciones", al decir que, en realidad, insultaba a los socialistas, como si eso que, además es falso, fuera aceptable. El gobierno no supo obligarla a dimitir y ahora tiene ya la canción del verano bajo la forma de un videoclip de Diego Escusol,


que, a día de hoy, había tenido 152.337 visitas en 48 horas.
Esos 152.337 no son los millones que ven la tele pero, aparte de que llegarán a serlo, hoy son los que tiran de los demás. Con esto se está diciendo, incluso en las sociedades mediáticas, el control absoluto de los medios no garantiza la eficaz manipulación de la opinión pública porque internet lo impide. Ya hace tiempo que la ciberpolítica está imponiendo sus reglas en las redes e incluso cuando hay actividad material, real, callejera, está en relación con las redes.
La multitud inteligente se ha manifestado ya y procede, como era de esperar, aplicando las enseñanzas de la experiencia, esto es, la del 15-M que, por cierto, está muy presente en todas estas movilizaciones y sobre todo la principal: las concentraciones pacíficas en lugares públicos. Si esas concentraciones acaban arrastrando a otros sectores de funcionarios, los médicos, los profesores, los jueces (ya le hicieron estos una huelga a Zapatero) y hasta los policías, el gobierno tendrá que dar marcha atrás.
Lo que suceda a continuación no se puede prever. Dependerá de quién recupere la iniciativa y cómo la ejerza.
(La imagen es una foto de Popicinio_01, bajo
licencia Creative Commons).

Comienza la revolución pacífica

En este momento, pasada la medianoche del 15 al 16 de julio, en Madrid está pasando algo muy importante. Ha habido manifas de funcionarios todo el día por el centro. Se les han unido -como anunciaba ayer Palinuro- policías municipales, bomberos y policías nacionales de paisano. No hay violencia. Los antidisturbios se reprimen. Probablemente tienen orden de no provocar y no crear una situación irreversible. Las autoridades están asustadas.
Esta noche va a ser decisiva. Si la protesta aguanta, mañana se le unirá todo el mundo: profesores, médicos, estudiantes, etc. Los militares ya han dicho que se solidarizan. Puede ser el comienzo del fin. Puede ser una nueva revolución de los claveles. Puede ser el plante que se necesita para acabar con este suplicio interminable de la deuda y la tiranía del PP. Y también el fin del PSOE si sigue por la senda de Rubalcaba y no sabe encontrar su sitio en esta situación claramente prerrevolucionaria.
Ahora me voy a ver cómo están las cosas. Mañana, más en Palinuro.

dimecres, 11 de juliol del 2012

Madrid fue una mina

Nadie se esperaba, aunque se venía barruntando hace dos o tres días, que Madrid se echara a la calle a confraternizar con los mineros. #nocheminera fue TT y sigue siéndolo. Ninguna televisión cubrió la jornada, pero las imágenes inundaron las redes sociales. En FB y en Twitter hay fotos impresionantes. El recibimiento se ha vivido en directo y en tiempo real en las redes. Es el tiempo de la ciberpolítica ¿Cuántos acompañaron y vitorearon a los mineros? Cientos de miles, sin duda. Con los bomberos por delante y los del 15-M, y los de DRY y los distintos partidos de izquierda y los sindicatos. Un acto de protesta del pueblo llano que, de pronto, se ha mirado y ha cobrado repentina conciencia de su fuerza. Esto no se puede parar con prohibiciones arbitrarias, como la de Cristina Cifuentes, oponiéndose al paso por La Moncloa ni con antidisturbios. Leí una buena reflexión en Twitter: si los antidisturbios cargan, que piensen que no tendrán paga de Navidad.
Se están creando condiciones subjetivas para que haya un movimiento que el gobierno no pueda ignorar. Las objetivas son patentes. Nadie se extraña y, en el fondo, todo el mundo suponía que algo así podía pasar, aunque no supiera en qué momento pues, cuando se hostiga sin cesar a la gente, al final esta se revuelve. Se invoca aquí un principio y un derecho sacrosanto: la legítima defensa frente a quien quiere aniquilarte a ti y a tu familia, tu región entera. La derecha carece de argumentos frente a esta insurrección masiva. Lo único que he leído en las redes es una pregunta retórica que pretende señalar un sinsentido pero consigue lo contrario. Uno decía: "Mineros en paro en Madrid, ¿por qué no periodistas en paro en Ponferrada?" Pues sí, ¿por qué no? Y otra ilustre periodista con antena alta en Telemadrid se preguntaba ¿qué pasaría si todos los subvencionados a quienes se retira las subvenciones hicieran como los mineros? Pues la mejor manera de averiguarlo es que lo hagan, efectivamente. A ver qué pasa. Teniendo en cuenta que no corremos riesgo de que haya toros por las calles porque las subvenciones a las corridas se mantienen.
Fue una noche emocionante que se instalará en la memoria colectiva como prueba de que la conciencia de clase no está muerta.
(La imagen es una foto de enriqeregueroalvarez@elmarquesdeleon, bajo licencia Creative Commons) que reta a los medios comerciales a publicar estas fotos.

dilluns, 9 de juliol del 2012

Ciberrevolución

El movimiento del 15-M cuenta ya con una pequeña biblioteca para algo más de un año de abigarrada, profusa y a veces confusa existencia. No está mal. El fuerte impacto que ha obtenido en la opinión pública en España y fuera de España, los problemas que plantea, las cuestiones que suscita, han actuado como un revulsivo de la hasta ahora complaciente conciencia colectiva incluso en sus márgenes más críticos. Y como siempre, son los intelectuales los primeros en sentirse interpelados por el nuevo fenómeno; sobre todo los intelectuales más críticos, los más incómodos, los que no suelen coincidir con ninguna corriente dominante ni pertenecen a circuitos corporativos del tipo que sea. Se acercan estos al 15-M en la esperanza de encontrar en él el reflejo de sus propias inquietudes, sus discrepancias, un espíritu gemelo, en definitiva. Y confraternizan. Luego los intelectuales escriben, pues esa es su función, opinan, interpretan, explican y ahí es donde se animan los debates teóricos, muchas veces muy entretenidos.
Es el caso de Marcos Roitmann en este ensayo (Marcos Roitman Rosenmann (2012) Los indignados. El rescate de la política. Madrid: Akal. 139 pp.) cuyo título trae causa de ese movimiento tan mediático. Son los agnados de Stéphane Hessel. El autor, cuyo pedigrí izquierdista es notorio, parte de una visión sumamente negativa de la última evolución del capitalismo, la generalización de la incertidumbre y el malestar en una situación en la que se da una circunstancia de alta violencia estructural, con una guerra abierta de las clases dominantes contra los movimientos populares como el del 15-M al que criminalizan de modo sistemático. Es la consecuencia de la operación del totalitarismo invertido, de Sheldon Wolin al que Roitman se remite expresamente.
Añadase en el terreno de los hechos desnudos que el fracaso del Estado del bienestar es uno de ellos, sustituido por la hegemonía del neoliberalismo en todos los ámbitos, especialmente el político y económico, amalgamado todo en una especie de melaza bajo control absoluto de los poderes financieros y de los mercados, es decir, en el fondo, en el más absoluto de los descontroles. Es en este contexto en el que se producen las insurgencias ciudadanas que hemos podido ver en los últimos años y que, a juicio de Roitman deben entenderse al modo en que Hegel entendía la astucia de la razón pues gracias a ellas, gracias al 15-M, se produce el rescate de la política. El autor considera emocionado el fenómeno porque le atribuye la realización de sus más preciados ideales: la insurgencia colectiva en ejercicio de la autonomía de la persona en lucha contra las fuerzas del mal, básicamente el capital.
Roitman concluye con dos interesantes reflexiones que dicen tanto sobre el 15-M como sobre su modo de observarlo. De un lado previene contra la tentación de aplicar al 15-M las teorías de la conspiración, propósito encomiable pero poco realista pues el conspirativismo es una constante de la condición humana. De otro, levanta acta de las luchas y polémicas internas del 15-M pero lo considera un arma eficaz en la lucha contra el dominio absoluto de los mercados en la sociedad.
El autor apenas presta atención al aspecto ciberpolítico del 15-M o yo no la he visto. Sin embargo tiene mucha importancia. El 15-M es un movimiento que se da en el ciberespacio y se manifiesta en el espacio material y ese carácter ciberpolítico tiene consecuencias interesantes. A lo mejor asistimos a una revolución en el ciberespacio, a una ciberrevolución, cuyas reglas iremos descubriendo sobre la marcha.
En un orden de cosas más próximo, la mayoría de los estudios sobre el 15-M lo entienden como una manifestación democrática. Pero casi ninguno aborda la espinosa cuestión de cómo hacer compatible el 15-M, de cuyo triunfo muchos nos alegraríamos, con el modus operandi de la democracia, consistente en el respeto absoluto a la regla de la mayoría. Las sociedades no se cambian solo con decisiones en asambleas de barrio o de plaza sino mediante elecciones en las que se manifieste la voluntad de la mayoría. Si algo puede ayudar a resolver este problema es precisamente el hecho de que el movimiento se dé también en el ciberespacio.

diumenge, 13 de maig del 2012

Cómo se impone la realidad.


Hace un año casi nadie creía que el movimiento del 15-M y similares, cuyos protagonistas se autodajudicaban el nombre más bien pulgoso de perroflautas, tuviera futuro. Cuatro gritos en las calles, dos noches de acampadas, unas cargas de la policía y asunto resuelto, pensaban muchos, de esos que siempre están al loro de la verdad oculta y saben lo que el tiempo nos depara. Y, por supuesto, casi nadie admitiría que un año después, el movimiento mostrara el vigor, la extensión y el prestigio que tiene y luciera un seguimiento tan masivo y cerrado. De calificarlo de "revolución", como hace Palinuro, malgastando un sacrosanto nombre que los mediocres que pasan por oráculos de la ciencia tienen reservado para la francesa, la rusa y un par más de episodios históricos incuestionables, de esos que tranquilizan porque va uno sobre seguro; de calificarlo de "revolución, digo, nada de nada.
Hoy puede estar pasando lo mismo. Probablemente pocos crean que el 15-M sea capaz de enjuiciar a los ladrones de alto copete que han causado esta crisis y se han aprovechado de ella, a los especuladores, los banqueros bandoleros, los financieros sin escrúpulos, los gobernantes venales y corruptos y los periodistas e intelectuales, esbirros del poder por una magra paga. Pocos creían también que los islandeses pudieran hacerlo. Y lo hicieron.
Aquí lo mismo. Si el 15-M persevera y sus partidarios apoyamos, si cada uno lo exige desde su puesto de trabajo (o de paro), si lo pedimos en los medios, si presentamos denuncias, si nos coordinamos a través de las redes, si aunamos esfuerzos, podremos ver a los responsables de la crisis, los Botín, Díaz Ferrán, Zapatero, Solbes, Salgado, Montoro, Rato, Rajoy, Guindos, Rosell, etc, teniendo que responder de sus actos, no ante un tribunal de jueces corruptos, sino ante una opinión pública bien informada. Unos serán absueltos y otros serán condenados. Pero se hará justicia.
Depende de nosotros.
(La imagen es una foto de Martin Pulaski, bajo licencia de Creative Commons).


Esto es una revolución.

Y lo es porque no se parece a ninguna otra. No es una reproducción de alguna anterior. El movimiento 15-M rompe todos los esquemas y es obligado mirarlo con ojos nuevos y el espíritu libre de preconceptos. Víctimas de estos, muchos lo daban por muerto con muy sabias razones. Y los muertos son ellos y el mundo que representan.
En primer lugar la política parlamentaria que ya no es ni un remedo de lo que fue en tiempos. El Parlamento es un lugar en el que se impone la voluntad de un partido (o dos o tres) que están en el gobierno y lo apoyan pero que no necesariamente tiene que coincidir con el bien común ol el interés general. No es solamente que el parlamento no sea soberano (esto solo se le ocurre a la ministra Báñez) sino que carece de independencia frente al gobierno. El es el que de verdad legisla ya que el parlamento se limita a dar forma jurídica legal a la voluntad del gobierno, no a la suya propia como parlamento, que no existe.
Dar forma legal a las decisiones de un gobierno que generalmente no sabe qué hacer no es tarea fácil pero sin duda será peor tener que tomar medidas sin saber qué se quiera conseguir, sin un criterio o un plan previo. Pues tal es la situación en que se encuentran los gobiernos de la zona euro, que no pueden tomar decisiones autónomas sino que han de gestionar un programa que se les impone desde Bruselas, especialmente en aquellos países que ya han entrado en territorio de quiebra, como Grecia, Irlanda, Portugal y España, aunque la lista pueda alargarse.
Los partidos son testigos elocuentes de esta situación y a ella añaden su falta de entendimiento de un fenómeno como el 15-M que se proclama, sabido es, apartidista. Esto es algo que por pura lógica lo partidos no conseguirán comprender jamás. El PP, que no comulga con las reivindicaciones de los indignados, tampoco entiende la dinámica de sus movilizaciones salvo en la triste comprobación de que estas son manifestaciones y no las semiprocesiones que él organiza de vez en cuando con curas y gente bien en defensa de instituciones que nadie ataca, por ejemplo, la familia. No hay modo de conciliarlas. La derecha no se manifiesta por las instituciones sino por la idea que tiene de estas y pretende imponer a los demás como sea.
A su vez el PSOE que, por razones históricas debiera estar más cerca del 15-M ya que comparte muchas de sus reivindicaciones, ha optado por desaparecer. Si no es él el protagonista de la fiesta, no acude a ella. Ayer las redes estaban vacías de los habituales socialistas. Es verdad que muchos de ellos estarían en las manifas a título personal, pero el partido como institución no dijo nada, no se pronunció sobre un hecho que tiene una enorme importancia en España y fuera de España. Esta vergonzante inhibición revela la mala conciencia de haber sido su gobierno el que suscitó el origen del 15-M como protesta y la todavía peor de no haber conseguido erigirse en una oposición clara y distinta al de la derecha actual que le permitiera tender puentes con el 15-M. Puesto a elegir entre el estatu quo y una incierta renovación que no se puede controlar, prefiere el primero. Quizá no pueda hacer otra cosa habiéndose convertido en un partido dinástico y manteniendo su apoyo, no ya a la Constitución de 1978, sino a la interpretación más rácana y conservadora de ella, por ejemplo en lo referente a la relación entre la iglesia y el Estado.
Es difícil entender la razón del moderantismo del PSOE si no es porque sus dirigentes parten de la idea errónea de que la gente (esto es, para entendernos, el electorado) es conservadora en estos asuntos de principios sobre la Monarquía y la iglesia. Y no es así, como demuestra la explosión cívica del 15-M. O el PSOE recupera su tradición socialdemócrata y tiende puentes con el 15-M o seguirá perdiendo apoyos electorales en favor de otras fuerzas de izquierda.
Estas otras, especialmente Izquierda Unida, han mostrado una sensibilidad y una capacidad de acción común loables, sobre todo porque no intenta capitalizar el movimiento, ni dirigirlo, ni hacerlo suyo. Sus militantes y simpatizantes que están en el 15-M tambien a título personal, presentan sus propuestas como hacen todos los demás en el conjunto de un movimiento espontáneo y libre en el que todas las propuestas valen lo mismo. Pero la coalición como tal, al igual que el PCE ha sabido manifestar simpatía por el 15-M por boca de sus principales dirigentes.
Tampoco los medios de comunicación han comprendido el movimiento. La mayoría de derecha porque está casi genéticamente imposibilitada para entender la legitimidad de un movimiento político de protesta en su contra. Tan solo El País garantiza una información medianamente objetiva por razones de calidad del producto periodístico porque el diario no tiene la menor simpatía por el 15-M. Para encontrar algo de esto hay que ir MásPúblico. Estoy arrimando claramente el ascua a mi sardina. Por el momento en que nace, por lo que es y por quienes lo hacen, MásPúblico quizá puede configurarse como el medio del 15-M, que este precisa como agua de mayo.

dissabte, 14 de gener del 2012

El filo de la navaja.

El funcionamiento del capitalismo es un misterio sobre todo cuando muestra su cara caníbal, cuando vive de devorarse a sí mismo. El gran descubrimiento keynesiano consistió en garantizar que el hombre pudiera explotar al hombre procurando que hubiera algo que explotar. Si esa precaución se pierde y al final no queda nada por explotar, el sistema, sostenido en una lógica autodestructiva, colapsa. los medios por los que que hasta ahora se ha contenido el colapso consisten en entregarse a él a través de la revolución o de la guerra, formas del reino de la violencia y ambas difíciles de pensar, si bien en diferente grado.

La revolución es improbable, aunque hubiera gente que, además de invocarla como se invoca el santo advenimiento, la preparara concienzudamente. La guerra es más probable incluso aunque nadie reconozca estar preparándola.

Nada está escrito y habrá quien diga que esta crisis puede hacerse crónica pues, como si fuera una guerra con un arma "inteligente" que aniquilara valores pero respetara a las personas, éstas permanecen. Sin duda pero, llevadas a la desesperación, pueden hacer cualquier cosa.

diumenge, 4 de desembre del 2011

La ciberrealidad

Antonio Gutiérrez-Rubí es un gurú de internet. La aplica a su oficio de comunicación política, en el que se le reconoce verdadera autoridad. Es fácil encontrarlo en múltiples foros y siempre ofreciendo ideas y diciendo cosas que muestran un gran dominio de una materia magmática y una capacidad de estar al día que muy poca gente tiene. Es un encendido digitalófilo, un espíritu profético que predica las excelencias de una nueva era. Y su libro (La política vigilada. La comunicación política en la era de WikiLeaks, Madrid, UOC, 2011, 158 págs) está escrito con auténtico entusiasmo. Como eso es algo que Palinuro, digitalófilo confeso comparte, se lo ha pasado muy bien leyendolo y espera sacar provecho de las muchas ideas que en él bullen.

Es una prosa encendida, llena de metáforas, rápida, galopante, como si el autor tuviera prisa en contar todo lo que quiere para que coincida con lo que está viendo. En ella se nos explican las vivencias que tenemos y se hace en un espíritu muy digital, algo así como está pasando, te lo estoy contando. Casi todas las citas remiten a páginas web. Es un libro que hay que leer conectado a la red. Gutiérrez-Rubí vive en un mundo digital y escribe para lectores digitales. Quien no lo sea probablemente no entenderá gran cosa de lo que lee.

Su idea básica es que internet ha revolucionado la política. Y no es lo único que ha revolucionado. Ha influido decisivamente y cambiado muchas otras cosas, desde los hábitos de lectura hasta el consumo de pornografía. Hay quien dice que internet es un acontecimiento sólo comparable a la invención de la imprenta y si la galaxia Gutenberg fue una revolución, internet lo será con mayor motivo.

Internet es responsable de eso que llama el autor política vigilada y que viene aparejada con una demoracia vigilante. El poder político está fiscalizado de continuo, sus secretos son del dominio público, sus fuerzas de seguridad y militares no tienen impunidad pues sus actos son escrutados por la gente gracias a los vídeos y los smartphones. Todos los gobiernos se han volcado en la red y la transparencia de la acción administrativa es cada día más extendida.

Los defectos e insuficiencias institucionales de las democracias se hacen patentes a ojos de los gobernados, no merced a la función crítica que siempre se atribuyó a los medios de comunicación tradicionales (y que estos cumplieron o no, según los casos), sino a cuenta de la generalización de la producción de la información. Cualquier persona con un móvil en la mano, capaz de conectarlo a la red es un creador de exclusivas, un posible denunciante político, un periodista ciudadano, un agitador de masas. Y además, puede permanecer anónimo. El ciberespacio es un territorio de anonimato y también de espontaneidad.

Gutiérrez-Rubí critica la inercia de los partidos políticos tradicionales, aferrados a sus viejos usos y dessconectados de las generaciones digitales. Llega, incluso a imaginarse una democracia sin partidos, a través de la acción consciente de las multitudes, coordinadas reticularmente. Cuando las multitudes actúan políticamente por medios digitales son capaces de derribar no ya partidos sino longevas tiranías. La idea es sugestiva. Hasta ahora se ha creído que la existencia de la democracia está vinculada a la de los partidos y por eso mismo a estos se los ha constitucionalizado. Sin duda pueden desaparecer. Pero alguien o algo tendrán que sustituirlos en el cumplimiento de las funciones que tienen encomendadas y que no son menores; por ejemplo, la formación de gobiernos.

La acción política en la red ha tomado formas muy interesantes que el autor menciona y considera, como las primaveras árabes, WikiLeaks o el movimiento 15-M. Pero un dato es muy significativo: nadie ve el 15-M formando gobiernos.

Hay muchas otras ideas en el ensayo de Guiérrez-Rubí muy provocativas y no es posible mencionarlas todas. Basta mencionar la que cierra el libro, la cita de Joichi Ito, del MIT, de que "las voces serán más importantes que los votos". Quizá sea así aunque suena un poco romántico y no muy tranquilizador. La voces serán muy importantes, pero no cabe contarlas y los votos, sí. Y contar es esencial para saber en dónde está la mayoría, la única que puede tomar decisiones legítimas en una democracia. A ver si va a venir una potente voz a tapar las decisiones de la mayoría. Porque ese final ya nos lo conocemos.

diumenge, 16 d’octubre del 2011

Crónica de la revolución indignada (XXIII).


La revolución española mundial.


La de ayer fue una jornada memorable. Una jornada por el cambio global del sistema. Del sistema capitalista, cuestionado por decenas de miles de personas en cientos de ciudades a lo largo y ancho del mundo. El capitalismo está hundiéndose a la vista de todos a causa de dos factores: su propia crisis y la acción coordinada de multitudes de gentes que lo rechazan. Es algo parecido a lo que sucedió con el comunismo hace veinte años. Parecido porque la historia no se repite jamás, pero presenta similitudes. La más llamativa es la movilización popular permanente, pacífica, en contra de los poderes políticos y económicos. Ayer se escucharon muchas consignas y afirmaciones en la Puerta del Sol, pero todas ellas se resumían en la que no se mencionó pero fue la fórmula de la caída del muro de Berlín: nosotros somos el pueblo. Algunas se le acercaban como ese somos el 99 por ciento. No sé si serán -si seremos- el 99 por ciento, pero sí es claro que arman mucho ruido, que se hacen oír, que no cabe ignorarlos.

El movimiento 15-M es ahora mundial, patente, una explosión de indignación, tan difícil de integrar en el sistema que cuestiona como incomprensible para los defensores a ultranza del viejo orden. Basta escuchar a alguno de estos para darse cuenta de la distancia que hay entre la cosa y el juicio que sobre ella formula. En una reciente entrevista en Le Figaro, Aznar dijo del 15-M que es "un movimiento radical, antisistema y muy ligado a la extrema izquierda" que además "no es representativo". Lo sorprendente es que este hombre pueda asesorar a alguien en algo. Se le sumaron Bono y Aguirre, dos personas de orden, advirtiendo de los peligros antidemocráticos de las movilizaciones multitudinarias. A estos sólo les gusta lo que ellos apañan en las covachas de la intriga.

Y es que el proceso que ha puesto en marcha el 15-M es nuevo por todos los lados, empezando por el de su organización que se hace a través de las redes virtuales. Estas van paralelas a las redes reales de las asambleas, reuniones vecinales, acampadas. No hay un centro de imputación, no existe una estructura jerárquica. Hasta es dudoso que quepa llamarlo estructura. Nuevo es también el programa que consiste en consideraciones teóricas generales sobre la democracia y el capitalismo apoyadas en prácticas concretas de acción directa, como las acciones en contra de los desahucios. Quien dude de la eficacia de estas novedades, que diga si el PSOE recogería en su programa la dación en pago de no ser por las movilizaciones.

La fuerza del 15-M es moral y reside en primer lugar en la renuncia a la violencia. La excepción de Roma y el rechazo suscitado demuestran que el movimiento en sí es pacífico. Pacífico y transformador. Que las transformaciones hayan de hacerse a través de las instituciones no les restará mérito dado que esas instituciones, en principio, son representativas. Y no solamente a través de las instituciones de los Estados que están muy desfasados y son muy insatisfactorios en su organización sino de las internacionales.

El siguiente objetivo del 15-M son los paraísos fiscales. No se sabe qué forma tomará la acción, pero tendrá alguna. Entre tanto, no estaría de más instar de la Asamblea General de la ONU una resolución eficaz prohibiendo esas cuevas de ladrones, que debiera ser su nombre. Cuevas de ladrones, refugios de delincuentes, políticos corruptos, empresarios que defraudan al fisco en su país, deportistas y famosos que no tributan en el suyo, capitalistas que ocultan sus beneficios y otros sinvergüenzas; todos ellos perfectamente identificados: Islas Caimán, Barbados, Isla de Man, Gibraltar, Suiza, Luxemburgo, Liechtenstein, el Vaticano, etc. Atacar estos nidos de piratas es atacar uno de los bastiones del capitalismo global pero también uno de sus puntos más débiles porque carecen de toda defensa moralmente hablando.

Tardaremos más, tardaremos menos, pero está claro que hay que hacerlo. El lema que más me gusta del 15-M es el que reza:

Vamos despacio porque vamos lejos.


dissabte, 15 d’octubre del 2011

15 Octubre - Por el cambio global.

Sensacional cómo galopa el caballo de la historia. Retumba el eco de mil rebeliones, alzamientos, sublevaciones, revoluciones, vencidas una y otra vez a lo largo de la historia hasta salpicar de sangre la faz de la tierra. Ahora ésta nos lo devuelve todo en un grito planetario. El mundo entero se pone hoy en pie en la primera jornada de la nueva era, la del gobierno de la especie. Millones, decenas, centenas de millones de muertos jalonan el camino por el que la humanidad como tal toma conciencia de sí misma. Aquí cómo veía Orozco el Canto General de Neruda. Más abajo un sensacional vídeo para resumir el espíritu de la jornada de hoy.


dissabte, 27 d’agost del 2011

El Islam y sus tiranos.

Lo que en su día se llamó "la primavera árabe", con esa capacidad de los medios de acuñar expresiones muy gráficas pero bastante confusas, ha avanzado hacia un verano en el que al fuego del sol se ha unido el de las ametralladoras y los cañones. La "primavera árabe" apuntaba al supuesto de un movimiento de rasgos muy parecidos, casi unitario. Al fin al cabo, más que árabe, la primavera era islámica y el Islam, ya se sabe, viene a ser una umma, una unidad religioso-civilizatoria. Es más que una koiné porque traspasa la comunidad de lengua y afecta a la religión, los usos jurídicos, políticos, etc. Sin embargo, en su desarrollo, la supuesta unidad primaveral se ha fracturado según en qué países ha prendido. El Estado (o lo que pasa por tal en el Islam) se ha impuesto a la umma; y lo que en unos países fue un movimiento popular civil que acabó con dictaduras disfrazadas de democracias, en otros se ha convertido en guerras civiles (Libia), encontronazos armados entre grupos rivales (el Yemen) o cruel y sanguinaria represión militar (Siria), dejando claro lo dicho: cada país tiene su circunstancia.

Sin duda hay parecidos. El movimiento tradujo en un principio un hartazgo de las poblaciones con las sempiternas tiranías locales. Pero, como las reacciones de éstas han sido variadas, los conflictos se han diversificado y analizarlos requiere clarificar estas cuestiones. Otra similitud sorprendente es la del comportamiento de algunos tiranos. Gadafi parece seguir el modelo Sadam Hussein o Ben Laden. Desafiantes en un principio, mantienen un discurso hecho de baladronadas hasta cuando la situación es deseperada. Luego se dan a la fuga y se esconden con mayor o menor fortuna. Hasta que los encuentran y los ejecutan también de forma más o menos legal. Después se descubre que su vida privada se repartía entre la megalomanía, el lujo más absurdo y desenfrenado y una crueldad sin límites.

Las peculiaridades del Islam son tales que la aplicación de categorías propias de los análisis occidentales, de carácter racional y no religioso, sólo añade a la confusión. Tiene gracia esa bronca entre dos tendencias de la izquierda, minoritarias al estilo de la vida de Bryan, acerca de la actitud correcta en el conflicto libio. Unos aplauden el derrocamiento del dictador Gadafi, asesino de su pueblo, y otros sostienen que quienes aplauden ese derrocamiento hacen el juego a la OTAN. Los primeros acusan a los segundos de apoyar una dictadura criminal y los segundos a los primeros de someterse a un imperialismo no menos criminal. Realmente no merece la pena seguir.

Los países musulmanes tienen todos fuertes tendencias autocráticas porque el orden social que su religión impregna más o menos profundamente también es autocrático, intolerante, paternalista, machista y homófobo. Esas sociedades no pasan con buena nota una "auditoria" de derechos humanos ni siquiera despojado de todo perverso "eurocentrismo". Tampoco van muy allá en la distinción entre el ámbito de lo público y el de lo privado, que es una viga maestra de cualquier sistema democrático-liberal. En muchos países islámicos el poder político es prácticamente patrimonio de una casta (militar o partidista) e, incluso, de una familia. En estas condiciones, los ánálisis occidentales resultan patéticamente rígidos y maniqueos. Todas las posiciones en los conflictos son complejas y contienen elementos contradictorios: hay tiranos que actúan como dirigentes "progresistas", partidarios de la modernización y democratización de sus estados, al menos nominalmente y sin dejar por ello de ser déspotas odiosos. Y hay movimientos de resistencia en los que se mezclan y confunden reivindicaciones de carácter laico y democrático con otras de fanático integrismo. Tomar partido aquí es acabar defendiendo lo indefendible.

Luego está la faceta exterior. Mucha gente señala que la intervención armada occidental en este abigarrado y conflictivo mundo (en el Afganistán, en el Irak, ahora en Libia y quién sabe si en Siria) es un acto de imperialismo. Los países capitalistas tratan de asegurar sus fuentes de energía. Los occidentales, a su vez, al menos sus ideólogos, aducen la novísima doctrina del derecho internacional humanitario, del derecho de injerencia en los asuntos internos de otros Estados cuando los gobernantes atentan contra los derechos humanos de su población. Los críticos dicen que eso es falso y una simple excusa para continuar con la explotación manu militari de estos pueblos. Es posible que sea así, pero no es obligatorio. En otros términos, ¿se acepta o no que hay un derecho de injerencia por razones humanitarias? Si no lo hay, toda intervención es criminal; pero si lo hay, hay que ejercerlo.

Por otro lado, la misma acusación al imperialismo debe matizarse. Desde un punto de vista de Realpolitik, los países occidentales tienen unas necesidades de defensa que deben satisfacer. La idea de que unos u otros regímenes puedan utilizar la energía o las materias primas como armas en combate evitando los choques armados pero atacando directamente a la población civil no es disparatada. Rusia lo hace de vez en cuando con Ucrania y el suministro de gas. Mal gobernante será aquel que no proteja a sus ciudadanos de las agresiones, se produzcan dónde y cómo se produzcan. Igual que lo será el que no se defienda frente a ataques terroristas devastadores procedentes del exterior. Las torres gemelas y el atentado de Atocha son dos ataques que hubieran sido seguidos de otros de no ser porque las sociedades amenazadas (Alemania e Inglaterra, por ejemplo) tomaron las medidas necesarias para prevenirlos. Y esas medidas pueden obligar -y así sucede por razones tácticas obvias- a interferir en asuntos internos de otros Estados.

Por supuesto que el capitalismo desemboca siempre que puede en imperialismo explotador y esquilmador, pero la lucha contra éste no puede llevarnos al extremo de hacer causa común con asesinos como Gadafi o autócratas de impronta religiosa como Ahmadinejad. Que es lo que le pasa a Chávez, sin ir más lejos.

(La imagen es una foto de Vectorportal, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 8 d’agost del 2011

Crónica de la revolución indignada (XXII).


Revisión del contrato social.


Lo hemos repetido hasta la saciedad: el 15-M no es sólo un problema de orden público (y eso, en el caso de que lo fuera de verdad) sino que es un problema político de envergadura, de calado, no indigno sino muy digno de consideración. Son afortunados los israelíes cuyas autoridades han entendido el mensaje a la primera y, a las veinticuatro horas de la magna manifa en Tel-Aviv y otras ciudades, ya han designado una comisión para negociar políticamente con los indignados. Es verdad que la comisión es de competencia económica pero no tengo duda de que los indignados israelíes, que están ultimando los textos de sus reivindicaciones, la desbordarán apuntando a más campos que el estrictamente económico.

Las autoridades españolas, mucho más lentas, no han reaccionado institucionalmente todavía, aunque Palinuro lleva dos meses diciendo que había que nombrar una comisión parlamentaria para negociar. Por desgracia Palinuro no es el monitor de La Moncloa. Las instituciones han seguido tratando el 15-M como un problema exclusivamente de orden público aunque, en privado, algunos políticos de la izquierda admitieran que es algo de mayor enjundia. Por fin, después de fracasar estrepitosamente en un par de ocasiones, las autoridades parecen haber aceptado el derecho de los indignados a seguir deliberando colectivamente en público marcando unos límites que estos acatan pero que desbordan de nuevo en cuanto pueden y siempre de modo pacífico.

Poco a poco se abre paso la idea de que lo que los indignados proponen es una revisión del contrato social, esa fértil invención con la que dio comienzo la teoría política moderna. Hay muchas propuestas de contrato social (Locke, Hobbes, Rousseau, Kant) pero la más útil a nuestros efectos aquí es la de Pufendorf, contemporáneo de Locke quien, con meticulosidad germánica, distinguía tres contratos o pactos sociales: a) el pacto de unión (los seres humanos deciden convivir), b) el pacto de ordenación (se dotan de una forma determinada de gobierno), y c) el pacto de sujeción (delegan en ese gobierno sus poderes para que vele por el bien común). Es fórmula feliz porque pone en términos prácticos la idea de Locke del gobierno por consentimiento; consentimiento de los gobernados.

La revisión de ese pacto es lo que los indignados plantean cuando requieren reformas constitucionales y medidas de control del poder político así como de organización de la democracia. Hay quien dice que están pidiendo una actuación del poder constituyente. Eso es muy rígido. Están planteando su derecho a una novación del pacto de sujeción porque el Estado no vela por el bien común y no hace un uso juicioso de sus poderes delegados. Si en esa renovación hay que tocar o no la Constitución y cómo, ya se verá. Lo inmediato es replantear la relación entre los poderes y los ciudadanos de forma que aquellos estén sometidos a estos y no al revés. El pueblo puede disolver el gobierno pero el gobierno no puede disolver el pueblo como quería el burlón de Brecht.

Además de moverse en este terreno especulativo y teórico, el 15-M realiza acciones prácticas y plantea problemas concretos que todo el mundo conoce. Tiene, por ejemplo, una acción en marcha en contra de los desahucios en toda España. Se pronuncia en contra de la privatización de los servicios públicos (sanidad, educación, etc, que tanto importan a los ciudadanos) y tiene convocada una manifa para el 18 de septiembre. En la actualidad está preparando la respuesta a esa payasada que ha montado la jerarquía católica con los dineros públicos para traer a Ratzinger (que viene en visita pastoral pero lo van a recibir todos los barandas del reino, desde el rey hasta el último macero) a rezongar de España, a regañarnos a los españoles y a poner verde al gobierno. Que este hombre que dice saber tanto ignore la elemental regla de educación de no faltar al anfitrión en su casa y cuando se viene de gorra es curioso y da que pensar que no es ignorancia sino soberbia, prepotencia y preocupación porque se le escape la clientela del negocio. Una España laica es una España que no engorda el cepillo, que es de lo que se trata.

Al mismo tiempo el 15-M está aportando ideas y prácticas nuevas en el campo de la movilización política. Muchos sostenemos que lo más conveniente sería que se convirtiera en partido o coalición y se presentara a las elecciones. Pero esa propuesta choca con la desconfianza de los indignados que tienden a ver los partidos como parte del poder que cuestionan. Tampoco hay que discutir por eso. De hecho ya son un partido, de nuevo tipo, con estructuras distintas y forma de organización también diferente pues es prácticamente un partido virtual. La decisión de presentarse o no a las elecciones es la que decidirá si el movimiento da el paso a convertirse en partido convencional o no. De todas formas tampoco es imprescindible dado que los partidos de la izquierda, que tienen un oído puesto en las asambleas, están adoptando partes de su programa porque, se ponga como se ponga el 15-M con el apartidismo y un cierto apoliticismo no confeso, este es un programa de izquierda.

IU está volcada en el 15-M. Le cabe además la honra de que algunas de las reivindicaciones indignadas son suyas de tiempo atrás, como la reforma del sistema electoral. Pero de ahí no pasa a causa de su cortedad de miras y falta de iniciativa. IU busca, dice, una unión de la izquierda. ¿Por qué no propone que ésta se haga tomando como programa común el de los indignados? No se me ocurre ninguna razón salvo la de que no se le ha ocurrido.

A su vez, el PSOE ya está prometiendo incluir reivindicaciones de los indignados en el programa electoral que presentará en septiembre. Una de las más significativas es la reforma del sistema electoral, cuestión a la que se había negado unos meses atrás. A ella añadirá otras como transparencia de las administraciones, reforma fiscal, etc. La crítica que suele hacerse aquí a los socialistas es por qué no las aplicaron cuando estaban en el gobierno. La respuesta sólo puede ser porque no quisieron o no pudieron. Dado que ahora dicen que quieren, estaría bien que pudieran. Entre otras cosas porque confiar en que pueda hacerlo IU es como confiar en encontrar un unicornio.

Igualmente es de plantearse lo siguiente: si los partidos de la izquierda llevan en sus programas electorales el programa del 15-M, en todo o en parte, ¿seguirá habiendo en éste esa corriente en favor de no votar a ninguno de los dos grandes partidos y, en cierta medida, tampoco a los más pequeños? La idea de crear un partido político para promover la abstención, teniendo en cuenta que lo definitorio de un partido es presentarse a las elecciones introduce un elemento de política surrealista que tiene su chiste. Si no es a través de los partidos en sede parlamentaria, ¿cómo piensa el 15-M que pueden realizarse sus reivindicaciones? ¿O no quiere que se realicen?

(La imagen es una foto de Motarile, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 4 d’agost del 2011

Crónica de la revolución indignada (XXI).


El sol que más revienta.


La persistencia en la movilización del 15-M que las autoridades se empeñan en tratar como un problema de orden público no es solamente un problema de orden público sino uno político mucho más profundo. Pensar que el asunto va a resolverse desalojando la Puerta del Sol porque, al ser un espacio emblemático, su "expropiación" por las fuerzas del orden desmantelará el movimiento es un error de bulto. Una idea parecida a la de los antiguos estrategas convencidos de que al acabar con el jefe del ejército enemigo se derrotaba a éste. Pero eso era antes. Ahora no hay jefe ni ejército. Ahora hay una multitud de ciudadanos indignados, con mucho tiempo libre porque, sobre haber muchos parados, estamos de vacaciones, con una coordinación a través de la red, muy laxa por lo tanto, sin jerarquías ni organizaciones que se puedan detener. La movilización es colectiva por decisiones individuales, aunque parezca contradictorio, permanente y muy concurrida.

Madrid tiene muchas puertas del sol: la Plaza Mayor, la Gran Vía, las calles más anchas, Colón, Cibeles, la Plaza de la Ópera, etc, etc. Dado el carácter callejero del movimiento indignado y la época del año en la que la capital rebosa de turistas, la proyección mediática de la protesta sigue asegurada. De hecho ya vienen siendo parte del paisaje urbano madrileño, se han convertido en la sal de Madrid, aunque bastante más fina que la que menciona Esperanza Aguirre cuando dice que los antitaurinos son la sal de la fiesta. Una fiesta que la misma señora considera una obra de arte (es un misterio desde cuándo necesita sal el arte) tan identificada con el ser español que quienes están en contra es porque quieren dejar de ser españoles. Enésimo intento de unos españoles, siempre los mismos, de excluir a otros de la condición nacional por no ajustarse a las pautas que mandan, en este caso, una liberal que pierde la minerva cuando tiene un micrófono delante.

Volviendo a los indignados, la represión por sí sola no va a resolver nada y el problema es que no hay ni siquiera indicios de un proceso de negociación política con el que podría legitimarse pedir a los acampados que, mientras se negocia, despejen la vía pública. Da la casualidad de que esa ocupación es un pronunciamiento político. Se observa en las frecuentes consignas del tipo tomalaplaza.ya, nombre que además apunta a la importancia de internet en el movimiento que se expresa y se manifiesta a través de las pautas lingüísticas y los iconos de la red. En este terreno el debate es muy encendido. Los comerciantes de Sol y alrededores quieren que la policía desaloje, si necesario es, por la fuerza. Las autoridades tratan de evitar la violencia pero, como están las cosas, es probable que, tarde o temprano, hayan de recurrir a ella y abrir así una etapa nueva del movimiento indignado que nadie sabe cómo pueda acabar.

El aspecto claramente político de este conflicto se va perfilando más a medida que se acerca la visita de Benedicto XVI, a quien parece que el autor de la entrada sobre Franco en el fascionario biográfico de la Academia de la Historia ya ha dado la emocionada bienvenida. Está claro, ¿no? Por la misma razón que este franquista celebra la llegada del Papa, los indignados sostienen que su derecho a ocupar los espacios públicos no puede ser menor que el de los papistas a hacer lo mismo. La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) a la que las autoridades de este Estado laico se han rendido como si fuera la llegada del Mesías y a cuyo pomposo fin han asignado cantidades ingentes de todo tipo de recursos públicos convertirá Madrid en una ciudad de fastos católicos guste o no a la población. Es posible que haya algún conflicto con los indignados; precisamente lo que las autoridades más quieren evitar con los desalojos una quincena antes del evento papal y con buenas maneras.

Esta visita, probablemente muy importante en la carrera de Rouco Varela, es un acto de afirmación del poder de la Iglesia católica en España. Reunirá a miles de personas a irradiar al mundo entero esos mensajes intolerantes, fanáticos, a veces incluso delictivos en contra del aborto, de los matrimonios gays, de la muerte digna, de una serie de investigaciones científicas, del control de la natalidad. Y lo más claro que se deduce de los preparativos es que es un gran negocio gestionado por unos clérigos ayunos de todo sincero sentimiento religioso que tienen una idea mercantil de la Iglesia. Tales descarados hombres de negocios (en la Iglesia las mujeres no pintan nada) legitiman su lucrativa gestión con grandilocuentes consideraciones morales que no practican.

Estas buenas gentes pueden ocupar los espacios públicos y contar con subvenciones y todo tipo de ayudas públicas ¿y los indignados no? ¿Por qué?

(La imagen es una foto de Tomas Fano, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 24 de juliol del 2011

Crónica de la revolución indignada (XX).

Llegaron: Puerta del Sol bis.


Los que esperaban que el movimiento 15-M se desliera como un terrón de azúcar por el verano, las vacaciones, el cansancio, la inercia, se han quedado con un palmo de narices. Como estaba previsto, ayer entraron en Madrid las columnas pacíficas de indignados que empezaron su marcha a pie hace más de un mes desde todos los puntos cardinales. Ya a las ocho de la tarde era complicadísimo circular por el centro y la Puerta del Sol, en donde confluirían las columnas, era de nuevo un abigarrado gentío dedicado a muy diversos quehaceres que esperaba la llegada de los peregrinos. Por la noche el Km cero era una fiesta, en espera de la manifa de hoy que seguramente dejará chica la del 19-J.

¿Qué hace que un movimiento sin estructura orgánica permanezca, siga activo y desarrolle una notable actividad? Mi respuesta, cada vez más convencido, es la red. El problema de los movimientos espontáneos es el del mantenimiento de la voluntad individual de participar y la accesibilidad de la información. Si ésta no depende de cauce jerárquico o institucional alguno sino que se encuentra libremente en la red, el hecho de estar informado permite a las personas aisladamente consideradas mantener un grado alto de compromiso y participación. Hay muchos menos abandonos. Además, la libertad horizontal de la comunicación implica que es más fácil tomar decisiones colectivas, cosa que suele hacerse por consenso.

En estas condiciones es posible que, para seguir adelante, el 15-M haya de adoptar alguna forma de organización tipo partido o asociación formal. Lo dice mucha gente. El propio Palinuro tiene escrito que los indignados habrán que recurrir a alguna forma de organización. Efectivamente parece lo más razonable. Pero no quiere decir que lo sea y, aunque lo fuera, nada impide que se formule una opción distinta y más razonable aun. Esa es también una posibilidad que ningún analista puede rechazar de antemano.

El 15-M sobrevive. Tiene una capacidad de movilización política extraordinaria. Formula sus objetivos con claridad y una gran eficacia en su difusión. No debe de quedar casi nadie en el país que no haya oído hablar de él, que no conozca sus reivindicaciones y son muchísimas las personas que lo apoyan. Ha conseguido asimismo que algunos partidos parlamentarios acojan muchas o pocas de esas reivindicaciones, en concreto la izquierda, IU y el PSOE. La derecha mantiene su silencio y sus medios siguen considerado a los indignados pulgosos y ratas izquierdistas.

Sin partidos, sin grupos de presión, sin medios de comunicación, de modo espontáneo, los indignados han conseguido un impacto insólito en el debate político, más que si fueran un partido. Pregúntese a IU que grado de atención suscitan sus propuestas dentro y fuera del Parlamento. El movimiento 15-M es en sí mismo un partido de nuevo tipo. A diferencia de los tradicionales que existen primero en la realidad tangible y luego se vuelcan en la red para hacerse presentes en la virtual, los indignados nacen en la realidad virtual y desde ella se proyectan en la tangible y lo hacen con gran eficacia y mucho apoyo social. Ello se debe a mi juicio a que, sobre estar "organizado" en la red tiene un fuerte carácter ético acorazado por su rechazo de la violencia. Ambas cosas son necesarias porque en la red se da de todo, indignados pacíficos y monstruos como ese noruego frenético capaz de asesinar a noventa y tantos semejantes en defensa, según parece, del cristianismo.

(La imagen es una foto de Tomas Fano, bajo licencia de Creative Commons).