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divendres, 22 de juny del 2018

Provisional

La decisión de la Audiencia navarra ha provisionalizado todo, aunque sin darse cuenta y eso es aun más grave.  Ha dejado en libertad provisional a los cinco sujetos de "la manada". Y, por lo mismo, ha dejado en situación de seguridad también provisional al resto de la sociedad; en especial a las mujeres; especialísimamente a la víctima. Porque ¿se han arrepentido de su delito? ¿Han pedido perdón? ¿Han prometido no reincidir? A los presos políticos catalanes se les ha requerido de modo inquisitorial que abjuren de sus convicciones y a estos cinco delincuentes, se les suelta a riesgo de que sigan agrediendo a la gente. Ahí está la gravedad, en que los jueces aplican un criterio estrecho de legalidad, sin tener en cuenta los derechos de sus potenciales víctimas, las citadas más arriba y el conjunto de la sociedad en cuyo interés se supone que actúan.

¿En dónde está el fallo? En las necesarias reformas mentales que dice la ministra de Justicia. Reformas mentales. Cambio de mentalidad, cosa que no se logra en un pispas. Y sí, es cosa de mentalidad. De la mentalidad reaccionaria y patriarcal de los jueces españoles, criados en la cultura jurídica del franquismo; mentalidad, por cierto, que comparten con la manada. Eso es lo que explica la estructura misma de los razonamientos del tribunal y el famoso voto particular. Los ahora condenados en libertad no veían delito y los jueces, en el fondo, tampoco. Cosa de mentalidad que ve la mujer como objeto de satisfacción del hombre. La tosca teoría se complica con algunas cesiones al espíritu del tiempo, cuidando de que el objeto no sea maltratado, que no afectan a la convicción profunda de que estas situaciones se definen siempre en términos no solo patriarcales sino machistas. 

En realidad, en Navarra, "la manada" se juzgó a sí misma y no se encontró culpable de violación. No se encontró culpable de nada pero, cediendo al ánimo público, se autocondenó ligeramente y ahora se pone a sí misma en libertad porque sabe que terminará ganando en la apelación, y siendo absuelta.

Los jueces que, ante una situación enmarcada en un contexto de dominación (que, en el fondo, comparten), no acuden a la equidad sino que se refugian en la literalidad de la norma no están haciendo justicia, sino perpetuando la injusticia.

divendres, 27 d’abril del 2018

Esto no tiene arreglo

La sentencia sobre La Manada ha soliviantado al país de modo tan fulminante como multitudinario y por primera vez ha puesto a todos los políticos a largar lindezas más o menos acicaladas sobre los jueces navarros; hasta los de C's, que siempre esperan a ver de dónde sopla el viento para adoptar una posición de principios, han mostrado su consternación. También han salido los habituales maestros ciruelos a avisar de los peligros de la ley de lynch y lo que llaman los "juicios paralelos". Así razonan también los tres jueces que, sin duda, se sienten víctimas de un atropello por haber aplicado escrupulosamente la ley, sin atender a las pasiones del momento. Raro será que no pidan amparo al Consejo General, que se lo concederá encantado. 

La reacción social, además de multitudinaria, ha sido muy meticulosa en fundamentar el encendido rechazo con razones de peso. Los medios y las redes se han llenado de copias de los documentos procesales, sobre todo los hechos que se dan como probados. Múltiples juristas los han analizado, escandalizados. Algunos no han podido terminarlos. Y, ¿por qué indignan los "hechos probados"? Según entiendo porque reflejan, muestran, evidencian la presencia de violencia y la violación. Si hay violencia, hay violación. Pero el tribunal ha descartado la segunda porque no encuentra la primera.  No hay violación en donde no hay violencia.

Y ya estamos en el tema de nuestro tiempo, el de la violencia y sus interpretaciones. Si el tribunal navarro hubiera querido informarse habría podido preguntar al juez Llarena, que ve violencia incluso en la no-violencia. Pero esto no sería oportuno. En un caso se trata de asegurar que hubo violencia en donde no la hubo y en el otro, todo lo contrario, que no hubo violencia en donde la hubo. 

Al margen de la cuestión en sí misma de la violencia, que es interesante, resulta patente la pauta que sientan los tribunales: la existencia o no de violencia depende de quién sea el acusado, si indepes pacíficos o una manada de jóvenes borrachos entre los cuales había un guardia civil y un militar. Es decir, violencia es lo que los jueces dicen que es, aunque no coincida con la ley ni con el sentido común. Esta situación solo sería admisible en el caso de que los jueces fuesen justos e infalibles.

Pero no es así. Para demostrarlo basta mirar el juicio de Altsasu que tiene toda la pinta de ser un proceso amañado, cargado de pruebas falsas y prácticas dudosas con una petición fiscal desmesurada y una acusación de terrorismo a unos chavales por una pelea de un bar realmente absurda e inhumana.

Seguimos con la portada de El País. Sube el paro; baja la población activa. Radiografía de la recuperación que vende este gobierno de incompetentes y corruptos. El último en la lista de imputados ayer mismo, el ex-ministro de Justicia, Ruiz-Gallardón.

Y, para ennegrecer el horizonte resulta que el PP se hunde en intención de voto por el inenarrable episodio de Cifuentes que deja detrás dos bombas de relojería: la corrupción en la URJC y el departamento de juego sucio interno al PP. Un hundimiento que, para desesperación general, favorecerá a C's. El joven partido de extrema derecha (según la prensa francesa) que, con reminiscencias falangistas, aspira a la conquista del Estado. O de lo que quede después del paso del PP.

La izquierda, irrelevante. Tan irrelevante que no merece comentario. Ni crítico. 

dissabte, 17 de juny del 2017

Los oscuros deseos

Estos de Podemos son una mezcla de enfants terribles y enragés, con unas gotas de indignés y mucha visibilidad mediática. Han nacido para los focos. Menudo griterío ha levantado la diputada de la CA de Madrid y presidenta de su Comisión de la Mujer, Clara Serrano, de Podemos. Es muy de ver cómo se rasga las vestiduras un amplio abanico feminista, real o fingido, orientando el debate a criterios dogmáticos y aplicando las reglas de la maestra ciruela.

Después del post de ayer sobre la gestación por encargo, Palinuro ha cogido ley a esto de las camisas de once varas y se permite opinar, sin ánimo de ofender a nadie, sobre un tema que, a primera vista, parece femenino.

Y es que ahí está el error y mi sola discrepancia en las declaraciones de Serra de que la fantasía de violación y de sexo con violencia es un deseo femenino. Es un asunto oscuro y muchos críticos echan en cara a la diputada que generalice indebidamente. Correcto, aunque insuficiente. Lo peor es que no generaliza bastante. Ese es el error de su afirmación porque, piénsese un poco, esas fantasías son un deseo femenino... y masculino y epiceno y hermafrodita. Donde hay sexo, hay fantasía. Y de todo tipo. A veces, se llama masoquismo. El nombre viene del Masoch de La Venus de las pieles, pero la práctica es, seguramente, tan antigua como la humanidad. Hay masoquistas, igual que hay sádicos, pederastas, místicos, etc, por citar cuatro ocupaciones directa o indirectamente relacionadas con la sexualidad, territorio impenetrable a la luz de la razón. Solo de la fantasía.

Cuando esas pulsiones, rasgos, inclinaciones, causan un daño de cierta importancia a terceros se convierten en delitos. Qué se considere "daño de cierta importancia" es algo que expone la conciencia moral, decide la mayoría y sanciona la ley. La violación del tipo y género que sea es un delito porque daña el derecho a la integridad física y moral de otro(a). Y no hay más que hablar. 

Pero el hecho es que se habla, especialmente de este tipo de delitos, que tienen relaciones con los oscuros deseos de la sexualidad. Todos los delitos vienen con fantasías pero las sexuales tienen un carácter particularmente opaco, que alimenta tendencias morbosas. Y lo que se dice sobre ellas oscila entre los lugares comunes más detestables ("en el fondo, lo que quieren es que las violen") y las teorías más elaboradas y refinadas ("hay un oscuro deseo de sufrir violencia en la sexualidad de las mujeres"). 

Si estamos dispuestos a reconocer que esas afirmaciones pueden predicarse (aunque con índices de probabilidad distintos) de todas las personas en relaciones sexuales, sean del sexo que sean, podremos avanzar en nuestro razonamiento. Si no, habrá que saber por qué no. ¿Es porque la violación de las mujeres o la fantasía correspondiente es cualitativamente distinta de la violación de los hombres o su fantasía? No, claro. La diferencia es cuantitativa. Y que esta no es relevante se observa por el hecho de que las violaciones más frecuentes afectan a las mujeres y también a las niñas y a los niños. Si ese es el argumento que se emplea, está dentro del marco conceptual patriarcal que propicia la violación de las mujeres hasta convertirla en ocasiones en política de Estado, como dice Susan Brownmiller.

Lo problemático aquí es el razonamiento, digamos, culto, lo expuesto por Clara Serra, que está en línea con conclusiones actuales de la sexología. Lo estará, pero no es nada nuevo. Esa idea del masoquismo femenino puede rastrearse en Freud y se formula con todas sus letras en la teoría de Karen Horney, discípula del austriaco. Creo haberla leído en alguna otra psicoanalista, incluso en la hija menor de Freud, Anna, aunque no estoy seguro. 

De lo que sí lo estoy es del correspondiente escándalo que motivó Ayn Rand con su famosa novela (best seller en los EEUU en 1942 y exitazo cinematográfico en 1948), dando celebérrima forma literaria a la teoría de Horney, en una violación que describe al comienzo de la historia, El manantial. Las relaciones entre el feminismo y Ayn Rand fueron siempre muy complicadas y, a raíz de esta novela se enfrentó a la crítica feminista de que, en realidad, ella ensalzaba la violación como el triunfo del héroe. Rand respondió que no tenía conciencia de haber descrito una violación y que, si lo era, se trataba de una violación consentida. La fundadora del Objetivismo despachaba el asunto con una especie de oxímoron. 

Sin duda la fantasía es un espacio sin límites y esas de los oscuros deseos (que llegan incluso a atribuirse a atavismos del Paleolítico, cuando la arqueología rivaliza en estos territorios con la psicología) mucho más. No hay por qué escandalizarse como si fuéramos del Ejército de Salvación, pero sí es preciso recordar que ese deseo no es intrínsecamente femenino, sino humano. 

Lo importante es no olvidar cuándo el deseo se torna delito o cuándo el delito es incitar al deseo.

Y esas señoras que aplauden los comentarios machistas de Hernando y piden la dimisión de Serra por una observación realista cuyo único defecto es quedarse corta, podían proceder a la inversa. Quizá no resultaran más acertadas, pero sí menos ridículas.

dijous, 27 de febrer del 2014

Ouka Leele, por las mujeres.

No conozco mucho la obra Ouka Leele. Es una artista de gran y variada actividad, con una interesante biografía. Se sigue de ella que es una mujer libre, independiente, creadora, muy personal e inclasificable en escuelas o tendencias. Algo que todo el mundo alaba pero muy pocos practican. Esa actitud de loba solitaria es bella, pero peligrosa. La sociedad detesta al individuo. "Fuera de la iglesia (de cualquier iglesia) no hay salvación."

Además, est@s solitari@s suelen dar sorpresas desagradables. Por eso no son de fiar. Pueden salir con cualquier cosa. Vayan a ver la exposición en el Círculo de Bellas Artes, titulada Un banquete cruel. Pourquoi?  Es muy sencilla, muy simple y rápida de visitar: una sala con una mesa de banquete y una habitación en la que se proyecta el documental que ha hecho la autora y tampoco es muy largo (como 15' o 20'), pero produce un impacto tremendo. La mesa representa un festín. En torno suyo se amontonan placas, tarjetas y bases de ordenadores, cientos de esos circuitos y microcircuitos en que se acumula la inteligencia de las máquinas. Sobre ella, los objetos más extraños, minerales en polvo, como arena negra, menaje variado, copas, flores, calaveras numeradas que también andan reproducidas en fotos por las paredes. Es como un avance de lo que viene después, de cómo la belleza está rodeada de muerte y crueldad.

Luego se planta uno ante la pantalla. Es un vídeo rodado por Ouka Leele en el que alternan dos series: una de planos exteriores de agua limpia, cristalina, de fuentes o regatos, árboles en flor, fotografía alegre, vital, y otra del relato que hace la única protagonista, Caddy Adzuba, periodista de Radio Okapi, la emisora de la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo, luchadora por la difícil causa de las mujeres en su país. Este relato quiere sintetizar una terrible historia de crímenes, guerras, atrocidades que lleva años padeciendo el Congo democrático. Una sempiterna guerra civil alimentada por intereses económicos extranjeros que se benefician de la rapiña de las inmensas riquezas minerales del lugar, sobre todo el coltán, un mineral escasísimo pero estratégico porque sirve para hacer teléfonos moviles, esos aparatos a los que estamos enganchados miles de millones de personas. El conflicto tiene al Congo en una situación similar a la del estado de naturaleza hobbesiano. Sin poder institucional más allá de algunas ciudades, bandas de "rebeldes" armados recorren el país cometiendo atrocidades. Y, por supuesto, quienes llevan la peor parte en ellas son las mujeres. Caddy Azduba llega a decir en algún momento que las mujeres estuvieron a punto de levantar el Congo con su esfuerzo y desde entonces están pagando por ello, sometidas colectivamente, como estrategia de guerra, a las mayores bestialidades.

La historia se condensa y se ejemplifica entonces en un caso concreto de conocimiento directo de la narradora. Los minutos siguientes, en una alternancia de planos americanos y primeros planos de Caddy, escucharemos ese relato escalofriante, dicho en un tono moderado, suave, en un francés con un curioso acento muy abierto. Algo que pone los pelos de punta. Para el final queda la explicación del título de la exposición, Un banquete cruel. Pourquoi? Como Palinuro no es un spoiler no la revelará. Pero sí aventura un dato: se trata de una vieja leyenda que empieza en los tiempos de Tántalo y termina con la venganza de Orestes. En ella se mezclan, como en la obra de Leele, la belleza y la vida con la muerte y la crueldad. Pero esto no es leyenda. Aquí se trata de una realidad terrible. A lo mejor lo que suponemos leyenda también lo fue en su tiempo. En todo caso, parece eterna.

dimecres, 17 d’abril del 2013

La ofensiva contra las mujeres.


Arrecia el patriarcado con fuego de todas las baterías. Desde el fondo del templo de Dios, Rouco reclama la derogación de las leyes del aborto y del matrimonio homosexual. La primera petición apunta directamente a la mujeres, para privarlas de un derecho esencial como es el de disponer de la propia vida. La segunda va contra todos los homosexuales, femeninas y masculinos. Nueva restricción de derechos para convertir a las mujeres (y, de paso, a los gais) en ciudadan@s de segunda. Rouco es el Bautista clamando a los pies del palacio de Herodes, hoy accidentalmente el Vaticano. Pero su destino es muy otro. No será su cabeza la que vaya en bandeja sino la de Eva o, mejor, Lilith, la personificación femenina del mal. 

Gallardón está ya estudiando, con su habitual capacidad para el sofisma, la forma de vaciar de contenido la ley de la interrupción voluntaria del embarazo sin que parezca que está haciéndolo. Es ese fabuloso espíritu de mixtificación que se encierra en la propuesta de que el ministerio de Justicia sube las tasas judiciales para garantizar la gratuidad de la Justicia. El hecho es que, si Gallardón cede ante las imposiciones clericales, serán los curas quienes gobiernen. Lo mismo que ha sucedido con el ministerio de Educación cuyo ministro se ha apresurado a cumplir las órdenes del episcopado en materia de enseñanza privada, supresión de educación para la ciudadanía e implantación de la doctrina religiosa. Y, en la medida de lo posible, la educación, segregada por sexos pues, según el ministro, esta segregación no discrimina, como se demuestra por el hecho de que también la hayan implantado los integristas de Hamas en Gaza.

Está claro: en donde los curas mandan, las mujeres llevan la peor parte. Siempre. Y a esa misoginia acendrada de la Iglesia se une la de una sociedad civil educada en los más preclaros principios del machismo andante. Ese alcalde que dice que las feministas lo son hasta que se casan, igual que los comunistas hasta que se hacen ricos y los ateos hasta que se estrella su avión, muestra la esencia misma del machismo. La equiparación de las tres circunstancias es tramposa. Lo del comunista y el ateo los involucra a ellos solos confrontados con circunstancias genéricas fuera de su control. Allá ellos con sus conciencias. Lo de la feminista es el resultado de una interacción entre dos seres humanos, un dominador y una dominada. Es una relación de violencia. Esa presumida renuncia al feminismo por razón de matrimonio es la formulación vulgar de la leyenda de la doma de la bravía, aunque no tan vulgar como su manifestación de sobremesa cuando los hombres explican el comportamiento de una mujer porque es una malfollá que lo que está pidiendo es un macho.

El cargo del PP que hace unas fechas dijo que las leyes, como las mujeres, estaban para violarlas, dimitió acto seguido. Era una brutalidad demasiado pétrea para edulcorarla de algún modo haciéndola pasar por una de esas estúpidas incorrecciones políticas que invocan quienes no tienen ni idea de lo que es la corrección política. El alcalde en cuestión, sin embargo, para no dimitir ha acabado diciendo lo contrario de lo que afirmaba, admitiendo que no se puede generalizar, que algunas feministas lo hacen y que él lo encuentra lamentable. ¡Lamentable! Si son esas las que prueban la veracidad del supuesto de que, en el fondo, las feministas lo que quieren, como todas, es casarse con un hombre que las mantenga. Lamentablemente, claro.

La defensa de los derechos de las mujeres es la primera línea de la defensa de los derechos fundamentales.

diumenge, 13 de gener del 2013

Mundos aparte y un poco de vinagre.

Aplausos fervorosos a la joven Camila Vallejo, candidata a diputada al parlamento chileno por el Partido Comunista. Tiene en su haber el liderazgo del movimiento estudiantil de oposición del año pasado que hizo claudicar al gobierno en sus aviesas intenciones. La presencia activa de l@s jóvenes en las instituciones es imprescindible en nuestras democracias si de verdad queremos regenerarlas. Su radicalismo y su falta de ataduras de intereses creados les dan la fuerza necesaria para ello. Los políticos, los políticos profesionales, todos de mediana edad para arriba, salvas contadas excepciones de acólit@s, no pueden resolver los vicios de funcionamiento de las instituciones porque son sus principales beneficiarios.

Según El Pais de hoy, el 96% de la población cree que hay demasiada corrupción en España o que es "muy alta" o algo así. ¡Aleluya! Por fin se percata el personal. Hace unos meses, la corrupción no era siquiera un problema. Y hace algunos más, Camps salía elegido en Valencia con mayoría absoluta reforzada. Es una muestra obvia de la profunda sabiduría popular. La vox populi, vamos. Alta lo es la corrupción un Rato largo. Llega a las más elevadas instancias del Reino. Y, además de alta, generalizada, universal, asfixiante. Los gobiernos -no todos, desde luego- se dedican al saqueo. Lo llaman privatización, externalización, liberalización y siempre quieren decir quedárselo ellos, sus parientes y amigos (a los que tienen salpimentados por la administración pública, a veces a cientos, como el tal Baltar), cofrades, seguidores y asociados en inteligentes operaciones mercantiles. Regenerar esta situación de corruptela general no va a ser fácil. Una situación en la que un hombre con la hoja de servicios de Rato es contratado como asesor por Telefónica y no sucede nada no es sencilla de remediar.

Por eso está muy bien que irrumpa la juventud en las instituciones. Los partidos de izquierda deben darle paso con generosidad. Podían también abolir esas juventudes que suelen tener como lugar en donde aparcar las energías juveniles para ir luego cooptando a l@s más dóciles. Y si, además de jóvenes, son mujeres, servicio doble a la causa. La juventud tiene un potencial de cambio muy fuerte, pero las mujeres jóvenes lo duplican. Por eso, aplausos, renovados aplausos y aplausos también al país en donde esto sucede. Ojalá pase también en España.

La foto de Camila se encuentra por doquier en la prensa. Google da 429.000 resultados. En esta época mediática la imagen es muy importante y Camila es fotogénica y atractiva. Doble valor para la causa de las mujeres que quizá sea la causa más importante de nuestro tiempo.

Porque mientras Palinuro aplaude la naticia de Camila Vallejo, no puede dejar de pensar en esas dos mujeres que, con diferencia de días, han sido violadas en grupo en la India y la primera, además, torturada y bárbaramente asesinada. De esos casos vamos a encontrar muchas menos fotos. De las infortunadas, ninguna. Algún medio se atrevió a publicar una imagen del rostro tumefacto de la primera violada agonizante, pero ha desaparecido de la red. Es otro mundo, ¿verdad? Vivimos en mundos aparte. El planeta es el mismo pero en Chile una joven atractiva puede presentarse candidata a diputada y en la India esa misma muchacha no puede subir a un autobús sin peligro para su vida.

Es injusto que la gente se muera de hambre en el África, o a tiros en Ciudad Juárez, que los gobiernos rebajen los salarios de los trabajadores, las empresas despidan sin contemplaciones y exploten trabajo esclavo e infantil en otros países, es injusto que los niños no tengan igualdad de oportunidades en educación ni los adultos en sanidad. Sin duda. Pero la metáfora de todas esas injusticias es que en la India, en el África, millones de mujeres vivan bajo el permanente temor a ser violadas, torturadas, asesinadas cuando menos lo esperen, "cualquier día, en cualquier esquina."

Los hombres no sabemos lo que es eso, aunque podíamos intentarlo.

Es más, nos tranquilizamos pensándonos superiores. Aquí "eso" no sucede. No es imaginable. Tenemos la pulsión controlada: medio centenar de asesinadas al año y unos cientos de maltratadas. O sea, no estamos tan lejos. No estamos tan lejos. Y los medios debían ayudar a recordarlo, no cediendo a los aspectos fáciles de la comunicación.

dimarts, 21 d’agost del 2012

El odio a las mujeres.

No sé cómo andarán las cuentas de las casos de asesinatos de mujeres a manos de sus compañeros, amantes, novios, maridos o lo que sean. Con darse más de uno ya es escandalosamente alto; pero no es uno; será una cincuentena. Las mujeres están sometidas a una agresión permanente en nuestra sociedad que fácilmente deriva a violencia de género (eso que Ana Mato, en una alarde de ingenio, quería suavizar llamándolo "violencia en el entorno doméstico" o alguna cursilada así) y llega al extremo en el asesinato.
Y aun parece que hayamos de darnos con un canto en los dientes porque hay países en los que se las lapida. En Sudán, por ejemplo, es práctica legal y reiterada. La próxima en lista de espera es Layla Ibrahim Issa Jumul, una joven de 23 años condenada por adulterio. Condenada por lo que sea. Nadie tiene derecho a infligir tal sufrimiento a un semejante. La sola idea de que alguien pueda morir lapidado subleva el ánimo. Las redes sociales han comenzado a movilizarse para impedir esta atrocidad. Eso está bien pero, si nos paramos a pensar un poco, resulta insuficiente. La comunidad internacional (ese ente vagaroso que suele invocarse para bombardear algún lejano país) debe hacerse presente para bien por una vez e intervenir con toda claridad en el proceso. Hay que llevar el asunto a la ONU y solicitar un pronunciamiento de la Asamblea General en el sentido de expulsar a Sudán si comete tal fechoría. Expulsarlo y someterlo a sanciones económicas. Palinuro sería incluso partidario de medidas más drásticas. Ni Sharia, ni soberanía, ni idiosincrasias culturales. Hay que acabar con este feminicido universal que toma formas muy diversas, cultural y religiosamente condicionadas pero siempre acaban en lo mismo, en violar y asesinar a las mujeres; en el comedor del hogar; en mitad de un descampado a pedradas; en un poblado en el Congo, previa violación en masa; o en un prostíbulo en Ciudad Juárez.
Hay países en los que la ley prevé pena de muerte por lapidación para los delitos de adulterio y homosexualidad. El odio a los homosexuales es tan oscuro, irracional, viscoso y ancestral como el odio a las mujeres y lo que se dice respecto a estas vale también para los otros: ni una lapidación más, se ponga Alá como se ponga y el que lo haga, que se atenga a las consecuencias. Los países occidentales o la famosa comunidad internacional deberíamos romper relaciones diplomáticas con Estados homófobos y misóginos.
Claro que, a la hora de ponerse a dar lecciones a los demás sobre respeto a los derechos humanos, conviene que sepamos cómo tenemos nuestra propia casa. En España, el asesinato de mujeres corre a cargo de particulares y las instituciones luchan contra esta lacra o, al menos, no se solidarizan con ella. Ni la iglesia. Sin embargo, los curas siguen cargando contra los homosexuales y las autoridades pretenden negarles el derecho a contraer matrimonio. Cada voz que se alza aquí en contra de los homosexuales, cada vez que se les niegan sus derechos, se arroja una piedra en alguna lapidación en algún otro lugar.
En los Estados Unidos, un candidato republicano al Senado al que debe de faltarle algún tornillo, firme enemigo de todo aborto, ni siquiera lo admite en caso de violación porque, dice el menda, en la mayoría de las violaciones legítimas la agresión no termina en embarazo. En mi vida he leído muchos disparates pero este de la violación legítima supera los más absurdos. Claro que a lo mejor no es tanto disparate. ¿En dónde puede ser legítima una violación? Sencillo: en un mundo de violadores. En este. Al congresista Akin lo ha traicionado el subconsciente. El dice que se ha expresado mal. En absoluto, los republicanos están indignados con él porque ha dicho lo que muchos piensan pero saben que no conviene decir, esto es, que las mujeres pueden ser objeto de legítima violación, como el que habla de la legítima defensa. El amigo Akin hizo sus declaraciones en presencia de su esposa. Esto es lo que hay y no sirve de nada ocultarlo. 
Se debe impedir el crimen del Sudán y contestar como se merece al retrógrado Akin.

dimarts, 13 de març del 2012

Violación.

¡Cómo avanza la civilización! En la Argentina ya se permite que las mujeres violadas aborten. ¡Vaya por dios! Hasta ahora estaba prohibido, como en todos los demás lugares en que rige la moral (y la ley) patriarcal/machista que privilegia al hombre e ignora a la mujer, la trata casi como un semoviente y no tiene una pizca de compasión por las manifestaciones concretas de un sufrimiento y una humillación que duran siglos. Es necesario ser realmente un granuja, un ruin granuja, para no entender la tortura que acarrea el gestar un ser producto de la brutalidad de una violación pues la elección es siempre agónica: o se aborta (y, encima, con la penalización de una ley injusta) o se tiene el hijo del enemigo y, haciendo de tripas corazón, se es una madre para él, en bastantes ocasiones, además, arrostrando la hostilidad de los allegados.

Porque muchas veces la violación es un crimen aislado, esporádico, individualizado; pero muchas otras es una política deliberada del mando que ordena a las tropas vencedoras en una guerra que, tras exterminar a los vencidos, violen en masa a sus mujeres para implantar en sus senos la semilla de la etnia, la raza, el color de los violadores. Política deliberada de destrozo desde tiempos inmemoriales y que recientemente se ha visto aplicar en el Congo o en la antigua Yugoslavia.

Si este aborto por violación está aun prohibido en muchos sitios es porque sigue pesando el repugnante parecer de esos curas de tres papadas, orondos eunucos sobaniños que predican cómo la mujer violada, es decir, la mujer atropellada en lo más íntimo de su ser, debe sobrellevar su infortunio con resignación y parir y criar al inocente fruto de su vida destrozada. Y estos son los caritativos curas occidentales o sus devotos doctrinos al estilo de Gallardón. En el mundo musulmán, en donde los curas son todavía más brutales e imbéciles que los cristianos, la violación se echa en cargo de la víctima y esta no solo queda deshonrada sino en peligro de perder la vida.

Quizá haya cosas tan odiosas, crueles e inhumanas como una violación pero, desde luego, no más. El forzamiento deja siempre secuelas terribles en quien lo sufre, físicas y psíquicas. Y solamente desalmados y descerebrados, como esos policías que -ya no tanto, afortunadamente- solían reírse de las mujeres que se atrevían a denunciar una violación diciéndoles que eso sería lo que ellas quisieran. ¡Cuánto canalla ha vestido y sigue vistiendo uniforme de policía, bata de médico, toga de juez! La solidaridad machista presenta siempre un frente cerrado para obligar a las mujeres a hincar la cerviz y aguantar los atropellos, desde el chulo de discoteca hasta el intelectual semiculto y pedante, de vuelta de todo, que describe en su columna periodística cuán harto está ya de la tiranía feminista, de la queja continua de las mujeres, de la sobreprotección de que gozan, de la falsa igualdad de que se aprovechan, frente al sufrido varón al que, a priori, se hace culpable de todo. Luminarias de la estupidez que confunden el ruido de sus tripas con el sonido del ingenio.

La falta de sensibilidad del machismo dominante en nuestra sociedad es abrumador y, en buena medida está sostenido por mujeres, enajenadas por los curas y sus propias frustraciones que defienden la causa que las oprime. Por ejemplo, esa inefable alcaldesa de Madrid que prefiere que la igualdad tarde más a que haya "atajos" porque no se atreve a decir que no quiere que haya igualdad en absoluto ya que, si la hubiera, ella no habría llegado a donde ha llegado pues lo ha hecho gracias a su marido y no a los méritos personales que sin embargo pide a las demás.

Realmente, la hipocresía social que rodea al patriarcado es repugnante y para removerla no basta ese terrible caso de la adolescente marroquí que se ha suicidado porque los criminales que la rodeaban bajo el nombre de familia (sacrosanta, desde luego) la obligaron a casarse con el otro criminal que la había violado, una niña en la flor de la vida a la que el machismo brutal sobre el que se permiten hacer bromas los señoritos de la derecha (y muchos de la izquierda), prefiere ignorar pues no puede ridiculizar directamente a la víctima que es lo que les pide el cuerpo castrado con la "contracorrección política" que les imbuyeron de niños. Esa noticia que subleva el ánimo, enciende la sangre y clama al cielo debiera ser primera en todos los periódicos y telediarios. Pero no, ni siquiera aparecerá. Al fin y al cabo, una injusticia cometida con una menor, marroquí, africana, mujer..., nada. Lo importante es lo que dice esa enchufada, engreída e hipócrita, Ana Botella.

(La imagen es un grabado de Castelao de 1937, titulado Atila en Galicia y refleja uno de los muchos crímenes que los fascistas cometieron con la población civil y que sus herederos ideológicos no quieren que se investiguen. La base del terror franquista, que llega hasta hoy).