dijous, 30 d’octubre del 2008

La vivienda, de derecho a estafa.

La señora ministra de la Vivienda, doña Beatriz Corredor, registradora de la propiedad de profesión, comenzó su mandato tratando de favorecer a los empresarios del ladrillo y las grandes inmobiliarias que son quienes han organizado en buena medida el desbarajuste que hay hoy en la construcción en España a base inflar los precios hasta extremos en que, por su codicia sin límites, han matado a la gallina de los huevos de oro y ahora los amenaza la quiebra. Y como todo lo que sea favorecer a los tipos del ladrillo es ir en contra de los intereses de la gente es claro que la señora Corredor empezó haciendo todo lo posible para ayudar a estafarla. En el mes de junio pasado la señora Corredor decía, contra toda evidencia en contrario, que era un buen momento para comprar una vivienda con los precios inflados en más de un cuarenta por ciento. ¿Qué quería con estas declaraciones? Obviamente engañar a la gente para que se entrampara a los precios astronómicos que pedían los tiburones empresariales. Es decir, no recomendaba a estos tiburones que bajaran los precios para que la gente pudiera comprar, sino que trataba de engatusarla para que las empresas no perdieran beneficios. Todavía hace poco y sabiendo que los precios de las viviendas no han bajado lo que debieran la señora ministra volvió a tratar de empujar al personal asegurando que es un buen momento para comprar una vivienda lo que es obviamente otra mentira destinada a favorecer a los empresarios. Y su tendencia no acaba aquí. Si no llega a ser por el señor Solbes, esta registradora de la propiedad que parece a sueldo del ladrillo, hubiera asignado miles de millones para salvar del hundimiento a las constructoras.

Enemiga jurada del derecho a una vivienda digna esta señora vuelve a sacar ahora la idea socialista de los pisos de treinta metros cuadrados que es un verdadero insulto. También ha conseguido la señora ministra que le aprueben el plan de prolongación de las cuentas viviendas por dos años más. Se trata de una medida que puede venir bien a quien la experimente pero sobre todo a quien beneficia es a los constructores que así tendrán dos años más en los que esperan poder quedarse con los ahorros de la gente vendiéndoles los pisos de sesenta metros como si fueran Buckingham Palace.

Por fin sin embargo la señora Corredor se ha caído del caballo, como Saulo en el camino de Damasco y empieza ya a decir que no es un drama que los constructores vendan las casas por lo que ahora valen en el mercado. Parece que la luz se ha hecho en sus cortas entendederas o bien ya se ha dado cuenta de lo impopulares que son sus propuestas. Ahora sólo falta que haga verdad sus palabras y que, como decía ayer no está dispuesta a ayudar a los promotores con el dinero que tiene para ayudar a los ciudadanos. En fin, no se le está pidiendo que actúe como una ministra socialista y mire antes que nada por los intereses de los que no tienen nada; se le está diciendo que no favorezca a los estafadores y sinvergüenzas que se han enriquecido negando a la gente el derecho a una vivienda digna, que se comporte como una persona decente y una demócrata. Seguramente los empresarios no la tratarán igual cuando deje su cargo, pero habrá cumplido con su deber que consiste en ayudar a los entrampados, hipotecados, medio asfixiados y no a los estafadores del ladrillo.

(La imagen es una foto de Sublibrarian of the year, bajo licencia de Creative Commons).