dijous, 7 de maig del 2015

Mentir.


Carmena telefoneó ayer a Aguirre para pedirle que deje de mentir sobre ella a propósito de su condición de jueza. Aguirre tuvo que rectificar. ¿Reconoce que miente? No; es que la han pillado en una cuestión irrefutable, de hecho. De las mentiras genéricas, más difusas, ni se habla. La señora las borda: los profesores son unos vagos; los sanitarios, también; los sindicatos, unos corruptos, enchufados; la enseñanza pública, un despilfarro; todo lo público, más despilfarro; no tuvo nada que ver con el Tamayazo; la Gürtel la destapó ella; los contrarios a las corridas de toros son la anti-España; Franco era socialista; la libertad la ha traído el critianismo; el libre mercado es la base de la prosperidad y aquí no hay capitalismo de amiguetes; ella no es responsable de la corrupción en la Comunidad de Madrid sino de dos nombramientos poco afortunados; se retiró de la política hace tres años para dedicarse a cazar talentos.

Esta buena señora no ha dicho una verdad en su vida. Quizá no sepa. Y en su partido y gobierno no ha aprendido. En el uno y en el otro, mentir es lo normal. Hacer política es mentir. La mentira ha sido esencial en el fascinante vuelo de la derecha española por 35 años de democracia después de su glorioso paso de otros 40 de dictadura.

El señor Rosendo Naseiro parece haber declarado ante notario que Aznar conocía la caja B del PP desde el comienzo. O sea, cuando unos años después, el mismo Aznar declaraba que el PP era incompatible con la corrupción, mentía. Mintió al asegurar a los españoles que Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva y luego hubo de reconocer la mentira a regañadientes cuando le probaron que no las tenía. Mintió afirmando que el atentado de Atocha del 11 de marzo de 2004 fue obra de ETA. Y sigue mintiendo. Probablemente mintió a Rato cuando nombró sucesor a Rajoy. Pero esa sería mentira piadosa.

Rajoy heredó el partido y la mentira. La ilustración muestra la comparecencia de la plana mayor del PP el 11 de febrero de 2009 a raíz de las primeras revelaciones de lo que luego ha sido esta inenarrable merdée de la Gürtel, Bárcenas, Bankia, Púnica, Matas, Ratos, etc. La convocatoria fue para proclamar una mentira a los cuatro vientos: esto no es una trama del PP, es una trama contra el PP. Seis años después, repasen el dramatis personae de izquierda a derecha:

Sáenz de Santamaría, cobradora de supuestos sobresueldos, dice que 500.000 parados defraudan y que el gobierno no se pronuncia sobre los asuntos fiscales de particulares salvo que se trate de gente de la oposición.

Aguirre puede impartir un máster en mentiras. Empezando por la primera de todas: que ella ha sido siempre liberal. Una liberal cuya vida activa consiste en siete años de funcionaria del Estado y más de treinta de funcionaria del partido, habiendo ocupado muchos cargos públicos, siempre predicando en contra del Estado.

Cospedal de la Mancha parece un personaje del Quijote, pues vive en un mundo alucinado, pero justamente falta en el Quijote porque Cervantes no incluyó ningún ejemplar de malvado. "El PP es el partido de los trabajadores"; esa es mejor que la del "despido en diferido".

Las historias de Monago sobre sus viajes a las islas afortunadas y otros lugares de ensueño pertenecen al feraz campo de la literatura de viajes fantásticos, exóticos y misteriosos.

Rajoy presidía el akelarre de la mentira. Su programa electoral era mentira de arriba abajo. Y sigue. Compareció en sede parlamentaria a mentir. Y sigue. Se enteró de la detención de su compadre Rato por la prensa y se lo habían comunicado antes, como es lógico. Pero la mentira ignora la lógica.

Ruiz Gallardón será recordado por los siglos como el hombre pío que quiso convencer a las mujeres de una mentira teológica, incomprensible: que arrebatarles un derecho era emanciparlas.

Ana Mato no sabía nada de lo que pasaba delante de sus narices, no sabía quién pagaba los viajes o el confetti de las fiestas de los niños, ni sabía cómo la calabaza arrumbada en el fondo del garaje se había transformado en un reluciente Jaguar.

En el caso de Camps la mentira abarca desde las facturas de la sastrería a las inversiones milmillonarias en grandes obras faraónicas, cesaristas, orientadas a convertir Valencia en la Alejandría del siglo XXI, a mayor gloria del "curita".

Y Botella al final. Esta no miente. Las almas simples no mienten. Su idea de que Cenicienta representa la esencia femenina ya lo dice todo. Lo que no dice es cómo ha podido ser alcaldesa alguien así.
 
En España, ahora, gobernar es mentir. Digánselo a los medios de comunicación.