dilluns, 9 de maig del 2016

España es un cortijo

La cómica pareja de personajes al frente del ministerio del Interior no son más que uno de los episodios más vergonzosos y chungos de esta costumbre del partido del gobierno de tratar España como si fuera su cortijo en el que puede hacer lo que le da la gana. El ministro Fernández-Díaz y el director general de la policía, Ignacio Cosidó, creen firmemente que el ministerio y sus competencias son como el patio de su casa y que pueden hacer en él lo que quieran. El ministro se ha pasado la legislatura condecorando estatuas de madera de vírgenes de las que es muy devoto y enviando contingentes de las fuerzas de seguridad a rezar a la Virgen de Lourdes con el dinero de todos los contribuyentes. Cosidó, aparentemnte, ha mangoneado cuanto ha podido en las funciones y competencias de la policía para proteger a sus amigos de investigaciones y pesquisas, como en el caso del ático de González en Marbella o, al contrario para perseguir a sus adversarios fabricando, difundiendo todo tipo de embustes y calumnias sobre ellos, presuntamente valiéndose de su control de las fuerzas policiales. La afirmación de que Podemos es un peligro para la democracia porque tiene algo que ver con ETA es una barbaridad y una injusticia por la que quien la profirió ya estaría en la calle en cualquier país del mundo. Pero no aquí, en donde el personal se dedica a robar cuanto puede de los fondos públicos para sus tenebrosos asuntos. Y en donde los responsables políticos son cualquier cosa menos responsables de sus actos, lo que les permite soltar ristras inverosímiles de dislates sin que ello les acarree consecuencia desagradable alguna.

Utilizar presuntamente a la policía como una agencia privada de delincuentes para obstaculizar o embarrancar otras opciones políticas es una de las numerosas muestras de cómo la derecha entiende  el gobierno de España. Como la administración de un cortijo propio.  Su acción consiste en legislar descaradamente a su favor y el de sus amigos, amnistiarse por los delitos cometidos y entrar a saco en el erario para esquilmarlo a mansalva, tanto en beneficio personal de todos los populares que meten la mano y son legión, como para sus enjuagues de corrupción, malversación, en definitiva, privatización a los que llaman programa político. Algo que lleva el haciendo el PP, por lo que parece, desde su origen hace veintitantos años. 

Y, por supuesto, el Sobresueldos, que pasó unos 20 años cobrando sobres de procedencia dudosa sin que hasta la fecha haya dado muestras de pensar en dimitir por un compotamiento tan bochornoso e inmoral. Por no hablar del hecho de que, según parece, la misma Gürtel que pagaba los trajes de Camps, pagaba los atuendos o viajes de esa auténtica vergüenza nacional. Un gobernante tan desgobernado y autoritario que lleva cuatro meses en rebeldía, negándose a dar cuenta de sus actos ante el Parlamento.

En el gobierno de Madrid hay de todo. Llegó a estar en manos de una ultrarreaccionaria neoliberal, ridícula parlanchina que jamás vigiló un papel ni se ocupó de su puesto para nada y a la que bastaba halagar en su necia vanidad de ser como la dama de hierro, para que hiciera la vista gorda ante elsaqueo sistemático de las arcas públicas, perpetrado por una manga de amigotes suyos, sinvergüenzas a sus órdenes que por todo cobraban y de todo se beneficiaban. 

Santurrones y beatos de misa diaria, eso no impedía que hicieran negocios y expolios al amparo de la Iglesia. Los responsables de organizar una visita del Papa Ratzinger, hicieron prodigios para levantarse unos millones de euros a base de estafas. La pía y devota consejera de educacion de Madrid, la que descapitalizaba los centros públicos, llenaba de subvenciones los privados, ella misma no hacía ascos a beneficiarse de las ofertas que realizaba su gobierno ni a relacionarse -ya se verá en sede judicial cómo- con los granujas que acumulaban fortunas a base de cobrar comisiones por la construcción de centros educativos.

El gobierno como negocio y como robo. Hay sinergia en el atraco. La derecha engancha todo lo que huele a dinero público y da luego una parte a la gran ladrona nacional, la Iglesia católica, cuya codicia es un  pozo tan sin fondo como la ignorancia del clero. Aportaciones directas de las arcas del Estado (más de 11.000 millones de €) para que los curas puedan financiar sus medios audiovisuales, centros de propaganda del oscurantismo y el odio, exenciones fiscales universales (otro tanto), subvenciones encubiertas o sin encubrir a través de esas estafas que llaman "centros educativos", todo lo necesario para propiciar el ánimo de la Iglesia que es hoy más rica que en tiempos de Mendizábal. Lo que se llama compartir un pedazo del cortijo con los de misa y olla.

Se dan casos de chupopterismo y mangoneo alucinantes que ponen en evidencia cómo España sigue siendo el cortijo de corruptos y sinvergüenzas que ha sido siempre. La ex-ministra Mato, una incompetente fabulosa, que hubo de dimitir porque estuvo beneficiándose de continuo presuntamente de los fondos Gürtel, desde las fiestas de cumple de sus hijos hasta los viajes de placer de la familia ha encontrado nuevo destino. Aparte de cobrar la prestación por el paro, una pasta, y de volver a "trabajar" de enchufada en su antiguo curro, ahora le han buscado un  enchufe en algún organismo europeo en el que tendrá ocasión de seguir mostrando que no sabe hacer la O con un canuto, pero cobra una pasta por ello. 

El que fuera ministro de Educación, el negado Ignacio Wert, que comenzara su periodo ministerial con la estupidez de que quería "españolizar a los niños catalanes", acabó teniendo que dimitir, dejando la educación en España sumida en el caos. Pero a la Iglesia muy contenta porque volvió a entregarle   el alma de los niños con la reimplantación de la religión. En premio le han dado la embajada de España ante la OECD en París, asunto del que lo ignora todo y en donde también está su mujer en un puesto de enchufe, ambos cobrando un dineral y descansando en un piso de lujo, todo ello a costa del contribuyente. 

En donde quiera que asientan sus reales los miembros de la asociación de malhechores, PP, vacían las arcas y articulan sus medidas  para estar chupando del bote. A eso es a lo que llaman "política" estos depredadores. Y así han dejado el país, al borde de la bancarrota, lleno de obras faraónicas inútiles, abandonadas y que costaron una millonada a la que habitualmente se sumaba la mordida que el correspondiente pepero reclamaba.

La izquierda, responsable en buena medida de que continúe este expolio por su negligencia o complicidad, no supo hacer frente a la banda de ladrones. Los medios han guardado un silencio muy acusador porque hay que garantizarse las subvenciones públicas directas o indirectas en este perro mundo y peparados para sostener unos negocios ruinosos, a base de propagar las mentiras más evidentes.

Pero la principal responsabilidad sobre este desbarajuste afecta a los electores que siguen votando a esta banda de ladrones.