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divendres, 22 de gener del 2016

Reflexión sobre un títere malvado

Ayer una emisora catalana hizo objeto de una broma muy frecuente a Rajoy en la que un periodista se hacía pasar por Carles Puigdemont y conseguía hablar con él. Hubo gente, gente bien intencionada, gente de buen corazón, que encontró la broma pesada, de mal gusto y manifestó cierta solidaridad con el de los sobresueldos. Unas fechas antes, un joven le había atizado un puñetazo en plena calle. Otras gentes, prácticamente todo el mundo, los partidos y hasta los adversarios, condenaron el hecho con las proclamas habituales de la violencia siempre repudiable, etc.

Sin duda son dos momentos en que este este impresentable personaje ha hecho el ridículo. Pero no son los únicos. Hace poco, en una pograma de radio quedaba patente su necedad a raíz de su desconocimiento sobre el derecho de nacionalidad en España. Y eso por no hablar de cuando, queriendo llamar "ruin" a Pedro Sánchez en un debate en la tele, lo llamó "ruiz".

Las anécdotas en las que el hombre de los sobresueldos muestra un fondo de estupidez son innumerables: un plato es un plato y un vaso es una vaso, los españoles son mucho españoles, una cosa es la solidaridad y otra la solidaridad a cambio de nada son tres ejemplos de una muestra abigarrada.

No hay duda de que este pobre país lleva cuatro años gobernado por un auténtico estúpido, rasgo del que ya se habían dado cuenta en la UE en 2012, cuando el eurodiputado británico Nigel Farage proclamó en el eurpoparlamento que Rajoy es el lider más incompetente de la EU. Un estúpido que no entiende su propia letra, no sabe leer ni hablar en idioma alguno, incluso el suyo.Tan estúpido que, como hemos visto, despierta conmiseración.

Pero, además de estúpido este sujeto ha dado cumplidas muestras de ser un malvado, un hombre a quien dejan frío las desgracias ajenas incluso cuando las ha provocado él, un embustero profesional para quien decir la verdad es una muestra de debilidad y cree que la política es engañar por principio; un hombre que se aumentó el sueldo en un  27% cuando se lo congelaba o reducía a los demás; un tipo que esquilmó la riqueza pública del país para privatizarlo en interés de sus amigos, un sujeto que humilló el parlamento y, entre desahucios, suicidios, recortes y ruinas ha destrozado la vida de miles de personas, un individuo sin escrúpulos que, aunque habla de la igualdad de los españoles, siempre ha estado convencido de que las personas somos desiguales porque, decía, está "científicamente demostrado" que lo somos y que los mejores son siempre los de la mejor "estirpe", un mangante conchabado con mangantes, un egoísta que emplea los fondos públicos para atender a su padre dependiente, pero niega los fondos para cuidar de los dependientes ajenos.

Así que Palinuro no cree en la ley del talión en su versión  más estricta pero si en la más suave de que, quien "siembra vientos, recoge tempestades" y no puede coincidir con esas lamentaciones y jeremiadas. Por muchas bromas que le hayan gastado o dado de bofetadas, costará mucho demostrar que sean peores que las canalladas que él ha hecho a miles de personas por donde ha pasado, algo que nadie, con un mínimo de sensibilidad, puede ignorar.