divendres, 13 d’octubre del 2017

La fiesta de la nación discutida

Si solo fuera la "crisis catalana" la que copara la Fiesta Nacional el panorama político español sería menos turbulento. La misma justificación de esa llamada Fiesta Nacional, uno de los pilares de la conciencia nacional española en su llegada al Nuevo Mundo, está crecientemente cuestionada. Hasta la palabra "descubrimiento" con que se iniciaban todas las narrativas de la gloria patria ha caído en el descrédito y el rechazo por eurocéntrica, ya que los americanos se niegan a aceptar que fueran "descubiertos" como el que descubre una mina de wolframio. Al mismo tiempo se cuestiona el significado oficial de la conquista del continente que, lejos de ser obra cristianizadora y civilizatoria, se presenta como de saqueo, explotación y genocidio. Mala imagen para tomarla como símbolo de la nacion. Y cada vez más extendida. La ciudad de Los Ángeles ha retirado la estatua de Colón y decidido no volver a celebrar el "Columbus Day". 

No se ven muchas razones para el "optimismo" y la "esperanza" en un día que, además, ha tenido la falta de tacto de llamarse con el nombre de ese espectáculo que el siglo rechaza con creciente desprecio: las corridas de toros, también Fiesta Nacional.

Pero, en efecto, el gran escollo ante la nación española es la nación catalana, obstinada en ser reconocida como tal con su derecho a la independencia. 

Los hechos conocidos hasta el momento son claros. Hay un ultimátum del gobierno a la Generalitat para que se ajuste a la legalidad so pena de aplicación del 155 que, paradójicamente, ya está aplicado de hecho y de derecho, desde el punto en que el ultimátum equivale al requerimiento que él mismo exige. Otra cosa son los conciliábulos generalizados y la oleada de bulos que ha invadido las redes y hasta los periódicos digitales. 

El gobierno ha cortado en seco el saque de Puigdemont que abría un plazo para el acuerdo y la mediación. No hay diálogo y el plazo se acorta a cinco y ocho días. Visto lo cual, tampoco parece necesario que la Generalitat los consuma. Es una decisión muy simple, "sí, hay una DI" o "no hay una DI" y la consecuencia será la misma; fracaso de la hoja de ruta. No habrá independencia, en un caso por causa del 155 y en el otro por renuncia expresa de los interesados. 

Está claro que el gobierno no quiere solución negociada alguna, sino el sometimiento de la Generalitat sin condiciones, cosa impensable. El planteamiento del ultimátum solo tiene como respuesta la reactivación de la DI y la proclamación de la República Catalana. A no ser que el PP girara a admitir la posibilidad de una negociación, está abocado a materializar el 155 e intensificar la represión. Es decir, entra en un terreno muy rebaladizo y peligroso de inestabilidad política que repercutirá de inmediato en la deuda y las relaciones de España con los mercados financieros. 

Así las cosas, y con el pronunciamiento del Consejo de Europa en favor de la negociación y la condena de la violencia policial, Europa estará muy atenta a los siguientes pasos de Rajoy en Cataluña. A diferencia del Consejo de Europa, la UE se ha decantado por apoyar al Estado y sugerir que el conflicto se resuelva "dentro de la Constitución". Naturalmente, ¿qué va a decir? ¿Que se resuelva fuera o en contra de la Constitución? Pero, al mismo tiempo, seguirá de cerca los acontecimientos. Una segunda oleada de brutalidad policial en Cataluña -en razón de una posible huelga general- no será tolerada en Europa.

Y luego está el movimiento independentista en sí. No sé para qué estamos pagando unos centros de información, inteligencia, espionaje que son incapaces de detectar una organización clandestina que ha organizado un referéndum en el que han votado 2.200.000 personas (más otros 750.000 cuyos votos secuestró la policía) a pesar de la brutalidad con que se pretendió impedirlo. Y no solo incapaces de detectarlo también de comprenderlo una vez se ha manifestado. No comprenden el espíritu de una red de resistencia. 

El caso del gobierno es peor ya que aun comprende menos aquello a lo que se enfrenta, pues sigue negando que hubiera referéndum y, por tanto, organización social alguna que lo hiciera posible. No reconoce la extensión y profundidad del movimiento social. Al contrario sostiene que el independentismo es cosa de cuatro lunáticos empeñados en romper la unidad de España en contra de la voluntad de una "mayoría silenciosa" que se ha inventado. 

Cuando Rajoy, el de los sobresueldos, reconozca el error de enfocar la cuestión como una de orden público (policía, jueces y cárceles) ya tendrá la mediación encima. Una mediación que le obligará a comerse sus palabras de que la nación española es indiscutible e indiscutida.

dijous, 12 d’octubre del 2017

La libertad catalana

La velocidad de la revolución catalana es tal que apenas hay tiempo de valorar los resultados de una decisión cuando se imponen otros nuevos. He aquí un artículo de Palinuro publicado el martes, 10 de octubre en el diario vasco Berria. Se escribió el 9, o sea, hace tres días y se titula España sin salida. Es, pues, un día anterior al climax de la DI catalana del martes y dos al del anticlimax del cierre parlamentario del bloque dinástico PP-PSOE-C's. Esperanza/ilusión y desesperanza/frustración en veinticuatro horas. El ánimo humano es así. Pero no cabe desfallecer. Nadie dijo que una revolución de nuevo tipo fuera fácil frente a esta Bastilla de la oligarquía dinástica tradicional a la que se ha cooptado al PSOE, beneficiario asimismo de esta ridícula restauración nacionalcatólica que tiene parasitado y paralizado al país.

La mayoría parlamentaria franquista (PP, PSOE y C's) cree haber conjurado el peligro de la secesión catalana con el típico (y único) argumento español: por c.... Sintiendo algún lejano escrúpulo de su olvidado pasado de izquierda, el PSOE cree acallarlo por boca de su SG recurriendo al repugnante pretexto machista de culpar a la víctima con el "no me obligues a matarte". Quizá algún día esta gente llegue a ver qué bajo ha caído en punto a moral y respeto por los derechos humanos, pero no es asunto nuestro. Ellos verán hasta dónde alcanzan en su complicidad con el fascismo.

La revolución sigue y, llegados a este momento, merece la pena recordar las razones por las que, según Heródoto, los atenienses se enfrentarán al poderoso ejército de Jerjes, rey de reyes, en defensa de la libertad:  "no retroceder nunca en la batalla, sean cuales sean las circunstancias, permanecer siempre en su puesto y vencer o morir". 

Sigue el texto del artículo :

ESPAÑA, SIN SALIDA.
                                                                                                         
El 1-0 abrió una cuenta nueva en el contencioso Cataluña-España. A pesar de la brutalidad de la policía y del cuerpo paramilitar de la Guardia Civil, más de dos millones doscientos mil electores votaron, en condiciones muy difíciles, arrostrando con valentía todo tipo de amenazas, violencia y represión. Esta circunstancia da al referéndum catalán un valor moral y una importancia política que nadie se atreve a ignorar, tanto en el Estado español como en el extranjero.

Excepto Rajoy y sus ministros, que se obstinan en negar, no ya la validez del referéndum, sino su mera existencia material. Una actitud tan absurda parece difícil de entender salvo si se recuerda que les va en ella la continuidad en el cargo. Si reconocieran que el referéndum se celebró, a pesar de haber asegurado rotundamente que no tendría lugar y que lo impedirían a toda costa, alguno de ellos, con algún tipo de escrúpulo, se consideraría obligado a dimitir. No así Rajoy o Sáiz de Santmaria, que solo dimitirán cuando los encierren en Soto del Real.

No obstante, temeroso el gobierno de que la mera negativa del referéndum no fuera suficiente para ocultarlo y engañar a los medios internacionales al tiempo que se manipula a los españoles, decidió sacar al Rey a hacerle parte del trabajo sucio. Ningún gobierno de España se había atrevido a escudarse detrás del Monarca para blanquear sus fechorías (las del gobierno). La comparecencia de Juan Carlos I a raíz del golpe de Estado de 1981 fue decisión personal suya pues las autoridades y parlamentarios estaban todos secuestrados. Lo mismo, en el fondo, ha sucedido ahora ya que, a pesar de todo, Felipe VI pudo haberse negado a secundar la política del gobierno más corrupto, incompetente y franquista de la historia de la transición.

Pero no lo hizo. Al contrario, con gesto hosco y amenazador, suscribió el planteamiento ultraderechista del gobierno, sirvió de pobre mensajero de las hipócritas ofertas de entendimiento de los franquistas, ignoró por entero la violencia infligida en Cataluña por su policía y su guardia civil, no se interesó por las víctimas y vino a dar luz verde para la intensificación de la represión en el Principado. Todo un programa de dislates que deslegitiman la pretensión del Rey de hacerse pasar por un monarca parlamentario y democrático en lugar de un guiñol franquista de tercera generación.

La III Restauración borbónica se cierra sobre sí misma y, al hacer frente al independentismo catalán muestra la verdadera naturaleza del sistema político de la Constitución de 1978. El crescendo fascista de las declaraciones nacionalespañolas de los dirigentes del PSOE (González pide aplicar el art. 155; Guerra, enviar el ejército; Mª Antonia Trujillo, ser ella misma tropa invasora; Ibarra, formar piña con el PP, Rubalcaba aplicar la Ley de Seguridad Nacional) no deja lugar a dudas del apoyo socialista a la involución del PP. Se añade la virulencia de Ciudadanos en el Santiago y cierra España y la ambigüedad de Podemos y confluencias, que apoyan un referéndum pactado sabiendo de sobra que el nacionalismo español jamás lo aceptará, pero negando respaldo a un referéndum no pactado, pues su apoyo al derecho de autodeterminación acaba en el umbral de la vigente Constitución española. Todo lo cual permite hablar de un proceso acelerado de fascistización del Estado al enfrentarse con el independentismo catalán. El PP gobierna por decreto, ignora el Parlamento, tiene a los jueces y los medios de comunicación a su servicio y, si convocara elecciones generales, como le piden muchos, seguramente arrasaría porque ha conseguido ocultar su carácter franquista, ladrón y corrupto bajo la bandera monárquica.

En vista de las circunstancias, no basta con las víctimas del 1 de octubre. El Estado juega con la idea de incrementar la represión con motivo de la DUI. Pero seguramente no podrá emplearla a causa de las presiones europeas. España está a un paso de que alguien invoque la doctrina del derecho de injerencia humanitaria en protección de los ciudadanos frente a la barbarie de un gobierno tiránico.
Para evitar esta negra perspectiva, el mismo Estado que negó y niega que hubiera un referéndum el 1-0 está ahora empeñado en negar que vaya a haber una DUI. Como es poco probable que, para impedirla, vuelva a enviar a los paramilitares de la Guardia Civil y los antidisturbios, tendrá que encajar su proclamación pero, como suele hacer, negará que tenga efecto jurídico alguno y, entre tanto, seguirá intensificando la represión, hasta el punto, probable, de encarcelar al gobierno de la Generalitat.

En ese momento, la comunidad internacional impondrá una mediación por las urgencias de la estabilidad económica del reino. La mediación obligará a un referéndum pactado. Y el referéndum pactado (y vinculante) arrojará un sí a la independencia, producido por la manifiesta incompetencia del gobierno y la catalanofobia de su partido y los medios de comunicación.


Y, cuando los nacionalistas españoles que acuden a manifestaciones convocadas por asociaciones neofranquistas como DENAES o VOX o la Societat Civil Catalana quieran darse cuenta, los catalanes serán independientes.

Morir matando

El enfrentamiento se agudiza e intensifica. El PSOE ha sido engullido en la espiral patriótica de la derecha. A extremos vergonzosos, como ese alcalde de Valladolid que ha dejado sin calle a Rigoberta Menchú por tres tuits criticando la represión en Cataluña. Estos socialistas son muy modernos, están en internet, pero su mentalidad sigue anclada en algún tiempo anterior. Seguramente el del juez que procesó a unos titiriteros.

Se ha formado un gobierno de unión nacional, un tripartito con una "derecha" jingoista en C's, una "izquierda" chauvinista en el PSOE y un PP oligárquico de ordeno y mando que aprovecha para presentarse como "centrista". Los tres blanden el 155 como un ultimátum en dos tiempos: el lunes, cuando la Generalitat ha de aclarar si se ha proclamado o no una DI y el jueves siguiente en caso de "sí", para rectificar, esto es, retirar la DI so pena de aplicación del 155. Obsérvese que es un ultimátum sin alternativa porque tanto el "sí" como el "no" tienen el mismo efecto: la derrota. La diferencia aparente es que un caso lleva directo al 155 y el otro, no. Pero eso es falso porque el gobierno ya procede con un 155 no declarado: la presencia del contingente armado, su desaforada actuación, los buques atracados en puerto, la intervención de las cuentas de la Generalitat entran perfectamente en el elástico concepto de "medidas necesarias" que prevé dicho artículo. Así que la amenaza del ultimátum reside en la legalización de la arbitrariedad gubernativa, porque, obviamente, cada cual interpreta las "medidas necesarias" como le da la gana.

Esa es la respuesta del gobierno y la oposición en el tripartito del "¡a por ellos!" a la DI del Parlament y su periodo de carencia en demanda de diálogo y negociación de igual a igual. A los efectos mediáticos, esto se concreta en la banda de los tres contra el MH. Los aficionados al cine recordarán la escena cumbre de Solo ante el peligro. El resultado solo puede ser uno: responder "sí". Esto deja tres días para proclamar la DI de modo definitivo, sin plazo de espera ya que la otra parte lo ha rechazado.  

Con el ultimátum, el gobiernoposición exige una rendición sin condiciones, algo que el campo independentista no va a aceptar. El gobierno lo sabe y sigue pues su propósito es el de vencer con escarmiento. Para enmascarar o endulzar la amargura que muchos socialistas sentirán respaldando una decisión tan injusta como inútil, hablan de una reforma de la Constitución a la que se ha sumado el PP, como si eso tuviera el más mínimo valor. Realmente, para la izquierda española, Cataluña ha sido una apisonadora. ERC ya ha hecho saber que no participará en ninguna reforma un texto al que no otorga otro valor que el de ser un cerrojo para las aspiraciones del pueblo catalán y, en realidad, de todos los pueblos de España, si las tuvieran.

Esta negativa cerrada a todo diálogo tiene un vicio de salida y otro de llegada. El de salida: al bendecir la aplicación del 155, el PSOE está legalizando la dictadura. La citada provisión de las "medidas necesarias" obviamente dejan al arbitrio del gobierno cuáles puedan ser. De este gobierno, el de la Ley Mordaza y la de Seguridad Nacional. El artículo 155 configura una especie de dictadura constitucional schmittiana. El de llegada: aun suponiendo que la gestión del 155 no genere crisis y tumultos de variado orden, el final parece ser la convocatoria de elecciones autonómicas. No es de esperar que se preste atención al portavoz Casado y se prohíban los partidos independentistas, aunque, con esta tropa, nunca se sabe. Y, de darse las elecciones y repetir mayoría absoluta independentista en el Parlament, ¿qué proponen los del tripartito patriótico? ¿Repetir este proceso?

¿A qué puede deberse esta obstinación en ir contra una práctica -el referéndum- que tarde o temprano acabará dándose? ¿Por qué empeñarse tan tozudamente en que los catalanes no decidan por sí mismos? Sin duda por adhesión rígida a cuestiones de principios del tipo de "la soberanía no se negocia" dicho por un gobierno que negocia con todo, la salud, la educación, la seguridad, las pensiones, el paro, todo.  

Pero, más importante que eso y algo que determinará la evolución de este conflicto entre la salida y la entrada, es el punto de vista, la convicción con que el gobierno y sus aliados abordan la llamada "cuestión catalana". A la idea de que la política del garrote convence a la gente, los más entendidos cuentan con el efecto de la puta i la Ramoneta y dan por cierto que el movimiento independentista remitirá, que habrá una desmovilización general. Un momento especialmente crítico se avecina también el lunes, cuando están citados en la Audiencia Nacional el Mayor de los Mossos, Trapero y los líderes de Ómnium Cultural (Cuixart) y de la ANC (Sánchez). Habrá que ver si los interesados abordan la situación en términos estrictamente procesales o si le dan un giro político y cuál sea la actitud del juez. De la que dependerá también la reacción de la calle, pues la ANC y Ómnium son la columna vertebral social del independentismo catalán. Será en esta ocasión o en la siguiente cuando el tripartito vea que está en una vorágine de acción/reacción social muy peligrosa.

La petición de Unidos Podemos de que se renuncie al 155 y el gobierno se vaya si no dialoga es muy sensata pero inviable. Los que incendiaron la pradera en 2006 y 2010 vienen hoy a apagar el fuego con gasolina, apaleando físicamente y humillando moralmente.

¿Qué creen que va a quedar de este sistema cuando comprueben que ya no pueden sojuzgar a Cataluña?

dimecres, 11 d’octubre del 2017

Pensad antes de seguir haciendo el ridículo

No es costumbre de Palinuro dirigirse a los jefes de los dos partidos dinásticos por considerarlo inútil. Su arrogancia, tan densa como su ignorancia, lo hacen ocioso. Ninguno de los dos escucha nada ni a nadie que no les diga lo que quieren oír. Y, así, de dislate en dislate, han traído al país a una situación francamente hilarante. Reunidos ayer los dos cerebros decidieron pedir aclaraciones al presidente de la Generalitat antes de activar -dicen- el 155. Una copia servil de la jugada de Puigdemont: me declaro dispuesto a aplicar el 155, pero lo aplazo hasta ver qué es lo que tú has declarado. Puigdemont haría muy bien demorando la respuesta un par de días y remitiendo a los dos lumbreras al diario de sesiones del Parlament. 

La independencia está declarada con un periodo de carencia para ver cuál es la reacción del gobierno y de su trasportín del PSOE. Y vista está: no hay reacción sino nueva amenaza. Amenaza ¿de qué? De aplicar el 155. Por partes: el 155 está ya aplicado sin decirlo; igual que el estado de excepción. Solo les falta también recurrir a ese adefesio que cocinaron a la par Rubalcaba y su cuate Rajoy pomposamente llamado Ley de Seguridad Nacional. 

El gobierno mantiene un contingente de fuerzas de ocupación (llamadas de seguridad, pero dedicadas básicamente a generar inseguridad, tratar de atropellar ciudadanos en las calles como si fueran terroristas y a hacer pintadas en contra de los indepes), tiene intervenida la Hacienda catalana con ese prodigio de la contabilidad que es Montoro, suspendidos o recurridos todos los actos de la Generalitat ante ese Tribunal Constitucional o lo que de él quede, está cerrando todas las páginas web de las organizaciones independentistas y censurando internet como si esto fuera la China. ¿Qué añade a todo esto la declaración formal del 155? Por supuesto, más control, más prohibición, más censura frente a un gobierno que ha mostrado al mundo su voluntad de diálogo y conseguido que el mundo tome nota y observe lo que está pasando en España. 

Para distraer al personal, los dos políticos han decidido "abrir la reforma de la Constitución", como si eso, aparte de ser la habitual mentira dicha ex abundatia cordis, tuviera hoy el menor interés. Una Constitución que está muerta y empieza ya a oler, desde el momento en que su columna vertebral, el Estado autonómico, ha saltado por los aires.

¿El 155? ¿El 116? Apliquen ustedes lo que quieran. Hasta el Fuero Juzgo. Cataluña está fuera de su jurisdicción, off limits y mucho más allá de su capacidad de comprensión. Cataluña no reconoce ni la legitimidad ni la legalidad de sus aspavientos de matachín sin empleo. ¿Pasar el control de los mossos al ministerio del Interior, en donde un rociero ha sustituido a dos psicópatas? Inténtenlo y se llevarán un disgusto. ¿Mandar la Policía Nacional y la paramilitar Guardia Civil a reducir los cuerpos catalanes díscolos? Vean si pueden. ¿Encarcelar a Puigdemont y el govern en pleno? Y ¿cómo lo justifican a los ojos del mundo? Exactamente, ¿cómo explican que detienen ustedes a líderes democráticos, representativos, pacíficos, que ofrecen diálogo y dejan que en las calles campen libremente bandas de criminales fascistas entre los cuales andan de paisano muchos de los suyos?

¿Creen ustedes que el público europeo es tan bobo y fácilmente manipulable como las tribus españolas del "a por ellos"? ¿Que les van a permitir seguir masacrando a la población pacífica, violando sus derechos fundamentales sin intervenir por razones ya claramente humanitarias? ¿Que van a tolerar que vuelvan ustedes a emplear unos militares que llevan más 300 años sin ganar una sola guerra en contra de su propio pueblo?

De la vergüenza que debiera sentir un dirigente de la izquierda apoyando la represión de un gobierno franquista ya no hablamos. Toda la izquierda española ha demostrado lo que es ante la revolución catalana: exactamente, nada. De la que debieran tener los medios supuestamente progres que colaboran al trabajo de mixtificación para seguir sometiendo a un pueblo rebelde, tampoco. 

Pero tengan presente que se trata de eso: de un pueblo rebelde, movilizado, a una con sus instituciones, concienciado y combativo. Después del 1 de octubre vino el 3, con un paro general en Cataluña. Si rechazan ustedes la posibilidad abierta de dialogar y negociar porque, en realidad, viven ustedes en un marasmo de prepotencia e ignorancia e incrementan ustedes el nivel de la represión se encontrarán ustedes con una población unida en la desobediencia y con una huelga general. 

Y todo eso bajo el intenso escrutinio de la comunidad internacional. 

Por una vez en la vida, piensen con la cabeza, si la tienen, en vez de con el intestino grueso.

El colapso del Estado

Apenas terminó Arrimadas (C's) su intervención negando la validez de la declaración de independencia (DI) y pidiendo elecciones autonómicas, intervino Iceta, del PSC. Político experimentado, ducho en lides parlamentarias, pensó derribar el andamiaje de la DI señalando su punto flaco: no había habido DI y, lógicamente, es imposible suspender lo que no se ha declarado. Un punto de vista que compartía mucha gente, tanto partidarios como enemigos de la DI. No había habido DI. La decepción de muchos indepes se mezclaba con las burlas de las redes, del tenor de "la independencia de Cataluña dura un minuto", que no carece de ingenio.

Momentos más tarde, la versión "negacionista" de la DI zozobraba ante una intervención de Anna Gabriel (CUP), perfectamente sintonizada con Puigdemont. Decía la cupaire que, aunque ellos iban a botar festivamente el buque de la República Catalana, comprendían la prudencia de la prórroga. Los radicales mostrando moderación. Un extraordinario ejemplo de aplicación de la Realpolitik a un objetivo revolucionario, cosa nueva. Admitían la DI diferida y, dado el tirón moral de la CUP, esa aceptación volvía a la DI al mundo de los vivos.

Para mayor desconsuelo de Iceta y los bromistas de Tuiter, la mayoría parlamentaria (CUP incluida) coronaba la "No-Declaración" firmando solemnemente una Declaración de los Representantes de Cataluña que es una una DI de hecho y de derecho y escrita. Es decir, sí puede suspenderse una DI que no solamente se ha proclamado, sino que se ha firmado en documento solemne con cierto garbo histórico, cuyo contenido se encuentra aquí y que, por cierto, no prevé plazo de carencia, de forma que este es una decisión del Govern.

Para acabar de zanjar este asunto de la dilación, considérense las posibles consecuencias de una DI sin suspensión. El Estado/gobierno, en su habitual simpleza, tenía preparados dos planes para la solución dicotómica que preveía: el Parlament proclama la DI o no lo hace. Si lo primero, se consideraría legitimado para aplicar el 155 e intensificar la represión. Si lo segundo, mantenimiento de la situación actual que, en definitiva es, como dice la DI escrita, un estado de excepción no declarado. 

Pero, ¿y si hay DI pero no hay DI porque queda aplazada a una mediación? Para algo tan complicado el gobierno no tenía plan, así que se reúne hoy a primera hora por si el Espíritu Santo, al que cree del PP, lo ilumina sobre qué hacer con estos escurridizos catalanes. Pero no hay Espiritu Santo que pueda aconsejar a gente tan obtusa. Rajoy se escondió tras la vicepresidenta que recitó la doctrina del jefe con tan impávido atrevimiento que solo puede provenir de una mente presa del delirio. Haciendo de menos a Iceta, Sáenz de Santamaría sostuvo que no había habido DI porque tampoco había habido Referéndum (recuérdese, "ese referéndum no va a celebrarse") como tampoco hubo 9N en 2014. Esto se llama contumacia en la negación de la realidad. Es tan penosa la situación que no da ánimos ni para bromear sobre qué decidirá el gobierno, reunido hoy de urgencia, sobre una DI que no se ha producido. Es un misterio. Como el del Espíritu Santo, por lo demás. 

Tan desesperado está Rajoy -a quien aún no se le ha ocurrido dimitir ante el desastre que ha organizado- que se ha reunido en conciliábulo con Sánchez, a quien a su vez ya no se le ocurre pedir la dimisión de Rajoy como antes, no sea que el otro se vaya y le toque a él gestionar un marrón del que tiene tan poca idea como su antecesor. Quizá decidan ambos formar un gobierno de concentración al que, sin duda, llamarán a Rivera y hasta es posible que a Iglesias aunque es poco probable porque todavía no se fían del todo de él. Y hacen mal. Está loco por ser parte de la solución, ya que no puede ser La Solución.

Un gobierno de salvación nacional frente al separatismo catalán tiene buena venta electoral, pero no ayuda nada a decidir la espinosa cuestión: ¿se aplica o no el 155? Los tres partidos dinásticos consideran esta posibilidad. ¿Y la legislación de excepción del 116? Lo mismo. El recurso a medios represivos extraordinarios tiene el inconveniente de que ya están aplicados de hecho y habría que intensificar la presión, quizá con detenciones y encarcelaciones que suscitarían más resistencia social y no serían presentables en el exterior.

De algo podría servir un gobierno de unión nacional que expresamente renunciara al 155, al 116 y restituyera a la Generalitat las competencias que se le han usurpado. Podría servir para materializar una de las partes en una hipotética negociación con la otra parte, la Generalitat, con mediación internacional. Porque, diga lo que diga Borrell, esta no solo es conveniente sino imprescindible y, sobre todo, me temo, inevitable, dada la debilidad de la posición española en lo internacional. La cuestión más espinosa es la exigencia catalana inicial de que la negociación sea de igual a igual. Y eso no es que rompa España, como vociferan los franquistas, sino que rompe la idea misma de España, de nación española. 

El Estado ha sido incapaz de resolver una crisis constitucional de esta envergadura debido a un gobierno cuya estulticia solo es comparable a su incompetencia y corrupción. Su colapso se produce con la aparición del último factor: la internacionalización del conflicto. Mil periodistas internacionales cubrieron ayer la sesión parlamentaria y los medios de todo el mundo llevaron la DI de un pequeño país que mucha gente no sabía en dónde estaba, a todas las portadas y todos los noticieros. El discurso de Puigdemont fue global, cosa que no ha sucedido jamás a Rajoy o al Rey quien, por cierto, está saboreando el levantisco resultado de su pasada y beligerante arenga.

Quienes vieron ayer la comparecencia de Puigdemont comprobaron cómo ascendía por la escalinata, solo, ante una auténtica muralla de flashes. Ahora, echen la moviola hacia atrás. Se trata de un hombre a quien en enero de 2016 apenas conocía nadie, salvo sus familiares, amigos, conmilitones políticos y... Mas. Este hombre casi anónimo se comprometió a cumplir una hoja de ruta que llevaría a Cataluña desde el resultado de las elecciones de diciembre de 2015 a una situación cap a la indèpendencia, mediante un referéndum que se celebraría en 18 meses hiciera el Estado lo que hiciera. Y así ha sido. Rajoy y sus monaguillos son hoy los únicos en el mundo que niegan la existencia del referéndum con la misma eficacia con que afirman que la DI no tendrá efectos jurídicos. En lugar de dimitir y tomarse unas vacaciones con terapia incluida. Aquel hombre anónimo hizo el referéndum en condiciones increíbles, ha proclamado la DI y ha derrotado al Estado sin perder la sonrisa y el buen humor. 

Porque no ha sido él. Ha sido el pueblo de Cataluña.

dimarts, 10 d’octubre del 2017

El nacimiento de la República Catalana

Mi artículo en elMón.cat de hoy y mañana. Bueno, pues ya está. Tenemos República Catalana. La comparecencia de Puigdemont (quien, por cierto, descarga sus nervios con tuits modernistas, al estilo de Rubén Darío) fue clara y catalana. Asume el mandato del referéndum del 1 de octubre y proclama la independencia de Cataluña en forma de República. Acto seguido, en "un solo acto", como dicen los administrativistas, in ictu oculi, como dicen los latinistas, suspende su eficacia por un breve plazo en procura de una mediación internacional. De inmediato se ha generado la polémica. Los puristas, decepcionados, hablan de traición. Siempre hay algún "izquierdista" a quien le parece que no inmolarse en nombre de la revolución es un pecado. Y gente malévola, escépticos revenidos para quienes estaba claro desde el principio que los independentistas se achantarían. No merece la pena discutir con estos caballeros. La prueba del nueve del movimiento de Puigdemont y su validez es la aceptación de la CUP que explícitamente han dado su apoyo, aunque les duele. Pero más les dolería una intervención militar (o sea, de la Guardia Civil) que echara todo por tierra y que aún no está descartada del todo. En cualquier caso, los tres partidos independentistas, esos que el zangolotino Casado quiere ilegalizar, han firmado la Declaración de Independencia. Por cierto, esta declaración no habla de aplazar nada.

Cataluña es ya republicana.

El texto en versión castellana.

El nacimiento de la República Catalana


Llegar hasta aquí, hasta el momento en que Cataluña declara su independencia ha costado mucho trabajo, mucha voluntad, mucho tesón de muchos durante muchas generaciones. La marcha de Cataluña hacia la República arrancó hace años, siglos, a partir de la frustrada de Pau Claris en el siglo XVII. Desde entonces el país ha sobrevivido arrinconado en un ángulo de España, menospreciado, sometido y humillado a partir de su conquista por las tropas borbónicas en 1714 y la supresión de sus instituciones de autogobierno, su cultura y su lengua.

Sin embargo, el intento de homologación y asimilación a Castilla a partir de aquella derrota, que ha servido para simbolizar la idea nacional catalana, fracasó repetidamente ante la resistencia callada pero profunda de una sociedad que se negaba a desaparecer. Lo que mantuvo viva la llama de la conciencia nacional catalana a través de los siglos fue la voluntad de su pueblo, la firme determinación de sus habitantes de conservar su identidad generación tras generación. Por tenebrosos que llegaran a ser los tiempos, siempre, en todo momento, se ha mantenido viva la vieja aspiración de volver a ser lo que fue y la han mantenido sus hijos e hijas.

A partir del siglo XIX, una conciencia europea segura de sí misma y de los cambios que la modernidad había traído a las anquilosadas sociedades del continente, se permitió el lujo de alimentar el nacionalismo con el fin de acomodar las estructuras políticas estatales a la cultura y los pueblos que las componían. Surgió así un nacionalismo que en España permitió a los catalanes fundamentar sólidamente sus raíces, sus tradiciones culturales y su identidad, siempre que lo hicieran en términos meramente simbólicos e inocuos. EL principal valedor del catalanismo cultural en España fue el ultrarreaccionario Menéndez Pelayo, discípulo de Milà i Fontanals, uno de los padres de la Renaixença.

La conciencia de que las vías meramente culturales eran insuficientes para garantizar una unidad nacional perpetuamente amenazada por un Estado español arbitrario y confuso en decadencia espasmódica desde hacía siglos, llevó a los nacionalistas catalanes a preferir las vías políticas. Y aquí, la respuesta del Estado dejó de ser amistosa y se tornó inamistosa y hostil en un primer momento (la Ley de Jurisdicciones y la dictadura de Primo de Rivera, que suprimió la Mancomunidad), provocando la primera reacción claramente independentista del Estat Catalá.

El independentismo catalán durante la II República fue una de las dos motivaciones de la sublevación de los militares facciosos en contra del gobierno y con ayuda de las fuerzas monárquicas y fascistas que dieron lugar al “nacional-catolicismo”. La otra fue la República misma como forma de gobierno y la llamada “cuestión social”. Fue por tanto una rebelión militar con un objetivo colonial-territorial (sojuzgar Cataluña) y social-clasista (quebrar el espinazo a la clase trabajadora) y ambos se consiguieron plenamente y abrieron un largo y oscuro periodo en la historia de España, al final del cual se trató de contener la esperable explosión independentista catalana, con unas concesiones territoriales en una Constitución que no llegaba ni de lejos a satisfacer las aspiraciones de Cataluña.

Otros cuarenta años más tarde el último fracaso de la transición, coincidente con una crisis financiera en lo exterior y un gobierno típicamente franquista, nacional-católico y de extrema derecha, ha dado paso, por fin a una declaración de independencia. El objetivo que empezaban a vislumbrar los alzados contra Castilla en el siglo XVII.

El relato que resta es el que resumió Puigdemont en su comparecencia de ayer. El recorte de contenido del Estatuto reformado de 2006 y su posterior vaciamiento a manos del Tribunal Constitucional, a pesar de haber sido refrendado por la mayoría de los catalanes fue vivido por Cataluña como un humillación. La última.

A raíz de aquella se abrió paso la exigencia referendaria que se inició en Arenys de Munt en 2009, siguió en otros lugares, se concentró el 9N de 2014 y se coronó finalmente en el referéndum del 1 de octubre pasado. En un clima de represión, coacción y violencia brutal del Estado, votaron más de 2.200.000 personas, el 90% a favor de la independencia.

Del 1 de octubre salió un claro mandato en favor de una República Catalana independiente que el Parlament aceptó ayer. En el mismo acto, sin embargo, la declaración de independencia quedó en suspenso en un plazo indeterminado (aunque breve) en procura de la necesaria mediación internacional que impida la reacción represiva y violenta del Estado español y garantice una transición ordenada y pactada con este hacia la independencia, en aplicación de la Ley de Transitoriedad.

Se trata de un movimiento táctico que no por esperado ha resultado menos desconcertante para muchos. Los más cerriles opositores a la independencia (PP y C’s) han entendido claramente el mensaje: queda proclamada la República Catalana y neutralizada la capacidad de reacción del Estado español que, una vez más, vuelve a hacer el ridículo ante este movimiento, sin poder emplearse a fondo en la represión, con sus fuerzas de ocupación, sus tanques de agua, sus barcos militares en los puertos y las bandas de criminales nazis que lanza a las calles a apalear demócratas.

Los de Podemos y el PSC tratan de mantener la ambigüedad y sostienen que no ha habido DI y, por lo tanto, ellos tenían razón y debe seguirse con su propuesta de etéreas mesas de diálogo entre fuerzas españolas en las que nadie cree; en el fondo, ni ellos, a quienes todo este proceso ha pillado con el paso cambiado.

La prueba del nueve de la eficacia de este giro táctico es la actitud de la CUP. Alegremente mohínos, subrayando la importancia de sus concesiones, los de la CUP dan su respaldo a esta vía táctica de hacer posible en un plazo breve y con garantías el objetivo estratégico que aprobó el Parlament por mayoría absoluta: la independencia de Cataluña en forma de República.

Pau Claris, Macià y Companys estaban ayer presentes en el Parlament de Cataluña.


Gobernar amenazando

Se le ha ido la lengua a este lenguaraz portavoz. En mitad del arrechucho masivo de última hora en pro del diálogo, el portavoz parece más portafuego de un gobierno instalado ya en la retórica flamígera. Nada de dialogar, brama la turba ultra por las calles, "todos a la cárcel", "Puigdemont al paredón", "Mas a la cámara de gas". La cabra tira al monte. 

Los energúmenos fascistas acudieron a la manifa del domingo en Barcelona, aunque se les pidió que no lucieran banderas franquistas y pegaran poco. Tenía que hablar Borrell y no podía hacerlo a una turba de fanáticos. Estos se desquitaron al día siguiente en la Diada valenciana, amenazando, insultando, agrediendo y apaleando por todas partes, con una mínima intervención policial. El gobierno amenaza, las bandas fascistas en las calles actúan. Vuelve el miedo que nunca se ha ido del todo. 

Solo por miedo cabe entender la propuesta de Colau de que se abra un diálogo entre el gobierno y la Generalitat, siempre que esta abandone la Declaración de Independencia y aquel renuncie al 155, retire los destacamentos de policía y guardia civil y deje de intervenir la hacienda de la comunidad catalana. No son peticiones equitativas. Si renuncia a la DI, la Generalitat pierde su fuerza, como Sansón cuando Dalila lo rapó. El gobierno, en cambio, no pierde nada, pues las renuncias que se le piden no son sino restituir al otro en sus derechos.

El miedo alimenta casi todas las frenéticas propuestas que vienen haciéndose sobre negociaciones, diálogos y mediaciones. Y el miedo carga siempre contra la parte más débil. "Nada de mediaciones" truena Borrell quien, aunque tratando de sonar conciliador en Barcelona el domingo, sigue considerando que la DI es un golpe de Estado. Y los golpes de Estado, junto con la alta traición, se tratan severamente en todas partes. Mediación, nada; diálogo, menos. La ley, los tribunales y la prisión, si ha lugar a ello. Borrell habla aquí en nombre de todo el nacionalismo español, hasta del dialogante, incapaz de ver un palmo más allá de sus narices.

Porque creen que la sociedad catalana aceptará sin rechistar que encarcelen a sus dirigentes. El mismo Casado lo aclara en esa comparecencia en que alude a Companys como destino de Puigdemont: también se decía que, si se encarcelaba a los de Batasuna, ardería Euskadi y no pasó nada. Envalentonados otros del gobierno dejan caer que podrían prohibirse los tres partidos independentistas con la Ley de Partidos. 

Al margen de que semejantes despropósitos dibujen un panorama de verdadera risa, como unas elecciones autonómicas sin alternativas a los partidos dinásticos, muestran un conocimiento nulo de la realidad catalana. La idea de que el empuje del independentismo es obra de la burguesía para ocultar su corrupción o de cuatro lunáticos es obviamente estúpida. No lo es tanto, pero si inexacta la idea de que la responsabilidad incumbe a los partidos políticos. Solo hasta cierto punto. La fuerza del independentismo es su carácter ampliamente social, interclasista, intergeneracional e intergenérico. Sus pivotes son la ANC y Ómnium. "Cierto", reconocen los nacionalistas españoles con loable equidad, "por eso proponemos enviar a la cárcel también a Jordi Cuixart y Jordi Sánchez."

La cuestión es clara: no hay forma de atraer a Cataluña por la fuerza. Y, sin embargo, es a lo único a que se recurre. Y cuanta más fuerza, más fuerza se va a precisar con lo que el Principado solo será gobernable desde el centro mediante el estado de excepción. 

Una perspectiva que no es admisible hoy en Europa. Cuando el estado de excepción -que ha de ser necesariamente temporal- se levante, el conflicto político emergerá de nuevo y reforzado. ¿Cómo que mediacion no? Internacional, desde luego y cuanto antes, mejor. Una vez poclamada la DI, el gobierno descubrirá que sus bravatas son inútiles. Es entonces cuando urge la mediación para evitar que, amparándose en una legitimidad y una autoridad de las que carece, aquel cometa una de esas barbaridades a las que le inclina su espíritu autoritario. El "saco" de Cataluña del 1/10 no puede repetirse.

La independencia de Cataluña, cosa que no pueden aceptar los nacionalistas españoles, esos que no existían hace una década, conlleva la proclamación de la República. Y ahí, la nación española colapsa.



dilluns, 9 d’octubre del 2017

Las huestes del Cid

Espectáculo insólito en Barcelona, una manifestación unionista digna de que El País le dedique una crónica almibarada, trasmitiendo el alborozo del cautivo a la vista de su liberador. Banderas al viento, entre vítores al toro español que, por fin, ha despertado, la verdadera, auténtica, profunda España llegó ayer a la capital del Principado procedente de todos los puntos de sí misma. A manifestarse junto a la mayoría silenciosa catalana y, de paso, darle voz, la poderosa voz de la España eterna.

Se cruzan debates sobre cálculos de asistencia que son ociosos. 300.000, 400.000, 900.000, como dicen, alegres, los organizadores no son significativos. Solo una ojeada a la superficie real ocupada por esta manifestación y la ocupada por la última Diada zanja el asunto. A la Diada acude gente de toda Cataluña, pero no de fuera. A la manifa de ayer, de Barcelona, de Cataluña y de fuera de Cataluña. Pero de mayoría, nada. Lo cual es lógico. El acto fue convocado por la Societat Civil Catalana, una organización social próxima a C's y con vínculos con la extrema derecha y también por los partidos políticos, C's, PP. El PSC ha animado a los militantes a la asistencia pero se ha abstenido como partido. Los tres partidos son la minoría del Parlament y, salvo C's los votos de los otros dos son casi simbólicos. Y, si de presencia en municipios se habla, el resultado es descorazonador. Nada extraño que no movilicen a mucha gente.

Por último y para entendernos esta concentración es un acto único, esporádico, extraordinario. Quizá por ello debiera atraer más público. Si no lo hace es porque las organizaciones titulares, en realidad, no tienen actividad real ni gran presencia social. Mientras que las de los indepes son manifestaciones periódicas, mantenidas, persistentes, que llevan detrás mucho trabajo de organización y voluntad política de un pueblo empeñado en ser reconocido como nación y como Estado.

Otra cuestión es el sentido del acto, las ideas y propuestas en cuyo nombre se ha celebrado. Dice El País que en nombre de la Constitución y la unidad de España. Pero no hay a su vez unidad acerca de qué unidad se está hablando y cómo se consigue. Según un sector de la manifestación (creo que minoritario), se consigue dialogando; según otro (mayoritario a mi entender), metiendo a Puigdemont y su gobierno en la cárcel. Se me escapa cómo pueden manifestarse juntos. Se da mucha importancia al hecho de que el pregón de la fiesta nacional lo dieran Vargas Llosa y Borrell pero la verdad es que ambos estaban fuera de lugar, como un estrambote mal puesto. Vargas Llosa renuncia a todo asomo de razón cuando suelta una encendida arenga en contra del nacionalismo a una multitud enfervorzadamente nacionalista. Y Borrell debiera pensarse hasta dónde va a arrastrar a su partido en la unión sagrada con la derecha que, en España, bien se sabe y se acaba de demostrar otra vez, es la extrema derecha.

Los medios españoles (especializados en emitir respuestas a declaraciones que se han ocultado) ignoran la continua, permanente agresividad y violencia de los franquistas que van en manada increpando a todo el mundo y buscando camorra, a veces con los mossos d'esquadra. En general, se trata de escamotear el marcado carácter fascista de las concentraciones en favor de la unidad de la Patria y hacerlas pasar por pacíficas, democráticas, "constitucionales" cuando no lo son. Sí lo son, en cambio, las manifestaciones (mucho mas numerosas) de indepes: pacíficas, democráticas y constitucionales. De su propia Constitución, entiéndase bien, que la gente está escribiendo ahora mismo en la calle.  

diumenge, 8 d’octubre del 2017

El engañado Sánchez

En repetidas ocasiones se ha dicho en Palinuro que el independentismo catalán está triturando la izquierda española. Está desmigajándola y mostrando sus miserias morales. Iglesias, el rey de los platós, cuenta angustiadamente a quien quiere oírle (cada vez con menor audiencia) que la DUI traerá todo tipo de desgracias sobre Cataluña. Convertir tus miedos en consejos al prójimo es la imagen misma de la cobardía. Dice el prócer que antes de DUI alguna, antes de nada, hay que acabar con Rajoy, a quien culpa de todos los males. Es el razonamiento opuesto, pero igual de falso, que atribuye el independentismo catalán a la aviesa voluntad de Puigdemont y cuatro más. No es Puigdemont sino el conjunto de la sociedad catalana. Tampoco se trata de Rajoy, sino del Estado español. Y eso sin contar con que el de Podemos pide supeditar todo a la marcha de Rajoy, pero carece de posibilidades de echarlo. Solo el absurdo puede compensar por la cobardía.

El otro polo de la izquierda, el PSOE todavía está siendo más cómplice y de forma más estúpida con la perversa estrategia de la derecha de utilizar Cataluña para perpetuarse en el poder. Se lamenta Sánchez amargamente ante su Ejecutiva de que Rajoy lo engañó, lo ninguneó y le fue desleal. Francamente, es difícil tener la risa. ¡Rajoy engañando a alguien! Tiene contramérito que un Rajoy te engañe. Y, sin embargo, así ha sido. Afirma Sánchez que le engañó diciéndole que habría referéndum porque se habían cortado todas las posibilidades para que lo hubiera. Por ejemplo, de control de censo, papeletas y urnas y, sin embargo, el pasado domingo hubo esas tres cosas.

 Dos consideraciones frente a esto: a) ¿ignoraba Sánchez que Rajoy miente siempre, incluso cuando, como le sucede a menudo, no sabe ni de lo que habla? Si es así, se gana a pulso el engaño por inepto. b) ¿No tenía Sánchez conocimiento de primera mano sobre Cataluña para saber que lo que decía Rajoy no se cumpliría y que los indepes lo tenían todo organizado? Evidentemente no y esto es más grave. ¿Acaso no dijo hace un par de meses que iba a "patearse" Cataluña sin duda con ánimo de entender algo? Lo hizo, y ¿qué ha pasado? Que sigue sin saber nada. ¿Por qué? Porque, en vez de llevar a Virgilio de guía, como Dante en la Divina Comedia, lleva a Iceta que viene a ser como llevar un pingüino no ya por el porte, sino por el desconocimiento de la realidad sobre la que este asesora a su jefe. 

O sea, Sánchez tiene lo que se merece. Lo han engañado Rajoy e Iceta y está muy bien engañado por pánfilo. Pero eso no le exime de su responsabilidad moral ni hace admisible su ruin reacción cuando, engañado o sin engañar, salió en tuiter respaldando la brutalidad policial en Cataluña y sin un solo signo de empatía hacia las víctimas. Es decir, un bárbaro más, dispuesto a masacrar a la población desarmada y pacífica y que pasa por ser de izquierdas.

Supongo que la sensación de engaño de Sánchez manifiesta la rabia que siente por verse ridiculizado. No tengo gran esperanza de que también incluya algún tipo de sentimiento humano por el sufrimiento que engañadores y engañados han infligido al pueblo catalán. 

 Y total, para nada porque, aunque Rajoy amenace, el Rey cierre sus puñitos, Felipe González pida el 155, Aznar la cabra de la legión, Ibarra la brigada acorazada, Rosa Díez los jinetes del Apocalipsis y Alfonso Guerra la invasión por tierra, mar y aire, Cataluña será libre.

En la tensa espera

El revulsivo catalán está poniéndolo todo patas arriba. Para contrarrestar la deplorable imagen de la brutalidad policial del 1/10, que ha dado al conflicto notoriedad internacional, el Estado sacó al Rey a modo de busto parlante, cosa que no ha sucedido nunca en la España de la III Restauración. Amenazador y con cara de pocos amigos. La comparecencia de Juan Carlos I la aciaga noche del 23 de febrero de 1981 fue a instancia propia pues el gobierno en pleno estaba cautivo en el Parlamento. Esta es la primera vez que la Corona aparece en circunstancias excepcionales con la misión de ser portavoz de la política del gobierno y su partido.

Días después, rutilante entrevista de Rajoy en El País a incrementar la inseguridad y la incertidumbre so pretexto de hacer todo lo contrario. Es maravilloso que quien huye de los medios como de la peste- haya concedido una entrevista aunque sea al periódico a sus órdenes. Por lo demás, el mensaje es el mismo de siempre e igual de absurdo: ya no se atreve a decir que no habrá DUI, sabedor de que esa es la mayor garantía de que la habrá; pero sí asegura muy enfático que se ocupará de que no tenga consecuencias. Ignoro cómo va a conseguirlo. Si el Parlament proclama la DUI, las consecuencias salen fuera del alcance de Rajoy si, por ejemplo, a algún Estado le diera por reconocer a la República Catalana. El gobierno español tendría que aplicar una especie de doctrina Hallstein y, no siendo esto Alemania, es dudoso que dé frutos.

Asimismo, el presidente tranquiliza a sus conciudadanos afirmando que los contingentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil,  más conocidos como los de Piolín "¡a por ellos!" y destacados en Cataluña, ahí seguirán hasta que vuelva la normalidad. Trátase de una especie de petición de principio porque son las fuerzas de seguridad las que han traído la anormalidad a Cataluña, en donde los ciudadanos normalmente no andan abriéndose la cabeza unos a otros. Aunque desde la derecha se insista en que tal es la situación en las calles de Barcelona.

Y el dichoso diálogo. Toda España está empeñada en dialogar... una vez se ha visto que no hay modo de aniquilar el independentismo por la fuerza bruta. Diálogo pide Sánchez; diálogo Iceta; diálogo las manifestaciones de blanco; diálogo ("sin condiciones previas") Podemos; y, cómo no, diálogo pide y ofrece Rajoy, si bien con una condición previa que equivale a negarlo de raíz porque ha de ser "dentro de la ley". Como están las circunstancias, eso es decir "no" rotundo al diálogo porque, con esta ley, hay cosas sobre las que no se puede dialogar. Y, en vez de cambiar la ley, como aconseja el pacífico sentido común, se niega el diálogo.

Tampoco la petición dialogante es tan universal. Ayer también se manifestaron los jenízaros de la nación española, convocados por DENAES, con asistencia de la tropa franquista habitual, los ultras de Vox y los lunáticos de hazte oír. La prensa hizo un trabajo exquisito presentándola como una manifestación patriótica por la unidad de España, alejándola en lo posible del tufo nacionalcatólico y no consiguiéndolo. Estos rechazan indignados todo diálogo porque "con los golpistas no se dialoga". En el fondo es lo mismo que piensan Rajoy y su gobierno pero, como no pueden decirlo de modo tan elemental, emplean la ley como hoja de parra para ocultar sus vergüenzas.

Los de esta manifa probablemente se reenganchen en la de hoy domingo en Barcelona, convocada por la Societat Civil Catalana, surgida al amparo de C's, en la que hay fuerzas aun más derechistas y a la que se suman los unionistas más combativos, incluido el PSC, para dar visibilidad por fin a la "mayoría silenciosa". Como no están seguros los organizadores de reclutar suficiente mayoría en Cataluña, han fletado autobuses de otros puntos de España para hacer bulto, aunque ello sea un flaco servicio a la causa pues los ciudadanos catalanes aparentemente silenciados siguen sin salir. El bulto, sin embargo, es necesario  en unas calles que los indepes han pedido se vacíen a efectos de que esta mayoría silenciosa pueda discurrir tranquilamente, cosa muy de desear porque en las manifestaciones nacional-españolas suele haber mucha agresividad. Téngase además en cuenta que las fuerzas de seguridad no están para impedirla sino para combatir el peligroso pacifismo de los catalanes.  

Y todo este monumental desastre organizado para ocultar la incompetencia y la corrrupción del gobierno en todos los niveles. El monopolio mediático de Cataluña no puede ni debe oscurecer la necesaria rendición de cuentas que el gobierno de la Gürtel tiene pendiente con la ciudadanía por la corrupción. Como tampoco debe ocultar la necesidad de cambiar la política económica de un gobierno que lleva al país al suicidio colectivo, pues ha dejado desprotegida a la inmensa mayoría de la población: jóvenes, trabajadores, parados, dependientes, pensionistas. 

Es perfectamente comprensible que Cataluña quiera desvincularse de un Estado fallido y también muy comprensible que este no la deje. Aunque no es igualmente justificable. El argumento principal de los dialogantes es que el independentismo yerra porque confunde el gobierno con el Estado, dando por supuesto que, si el gobierno no es reformable, el Estado sí lo es. Pero eso no es cierto. Todos los gobiernos desde la transición, incluidos los socialistas, se han adaptado a un Estado irreformable. 


dissabte, 7 d’octubre del 2017

La DUI escondida

A estas alturas del notable thriller del referéndum que no iba a ser, toda la cháchara sobre la "centralidad política" de este o aquel, tal partido o tal otro, se ha concentrado en la figura de un hombre de actitud afable, andar desgarbado y flequillo. Todos, el gobierno, la oposición, los partidos, los políticos, los medios, están pendientes no ya de las palabras sino hasta de los gestos de Puigdemont.

No es para menos. Haber prometido hace 18 meses que se realizaría un referéndum, haberlo realizado en contra del Estado con todo su aparato represivo e impuesto sus resultados tiene su mérito. Tanto que nadie se atreve ahora a sostener que no habrá DUI sino que, al contrario, se da por hecha frente a un gobierno desarbolado que ha renunciado a defensa alguna de carácter político y no sirve para nada. Lo que sucede y los partidos nacionalistas españoles se niegan ver es que la fuerza del líder descansa en una organización, una coalición muy eficaz de JxS y la CUP que articula la dimensión política de la mayoría parlamentaria. Y es sobre esa base sobre la que Puigdemont probablemente proclame la DUI el próximo martes.

Justo esa conciencia tiene a las fuerzas políticas y sociales españolas desconcertadas, frenéticas, asustadas, todas desgañitándose en pro del diálogo, de la necesidad de entenderse, de hablar, hasta con los curas que, en España, siempre acaban apareciendo. Todos se han hecho compulsivamente dialogantes, aunque con matices, faltaría más: Podemos, PSOE, Coscubiela, Iceta, Garzón. El fallo de estas almas angélicas y equidistantes de hecho es que, como prueba de buena voluntad, el gobierno renuncie al 155 (algunos, más radicales, piden la retirada de la policía) y los indepes a la DUI. Ninguno de ellos, aparentemente, ha caído en la cuenta elemental de que si los indepes renuncian a la DUI,  la que ha obligado a la otra parte a pedir diálogo, lo más probable es que se quede sin diálogo y sin DUI.

Nos conocemos todos. Por eso C's no pierde el tiempo y, muy asustado por la DUI en el horizonte de 72 horas, exige a Rajoy que convoque elecciones anticipadas. La verdad, no parece muy sensato desde el punto de vista de los propios C's, dejar el país virtualmente sin gobierno en el momento en que en Cataluña se aprueba y pone en práctica la DUI. Pero a lo mejor es lo que quieren, nunca se sabe. 

Esa DUI que la prensa ignora angustiada si va a proclamarse o no. Una DUI escondida, como las urnas. Dada la habilidad y la experiencia que los indepes han demostrado con estas, lo más probable es que la DUI aparezca cuando y donde menos esperan quienes menos la quieren. Y no parece que quepa enviar a la fuerza pública rompiendo puertas y cabezas a impedirla.

divendres, 6 d’octubre del 2017

El Estado fallido español

Comparto aquí el vídeo del Centre Català de Negocis sobre el funcionamiento irracional y corrupto de la economía española, gestionada por una oligarquía de ladrones e incompetentes que solo atienden a sus propios intereses y tienen el Estado esquilmado como si fuera su cortijo. El vídeo compara la ruina española con la prosperidad catalana, que podría ser mucho mayor si no estuviera parasitada por España.



Servidor interviene a partir del minuto 34. El vídeo sigue el magnífico libro de Albert Pont, Interès d'Estat. Fer capital a Madrid (2017) Barcelona: Viena edicions.

¿Cómo se gestó la revolución?

Sigo en la tarea de rastrear hacia atrás ese trabajo de clandestinidad organizada de miles de ciudadanos catalanes, muchos de Ómnium y la ANC, que hizo posible el extraordinario referéndum del 1 de octubre, cuya dimensión política y moral se acrecentó con la cruel, sanguinaria e inútil intervención de las fuerzas antidisturbios. Imágenes de una violencia extrema sobre personas y cosas que han dado la vuelta al mundo. Solo Rajoy, sus ministros y el Rey parecen no haberlas visto. Como no han visto que, a pesar de la brutalidad policial, el referéndum se celebró. Habiéndose realizado, la Generalitat lo considera vinculante y piensa materializarlo el próximo lunes, 9 de octubre. Tan dispuesto está el gobierno a impedirlo que ha enviado por delante a su vanguardia del Tribunal Constitucional a suspender un pleno del Parlament que aún no se ha convocado. Y no debiera ponerse tan nervioso. Al fin y al cabo, una DUI producto de un referéndum que no se ha producido carece de toda importancia.

El referéndum y sus consecuencias siguen siendo la comidilla de todos los mentideros, cenáculos, cabildeos y deliberaciones. Están en todas las teles (excepto en TVE en donde suelen pasar pogramas de sopas), radios, diarios, redes. Menos visible, como corresponde, ese otro trabajo previo de miles de voluntarios, creando una organización clandestina capaz de burlar los llamados "servicios de información del Estado" y tenerlo todo preparado para aparecer a las 07:00 del día 1 de octubre en los más de 2100 puntos de votación en toda Cataluña. 

La crónica de El Plural hace referencia a las organizaciones clandestinas durante el franquismo y seguro que muchos de los más viejos (comprendidos entre los 65 y los 80 años) que son el 30% de Ómnium, por ejemplo, revivieron tiempos mozos. Y también darían sabios consejos en cuestiones importantes en la lucha clandestina: nombres de guerra, citas de seguridad, puntos de vigilancia, uso de claves, etc. Ellos, en cambio, se habrán adiestrado en las posibilidades de las nuevas tecnologías, mensajes encriptados, uso de redes seguras, claves en tuiter, medios de geolocalización, etc. Vamos, un trabajo que tiene al autor casi flipando porque el secreto guardado entre miles de personas no se rompió nunca y, al final, la policía consiguió confiscar cuatro urnas de un total de 6.000 y eso cuando llegaban al colegio. Los recuerdos de diferentes resistencias se avivan. 

Algunas papeletas, diez millones, se imprimían al otro lado de la frontera, en una imprenta de la Catalunya Nord, en Elna, y entraban luego en vehículos privados por la carretera de Le Perthus. Como en La guerre est finie pero en proporciones industriales. A su vez, en esta parte de los países catalanes, la causa era la misma. Por eso, aportan un vídeo estupendo de cómo se imprimían las papeletas, se embalaban, se cargaban en coches particulares o furgonetas blancas, cruzaban la frontera con contraseñas, se distribuían por toda Cataluña, en casas también particulares, negocios, hasta iglesias y cómo se guardaban hasta el día D.
Merece la pena verlo.


Sin duda, una revolución centralizada, muy porosa y diseminada por toda la sociedad, interprofesional e intergeneracional que empezó en serio hacia 2010, el año de la famosa sentencia del TC, y se manifestó en los meses, semanas últimas antes del referéndum que ha sacado de quicio al gobierno español, cuya imagen ha quedado literalmente machacada a los ojos del mundo entero.

La CNN también ha emitido un reportaje sobre los preparativos el referéndum muy interesante pero cuyo enlace he extraviado y en el que hablan con voluntarios de la ANC con responsabilidades organizativas, preguntándoles cómo se distribuyeron las urnas y las papeletas. Las respuestas coinciden con las de otros casos: relaciones personales, captación de otros seguidores por redes de amistades, encuentros secretos. Un movimiento organizado que posibilitó un acto de desobediencia masivo de millones de personas que el Estado, empleándose a fondo, no ha conseguido evitar. Una revolución.

Un Estado que solo puede imponer su ley a porrazos no tiene cabida en la Europa democrática.

dijous, 5 d’octubre del 2017

Som-hi, catalans!


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Magnífic video del meu amic Carlos de Urabá sobre el discurs de Jordi Cuixart (Ómnium) y Jordi Sánchez (ANC) diumenge, 1 de octobre, a la nit, desprès que els ciutadans y ciudadanes catalans votessin i votesssin mayoritariament "sí" a l'indèpendencia. En el mateixo lloc es convocava l'aturada y vaga general per al 3 d'octobre, amb un seguiment massiu.

Al final, votaron


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Un altre video de Carlos de Urabá sobre el dia de la votació a Catalunya. Com que els catalans no votarien, Rajoy?

Ja han votat.

Y tú, ¿vas a dimitir?

La conmoción del referéndum

El referéndum que no iba a realizarse se realizó. Dan fe todos los medios internacionales, los políticos, las cancillerías y la UE, cuyo Parlamento lo debate. Los dos equipos de observadores internacionales, si bien dejaron claro que, dadas las adversas circunstancias, el referéndum no reunió los requisitos internacionalmente admitidos, hicieron una labor meticulosa que los llevó a concluir la validez del procedimiento frente a la acción represiva de las fuerzas de seguridad en una operación de estilo militar. A pesar del hostigamiento previo (intervenciones, registros, confiscaciones, detenciones) y la brutalidad policial del domingo, se votó correctamente en el 98% de los colegios gracias a la disciplina y el civismo de la gente que, en ocasiones, tenía que esconder las urnas porque llegaba la policía a requisarlas. Requisas, por cierto, por la violencia (sin resistencia) y sin fundamentación legal alguna. Si de cultura cívica democrática se trata, la ciudadanía catalana es un ejemplo.

La clandestinidad. Pero a esto no se llegó de repente o por inspiración divina. "Esto" es organizar un referéndum para más de cinco millones de votantes, en miles de colegios electorales, con sus mesas, sus urnas, sus censos, sus papeletas, sus apoderados y presidentes. Y hacerlo en silencio, a ocultas, en secreto. Un trabajo de meses en la clandestinidad (pues todo lo relativo al referéndum estaba prohibido y muy perseguido) en el que participaron miles de personas en toda Cataluña, ciudadanos a quienes se instruyó en sus respectivas tareas y que colaboraron en la logística de la operación. Por ejemplo, ¿en dónde estaban aquellos miles de malditas urnas que toda la policía del Estado de uniforme y de paisano buscaba frenéticamente? En las casas de la gente, en los sitios más inverosímiles, en los huertos, en los árboles. Y, de pronto, aparecieron todas como por ensalmo a las 07:00 del día D. Contra eso no se puede luchar. No se puede registrar las casas de siete millones de personas. El fulgor del referéndum realizado, al estilo de la Kermesse heróica (los españoles no aprenden), podría obscurecer el mérito de ese otro trabajo callado, intenso, con activistas y voluntarios de la ANC y Ómnium, que forman redes para organización de todo tipo de actos. ¿Puedo llamarlo la resistencia de un pueblo?

Resistencia en la que cristaliza la conciencia de nación. El Estado lanzó sus fuerzas de represión, despedidas con vergonzosos gritos de "a por ellos" en otras partes de esa unida España contra una población pacífica en una jornada electoral. Previamente las había enfurecido de innoble modo, manteniéndolas en condiciones infrahumanas en los barcos atracados en el puerto. Parece que fue una operación de estilo militar orquestada de forma centralizada y cuidadosamente planificada.Y, si no estoy errado, comandada por Diego Pérez de los Cobos, quien no había podido acceder al mando de los mossos por negativa expresa de la Generalitat, un hombre de pasado azul tenebroso. En todo caso queda claro que todo el crédito moral y el respeto que perdió el gobierno con las brutalidad policial, lo ganó la Generalitat gracias al trabajo de la ciudadanía catalana.

El mundo de la negación. Queda un enclave de denodados guerreros del "no". Rajoy sigue diciendo impertérrito que "desconozco ese señor referéndum del que me habla". Sus acólitos o ministros niegan la celebración del reférendum. Ni sus periódicos les siguen. Hasta el fiel El País titula "Referéndum de independencia en Cataluña, últimas noticias en directo". Sí le sigue (o le precede) en el negacionismo el Rey. Mejor dicho, el Rey no niega el referéndum; simplemente lo ignora, como ignora la brutalidad policial, los cerca de novecientos heridos y los millones de ciudadanos que fueron a votar en contra de su regia voluntad. Lo ignora todo.

Sobre el alegato real, el post el discurso de la amenaza, el odio y el miedo. Aquí merece la pena subrayar que, entre las infinitas meteduras de pata del Monarca, no fue la menor dar pie a Puigdemont a contraprogramarlo 24 horas después en una comparecencia ensombrecía la del Rey por la forma y por el fondo. Frente a la crispación, el "no" rotundo, el menosprecio y la arrogancia, un talante afable, dialogante, de concordia y... de firmeza. Siempre abierto al diálogo, Puigdemont advierte de que el lunes dará cumplimiento al mandato del referéndum. Sí, el referéndum que no se iba a celebrar y va a dar a luz una DUI con toda probabilidad. Y no solo una DUI, sino una DUI republicana.

Nada de extrañar que Sáenz de Santamaría responda a Puigdemont con más crispación aun que el Rey, casi furiosa, afirmando que el catalán está fuera de la ley y de la realidad. Porque para ella, la ley, su ley, es la única realidad. Los demás somos una mezcla de delincuentes y lunáticos. Un ánimo adecuado para ser gobernante de nada. De todos modos, la rabia de la vicepresidenta tiene otro origen: comprobar que no es posible emplear medios militares de verdad para zanjar la cuestión al hispánico modo. Han mandado un par de buques nodriza o algo así para el catering de la guardia, pero no pueden enviar un portaaviones, mucho más lucido. Es más, como se le ocurra a Pérez de los Cobos montar otra operación estilo saco de Barcelona, nos interviene la UE directamente en aplicación del derecho de injerencia humanitaria.

Todos con el vencedor. La prueba más contundente del triunfo del referéndum es que, de pronto, el país ha amanecido en una aurora de diálogo. Todo el mundo quiere dialogar. Por supuesto, todos lo venían pidiendo de antes, aunque no se les oía. Iceta quiere dialogar, los empresarios quieren que haya diálogo y los curas, cómo no, se declaran prestos a organizar diálogos. El referéndum que según no sé qué tribunal, no surtirá efectos jurídicos, está moviendo las baldosas de todos los pactos posibles.

Podemos, nada partidario de perder cuota de pantalla, apadrina una propuesta de mesa de diálogo para encontrar alguna forma de mediación. Más prudente, imposible. Los contertulios a la mesa, las afinidades electorales, los del PNV y la minoría catalana con estatus de "observadora". El PSOE, con el morro fruncido porque Iglesias lo puentea hablando directamente con Rajoy y Puigdemont. Es verdad que ninguno de los dos le ha dado su apoyo, pero al intermediario le basta con que no lo echen con cajas destempladas. La iniciativa morada persigue dos fines: el primero hacer olvidar el ridículo de haber asistido como espectadores no participantes a un referéndum que ha sido un éxito. El segundo, y dado que mediación tendrá que haber, reservarse una parte de la dicha cuota de pantalla.

Vuelve el "no". No ha terminado Podemos de subir a las redes su proyecto de mesa de diálogo y ya tiene un "no" rotundo de Rajoy. ¿Por qué? Porque Rajoy es un hombre de principios y no puede sentarse a dialogar si previamente no se retira la DUI. Antes decía que no dialogaba mientras no se retirara la exigencia del referéndum. Obviamente esa exigencia se ha retirado puesto que, según él, el referéndum no ha existido. Y, sin embargo, sigue sin querer dialogar.

Este nuevo "no" tiene la ventaja de que ahorra a los independentistas la tarea de razonar por qué están también en contra. No es complicado: porque no van a renunciar a la DUI y no tienen confianza en mediación alguna organizada por españoles o bajo auspicios españoles. El conflicto se ha internacionalizado, una vez más, gracias a la fabulosa incompetencia de los gobernantes. En este foro comparece todo el mundo a opinar, desde el Parlamento Europeo hasta un ministerio holandés o una ONG o un comité de la ONU. Como dijo Puigdemot, se han ganado el derecho a ser tratados como un Estado independiente y por ello pide que la mediación sea internacional.

La mediación. E internacional habrá de ser. Y con capacidad para paralizar todos los procedimientos sancionadores españoles en la causa catalana. No hay otra salida. El Rey se ha desautorizado él solito al tomar claramente parte en el conflicto, subrayando una vez más el trato colonial que los Borbones han dado siempre a Cataluña. Lo divertido es que cualquier mediación internacional imaginable deberá comenzar con la celebración de un referéndum pactado de autodeterminación que clarifique cómo está la opinión y cuál es el mandato del electorado.

Predecir una victoria del "sí" es hoy mucho menos arriesgado que al comienzo del mandato de Rajoy, abrigo y amparo de independentistas. Pero ese "sí" trae un estrambote republicano que tortura los oídos reales. Cataluña se independiza como República. Y, a continuación, ¿qué hace la izquierda española? ¿Plantea un referéndum Monarquía-República en rump Spain? ¿Y si las próximas elecciones las gana el PP? Cosa nada extraña pues es probable que la bandera ultrajada tape la basura de la corrupción. Suele pasar.

Menos mal que "lo" de Cataluña era un soufflé que see desinflaría por sí solo. Dice Pérez Royo que el conflicto con Catalunya ya no tiene una solución jurídica ordenada. El punto debe de estar en lo de "ordenada" porque en esta vida todo tiene solución jurídica. Basta con que haya voluntad política que proponga un criterio de equidad.


(Mil disculpas por la extensión pero es que tengo este asunto catalán por una revolución. Su éxito radica en que, siendo nueva y no ajustándose a los criterios al uso en la calificación de estos fenómenos, nadie está preparado para hacer frente a sus movimientos. Y menos que nadie el Estado contra el que se produce esa revolución. Por supuesto, puede fracasar. Muchas revoluciones lo han hecho. Pero el eventual fracaso, que ya se vería, no resta un ápice a la fascinación de presenciar y compartir un fenómeno que tiene desconcertado al Estado español y despierta al mismo tiempo un gran interés y mucha simpatía en el extranjero. Un pueblo digno. Una nación en marcha que quiere emerger como República. Es extraño que casi nadie repare en que, en realidad, son dos revoluciones en una.)

dimecres, 4 d’octubre del 2017

Entrevista a Palinuro en De Tijd, de Holanda


Con motivo de los actos de barbarie de la Policía Nacional y la fuerza militar especial de Guardia Civil (*) contra la población catalana, el periódico holandés conservador De Tijd me ha hecho una entrevista que publica hoy con el título: "La UE debe intervenir en contra de la tiranía de Madrid". Incluyo a continuación el texto en castellano por si acaso algún despistado no entiende el neerlandés.

1. El gobierno de Rajoy ha llamado la actuación policial de ayer en Catalunya "ejemplar y proporcional", y el jefe de la oposición Pedro Sánchez echa la principal culpa de los 893 heridos a la Generalitat.  Que opina?

Opino que los dos mienten. La actuación policial fue desproporcionada y trataba de sembrar el caos y el terror. Otra prueba de ello es que sigue. La mentira de Sánchez es aun más repugnante porque echa la culpa a las víctimas.


2. Ninguno de los 4 grandes diarios de Madrid ponen fotos de la violencia policial en portada, como sí han hecho la prensa catalana y buena parte de la prensa mundial. A qué se debe esta aparente falta de sensibilidad de los medios españoles?

Censura y complicidad con la política opresora de Madrid hacia Cataluña. Eso sin mencionar que la prensa de Madrid no es prensa, sino panfletos y pasquines a las órdenes del gobierno de la derecha.


3. Según la Comisión Europea la cuestión catalana es un asunto interno, incluso después de los hechos de ayer. ¿Qué le parece?

Que también es mentira. Cuando un gobierno viola los derechos fundamentales de la ciudadanía, eso ya no es un "asunto interno" de un Estado. No se puede dejar a la población indefensa en manos de un gobierno tiránico. Así se sabe desde hace años en el derecho internacional, que reconoce la necesidad de injerencia exterior en protección de la ciudadanía frente a la tiranía de su gobierno.

4. Qué valor le otorga al referendum del 1-O? Con una participación del 42,6%, ¿es una base válida para declarar la independencia, según ha anunciado Puigdemont?
Un valor superior al normal porque se ha hecho en condiciones de suma hostilidad con un Estado tratando de boicotearlo. El 42,6% de participación es suficiente para la DUI. Si alguien quería algo más, que lo hubiera negociado antes,

5. Si se declara la independencia en unos días, cómo cree que actuará el gobierno de Rajoy?
Negando su validez, siguiendo con el estado de excepción no declarado que tiene y, si puede, encarcelando a Puigdemont y al govern.

6. Ve posible la separación entre Catalunya y España en el futuro (próximo o lejano)?
Sí. Y no solo posible, sino conveniente para ambas partes.

7. ¿Por qué la separación conviene a ambas partes?
A la parte catalana porque es lo que quiere para gobernarse a sí misma, administrar sus propios recursos y prosperar. A la parte española porque la separación será una catarsis y suscitará una crisis en la que quizá pueda establecerse un régimen republicano, laico y de justicia social que nunca ha tenido salvo los 5 años de la II República.
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(*) Hay quien, como José Ignacio Torreblanca, jefe de opinión de El País, sostiene que la Guardia Civil no es un cuerpo militar. El fin evidente de esta patraña es embellecer la ocupación y represión de Cataluña por este gobierno franquista, justificarla y engañar a la opinión pública internacional, escamoteando la naturaleza de esta fuerza. La propia Guardia Civil, en su página web se define como un cuerpo de seguridad pública de naturaleza militar y ámbito nacional que forma parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. (...)  Depende del ministerio del interior en cuanto a servicios, retribuciones, destinos y medios y del ministerio de defensa en cuanto ascensos y misiones de carácter militar. La mixtificación es la misma que empleó Franco en los años 40 del siglo pasado para combatir a los guerilleros republicanos sin emplear directamente el ejército pues ello hubiera posibilitado que algún tercer Estado reconociera a aquellos estatus de beligerante y les prestara apoyo. Lo mismo que hoy día y con el mismo fin: reprimir por la fuerza una población pacífica sosteniendo que no se hace con medios militares.